Intervenciones en la Clínica Vincular, Jornadas 2014

INTERVENCIONES EN LA CLINICA VINCULAR,

25 años después, Un Camino Incierto[1][2]

MYRIAM ALARCON DE SOLER[3]

 

Introducción

Un material clínico promueve distintas miradas, distintos derroteros, distintas intervenciones. Apunta a privilegiar algunos aspectos, puntuar, señalar, interpretar, callar, aclarar, etc. La experiencia de escuchar a distintos analistas vinculares analizar un mismo material clínico nos remite a la cuestión de lo incierto -como opuesto a Verdad o Certeza– que conlleva la formulación de las intervenciones vinculares.

Propongo el laberinto rizoma como un modelo complejo para pensar las intervenciones vinculares.

Espacio Terapéutico y Función Psiconalítica Víncular

El espacio terapéutico se configura con unos pacientes que buscan un alivio a su sufrimiento y un analista vincular que se propone para ejercer una función analítica, que denominaremos función psicoanalítica vincular (FPV). Esta función se ejerce a partir del instrumento privilegiado plasmado en las Intervenciones vinculares.

En trabajos anteriores (1989, 1990) describimos la FPV como a) función pensante, en sus variantes de función historiadora y función transformadora, b) función semiótica y c) función teórico clínica.

Como función pensante remite a revisar las alianzas inconscientes de la pareja o la familia. Los modelos familiares, la historia familiar y los elementos transgeneracionales aportarán valiosos elementos en la comprensión de las alianzas inconscientes y en la transformación de las mismas.

Como función semiótica buscará enlazar signos y significados, y simbolizar aquello que insiste y que aparece como producciones del decir o precipitaciones del hacer como señalan Matus y Gomel. (2011)

Como función teórico- clínica remite a la formulación en las intervenciones de una teoría acerca del funcionamiento vincular. Siguiendo a Aulagnier…”el analista hace la transformación de un texto teórico en un texto singular y viviente, dotado del potencial afectivo necesario y debido a la relación transferencial que desempeña el papel de catalizador”. (1984).

En resumen, la FPV va tomando cuerpo en el espacio terapéutico. El espacio de reflexión sobre los procesos vinculares tiene como perspectiva la construcción de vínculos donde las diferencias tengan cabida, donde se puedan tolerar la incertidumbre y lo ajeno del otro, la búsqueda de un compartir más satisfactorio pero irremediablemente incompleto ( Alarcón y Altaraz, 1989). Las teorías que sustentan y acompañan el quehacer terapéutico apuntan a la comprensión de un material clínico por un analista singular y se verán plasmadas en diversas intervenciones formuladas un momento particular del proceso terapéutico.

Incertidumbre y el laberinto rizoma

Janine Puget propuso el Principio de Incertidumbre, como aquél que da cuenta la “regularidad de lo imprevisible que se inscribe dentro de la lógica de la complejidad”. Y agrega, que una defensa frente a la incertidumbre es “considerarla transitoria, injusta, ajena o por otro lado construir espuriamente certezas, imaginar relaciones consistentes, algo así como contractualmente sólidas, establecer una causalidad también certera, todo ello basado en una ilusión de solidez y definición que haría soportable el habitar y el ir siendo.” (2003)

En el libro Apostillas al Nombre de la Rosa Humberto Eco propuso el laberinto rizoma como el modelo que utilizó para escribir su famosa novela El nombre de la Rosa. El laberinto rizoma a diferencia del laberinto griego, no tiene centro, ni periferia ni salida, porque es potencialmente infinito. “…es estructurable pero no definitivamente estructurado” (1985).

El espacio para la conjetura encuentra su paradigma en el laberinto rizoma a diferencia del laberinto griego, que tiene una sola entrada y un solo camino. En el laberinto rizoma el resultado de la conjetura o de la trama dependerá de la combinatoria que guíe al que esté dentro del laberinto.

 

 

Una certeza incierta

El laberinto rizoma propone un modelo complejo, ajeno a la causalidad lineal. Lo diacrónico y lo sincrónico confluyen, los tiempos se acortan, se superponen, se entrelazan. El hilo del relato puede llevar a múltiples caminos y combinatorias, a salidas inesperadas y únicas, novedosas.

El analista se guía en su ejercicio terapéutico por una teoría vincular, por su experiencia como terapeuta vincular, por la supervisión y los diversos análisis por los cuales ha transitado. Cada familia o pareja es única y cada vínculo terapéutico también lo es. Su ejercicio está lejos de la Certeza, esa certeza que conjuraría la perplejidad y la incertidumbre, que se ilusiona, de acuerdo con los paradigmas de la modernidad, como algo posible de alcanzar.

Pienso pues el trabajo terapéutico como un proceso de significación, resignificación, unión de significados, laberintos   que   confluyen,   que   se separan, que vuelven a confluir, en una historia cambiante que promueve la función historiadora y transformadora del vínculo.

Y así, podríamos concluir que las intervenciones vinculares se caracterizan por una certeza incierta. Los derroteros que pueden tomar las intervenciones vinculares están sostenidas en una teoría de la clínica, pero al igual que el laberinto rizoma, puede tomar diversos derroteros, válidos en diversos momentos, pero no únicos.

Para terminar, un breve ejemplo clínico

Pedro 62 y Elsa 60. Tienen tres hijos, los dos mayores ya viven independientes, y el menor, de 27, vive con ellos, pero tiene “su propia vida”. Tienen un buen pasar económico, los dos trabajan, ella se jubiló hace poco, pero hace asesorías, les gusta el golf, tienen amigos.

Consultan porque pelean mucho, por pequeñas cosas, que se transforman en silencios mutuos y en resentimientos. Elsa dice que “quiere tener una pareja, con quien ella pueda compartir, hablar, que le molesta que él sea pasivo, que la pase bien con sus amigos pero no con ella, etc. ¿Es mucho lo que pido? ¿Cuál va a ser nuestro futuro si no hay comunicación?” El se queda callado, dice que “está cansado de la renegadera, que es verdad que el habla poco”.

Veamos trozos de una sesión al mes y medio de tratamiento

Ella: fue una semana difícil, muy dura. Llena de silencios, con el temor de que en cualquier momento la cosa va a estallar

El: si es verdad, me sentí muy mal. Oír todo lo que dijo del viaje de fin de semana fue muy duro, porque nada le viene bien, nada la satisface, me cae por cualquier cosa… Es como un policía controlando todo… ya no sé qué hacer.

Ella: yo esperaba que si habíamos salido ese fin de semana, se sentara, conversara conmigo, no que diera la espalda como si no estuviera ahí. Es que está el tema de que yo espero más cosas, que Pedro sea más activo. Y lo de la plata, es verdad que Pedro es muy delicado con la plata, pero si yo lo había invitado y había pagado todo el fin de semana, y él había dicho que pagaba los caddies, pues que los pague. A mí me enseñó mi papá desde chiquitos a hacer presupuestos, a planear como iban a ser los gastos…y cuando decíamos una cosa, había que cumplirla. Pero yo no quiero un hijo, quiero un marido. En la casa de Pedro era diferente, pero no quiero hablar de la familia de él. Y lo del control, pues es verdad, yo era así, pero he hecho un cambio, me he trabajado, he cambiado cosas, pero Pedro no ha visto esos cambios y sigue con el mismo resentimiento.

Aparecen diversos caminos para intervenir. El cambio que ella asegura tener y que el marido no registra. El tema del control, ella como una madre controladora y asfixiante, “un soldado que lo controla todo” con un hijo pasivo y dependiente. Otro tema es el sufrimiento que les ocasiona este funcionamiento. También, el círculo vicioso en el cual ella se queja y exige y él se aísla, y se vuelve más pasivo. Aparecen los modelos identificatorios, un padre que enseñó “como hacer el presupuesto”, modelo al cual ella se ha adherido rígidamente y la familia de él, de la cual “ella prefiere no hablar”. El tema del dinero, que conlleva cuanto da cada uno, y las deudas e insatisfacciones que este intercambio genera, y las insatisfacciones que pone de relieve. Y también “lo que va a estallar”, que habla de urgencia y de temor a la ruptura?

Sigue la sesión por los mismos derroteros y luego:

Elsa: Cual es la diferencia entre frustración y desesperanza?…. Yo creo que la desesperanza tiene que ver con el futuro. Yo no sé si aunque yo cambie, para mi esos cambios van a ser suficientes. No es mucho lo que pido. Pero no sé si quiera seguir así. A veces no sé, si para mí esto no es suficiente.

Pedro: (se le llenan los ojos de lágrimas) Yo estoy cansado, nada le viene bien, todo es un problema, es que así no se puede….

Y aquí surgen otras cuestiones que tiene que ver con su edad, con la desesperanza respecto al futuro, y aún más si quieren seguir juntos o no. Cuestión fundamental en la vida de esta pareja. El significante “no es mucho lo que pido”, remite al otro pensado, a las demandas incondicionales que se le exige a la pareja que los preserve del envejecimiento, de la soledad, de la tristeza.

Para finalizar:

En este breve ejemplo he querido mostrar las diversas posibilidades de intervención, que al igual que el laberinto rizoma son múltiples, cambiantes y conduce por caminos diversos, inciertos, pero sustentados en una teoría que intenta acercarnos a la comprensión del sufrimiento vincular.

 

 

BIBLIOGRAFIA

Alarcón, M. “Transformaciones. Construyendo un vínculo”. Jornadas AAPPG, 2005.

Alarcón de Soler, M. y Altaraz,D. “Analista Pareja: Una aventura vincular”. Jornadas Científicas AAPPG, l988.

Alarcón de Soler, M. y Altaraz, D.: “Función Psicoanalítica Vincular”. Trabajo libre, XXII Congreso Interamericano de Psicología, Buenos Aires, l989.

Alarcón de Soler, M. y Altaraz, D.: ” La Interpretación Vincular en el Modelo del Laberinto “. Presentado en AAPPG, Mayo, 1990.

Aulagnier, P.: La Violencia de la Interpretación. Buenos Aires: Ed. Amorrortu, 1975.

Aulagnier, P.: El Aprendiz de Historiador y el Maestro Brujo. Buenos Aires: Ed.Amorrortu, l984.

Aulagnier, P.: Los Destinos del Placer. Barcelona: Ed.Argot, l984.

Borges, J.L. “El jardín de los senderos que se bifurcan”. Ficciones. 1944.

Deleuze, G.: Rizoma. Medellin: Ed. Ov. Negra, l977.

Eco, H. El Nombre de la Rosa. Buenos Aires: Ed. Lumen, l988.

Eco, H. Apostillas al Nombre de la Rosa. Ed. Lumen, 1988.

Eco, H.: “La línea y el laberinto”. Revista Velta Sudamericana, I, Buenos Aires, l987.

Eco, H.: El Péndulo de Foucault. Bogotá:Ed. Lumen, l989.

Gomel, S. y Matus, S. Conjeturas Psicopatológicas. Psicolibro, 2011

Klimovsky, G.: “Aspectos epistemológicos de la interpretación psicoanalítica”. En Etchegoyen, R. H.: Los Fundamentos de la Técnica Psicoanalítica. Buenos Aires: Amorrortu, l986.

Orwell, G.: 1984. Barcelona: Ed. Destino, l977.

Puget, J.   “Crisis de la representación”   . Conferencia Anual AAPPG, Departamento de Pareja, Buenos Aires, 2003.

 

 

[1] Jornadas Anuales XXX, AAPPG, 2014

 

[2] Desde hace ya muchos años he venido interrogándome acerca de la función del analista vincular y su instrumento privilegiado que es la palabra como intervención. (Alarcón, M. y Altaraz, D, 1989)

 

[3] Lic. Myriam Alarcón de Soler. Corresponsal en el exterior de la Revista de la AAPPG. myriam.alarconj@gmail.com

 

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