Familias Reconstituídas, Tres más tres no son seis, 1991

TRES MAS TRES NO SON SEIS [1]

DINAMICA INCONSCIENTE EN LAS FAMILIAS RECONSTITUIDAS[2]

MYRIAM ALARCON DE SOLER[3]

Más y más encontramos a nuestro alrededor parejas que se deshacen y se vuelven a hacer, aportando cada uno a la nueva pareja “sus historias anteriores”, es decir no solo su historia familiar sino su pareja anterior y a veces los hijos de esta.

El objetivo de este trabajo será plantear algunas de las dificultades que el armado de estas nuevas parejas implica y señalar algunas líneas de análisis que a mi juicio pueden enriquecer el trabajo terapéutico.

¿Podemos pensarlas como dos familias que se suman y hacen una mas grande? ¿O serán tal vez dos familias que conviven bajo el mismo techo? ¿Qué elementos adicionales en la constitución de estas parejas complejizan sus acuerdos inconscientes?

Analizo aquí una viñeta clínica, a partir de la cual ilustraré la dinámica que confronta el analista, y haré algunas reflexiones acerca de la estructura familiar inconsciente y del proceso terapéutico.

 

QUIEN ES LA FAMILIA

 

TRES MAS TRES NO SON SEIS

 

Llama la madre, Ana (40) y solicita una entrevista para una terapia familiar. A la entrevista llegan Ana y su marido Jaime (39). Ana comienza la sesión diciendo que “hubo un malentendido, no sabíamos si debíamos venir con los chicos porque no sabíamos si ellos tendrían que estar envueltos en esto. La idea de venir es mía, la propongo a Jaime. Hay problemas físicos, Jaime tuvo un problema cerebral, yo tengo un problema respiratorio. No sabíamos si teníamos que venir los seis. Por eso vinimos nosotros solos. Algo pasa en la familia, Jaime tuvo un edema cerebral, yo tengo problemas asmáticos, Diego tiene problemas asmáticos y problemas en la escuela. Los chicos no saben de la entrevista. Son cuatro chicos: María de 14 y Blanca de 13 que son hijas mías, y dos varones, Diego de 13 y Miguel de 10 que son hijos de Jaime”.

Jaime: “Ha sido un año muy duro. Tenemos cuatro años de organizar esta familia. Hemos tenido dificultad para juntar tres más tres. Teóricamente ha debido ser un año para avanzar, y sin embargo las cosas han ido mal, mal de salud, mal entre nosotros. Diego es el más problemático, ha vuelto a los problemas en la escuela, además a pegarse a la mamá que ha tenido un problema psicótico largo. No sabe que elegir. Pensamos que esta familia está enferma también. Hay dos chicos que están bien María y Miguel. Por eso tenemos precaución a exponer a estos chicos. Para qué movilizarlos a todos“.

Esta familia comenzó con un malentendido, pensaron que la familia se constituía sumando personas, tres que aportaba uno de la pareja, y tres que aportaba el otro. Ilusión de igualdad, semblanza de aportes iguales que crea el malentendido de que “esto” es una familia. Les tomó mucho más tiempo organizar la familia, que el proyecto inicial de ser tres más tres. En esta suma no entraron los ausentes-presentes como la madre de los chicos, que está enferma, y que está ausente y presente como los chicos. Tampoco aparece el padre de las chicas, que aunque no nombrado hasta ahí, tendrá un lugar en la estructura.

Malentendido de esta pareja que piensa que debe consultar como familia pero que viene como pareja, porque tampoco tiene claro donde trazar la superficie vincular. Tal vez delimitarse como pareja, como efectivamente lo hacen al venir solos, o tal vez incluir los cuatro miembros enfermos y dejar afuera los dos sanos. O tal vez venir todos los que conviven bajo un mismo techo, y que ellos desean ver como familia. Pareja vs. hijos, sanos vs. enfermos, primeras organizaciones dualistas que aparecen, recubrimiento de otras que aparecerán mas adelante. Emerge la idea de un cuerpo familiar enfermo, que de alguna manera relaciona los síntomas de los miembros de la familia depositados en el cuerpo. El cuerpo como representante de una entidad, la familia, es un cuerpo enfermo, con síntomas como asma, ahogo, edema cerebral.

Esta familia se constituye a partir del proyecto de una pareja fundante, pero que a diferencia de una familia convencional, aporta e incluye hijos de otras uniones, que se ven forzados a aceptar en el lugar de padre o de madre a otro que no es su padre o madre biológico, con quien no tiene vínculos de sangre, y además convivir “fraternalmente” con hermanos que no lo son.

Los hijos no saben de la entrevista. Hay cosas no sabidas, secretos que se temen compartir, que han quedado fuera de la circulación consciente de la familia.

Ana: “Somos tres más tres para comer, tres varones y tres mujeres. Cada uno de nosotros en la cabecera y dos varones y dos mujeres a los lados. Intentamos modificar esto. La mamá de Jaime entre los dos. Pero no, siempre hay dos bandos. Nunca fue hablado entre los seis. José, el padre de las chicas, está casado y con un hermanito. Estas situaciones no se hablan entre todos, se hablan en privado. Si las chicas quieren saber algo de Teresa, la madre de los chicos me lo preguntan a mi.”

 

Hay un problema con los lugares, lugares en la mesa que tienen que ver con los lugares en la familia. Cual es el lugar del “padre de las chicas” y de la “madre de los chicos”, que no pueden ser nombrados como exmarido o ex mujer. Además empieza a vislumbrarse el conflicto entre las mamás: hasta aquí hay tres mamás: la mamá de las chicas, la mamá de los chicos y la mamá de Jaime. Varones y mujeres, nueva organización dualista, Ana y sus hijas, y Jaime y sus hijos, patrón que han intentado romper infructuosamente.

 

Ana:”Pensamos en pedir la entrevista cuando hace cosa de un mes empiezo a estar mejor. Hace un año habíamos tocado fondo, comencé con el asma. No tenía problemas de chica, era fuerte de chica…Es como que habíamos tocado fondo. Blanca había hecho entrevistas diagnósticas por problemas en el colegio. Hizo tres años de tratamiento, y ahora pensar que retomara tratamiento…Diego también estaba mal, el paso a primer año, la iniciación de la secundaria”.

Jaime:”En este último año vuelven ciertas cosas que aparentemente había superado… empieza con entusiasmo el colegio e inmediatamente se pincha. Pasa los sábados y los domingos con la madre, sin programas de chicos… Yo tuve un hematoma cerebral. Podría haber quedado hemipléjico. Fue un susto muy grande. Una tomografía descubre el coágulo. Por suerte estoy bien. Fue un hematoma críptico, ataque de bronca o deficiencia de un vaso. No hay predisposición futura.”

 

¿Estas tres enfermedades distintas, el problema respiratorio de Ana, el problema de Jaime y las dificultades escolares de Diego y de Blanca, como acontecimientos tan distintos, algunos que pasan por el cuerpo, al ocurrir por la misma época, estarán tal vez relacionados con alguna situación familiar?

 

Ana:” Por el lado mío lo relaciono con la muerte de mamá, hace un año y medio. Como si no pudiéramos bancarnos[4] el cambio de posibilidades. Jaime consigue un trabajo en su profesión. Yo trabajo en un gabinete psicopedagógico. Dejo aquello que no me gustaba. En Abril muere mamá y Jaime tiene un trabajo que no le gusta nada. Blanca tiene problemas porque saca plata para comprar golosinas. Diego está terminando su terapia. En Octubre me empiezo a enfermar, y dejo el gabinete.”

Jaime: “Tuvimos terapia de pareja durante años. Hubo avances. Una ayuda para organizar esto. Tuvimos un lugar para discutir cosas durante casi dos años. Dejamos el tratamiento antes de la muerte de la mamá de Ana. Fue una decisión, pensamos que no había que resolver más nada. Lo demás había que resolverlo en la calle”.

 

Pensaron que lo mejor era cerrar la familia, sumando tres y tres, lo cual fue considerado como un logro. No sabemos si la suma estaba bien hecha. La pareja pensó que se había cumplido un ciclo de crecimiento como pareja y como familia. Pero ocurrió un hecho inesperado, la muerte de la mamá de Ana. Aparecen diversos síntomas, entre otros los robos, que no sabemos todavía lo que significan. ¿Se referirán tal vez a lugares usurpados desde la estructura por otros personajes?

 

Ana: ” Las vacaciones las pasamos todos juntos, era algo que habíamos deseado mucho. Volvimos en Febrero y yo estuve cada vez peor.”

Jaime:”En los últimos días de las vacaciones pensamos que teníamos que acortarlas. Un amigo tuvo cinco síncopes. Era un compañero mío, militante peronista. Se comió y se bebió todo, tuvo una conducta suicida, su corazón no era el mejor. Es un personaje de teatro, de película. Tenía el destino de estar siempre donde se pierde. Mi amigo decía: ya voy por el segundo exilio y no he tenido ningún puesto. Cuando viene lo bueno queda fuera de la lista de candidatos, como suplente de suplentes.”

Ana:”¿Cristina nunca apareció a la mesa? Jaime tuvo una hermana desaparecida. Es un tema que nunca se tocó, nunca apareció.”

Jaime: “No es desaparecida. El cuerpo si. Pero en realidad sabemos que murió porque la vieron suicidarse delante de la policía con una pastilla de cianuro en una emboscada. Estaba embarazada de 6 o 7 meses. La gente dijo que estaba muerta. Mi familia nunca reclamó el cadáver. La policía no aclaró. Ella andaba con documentos falsos. La tiraron en un baldío. Es un tema que no tocamos. Yo les conté a los chicos, como que la mató la policía, no la idea del suicidio que le decide a tomar la pastilla, sino que la policía la mata en una emboscada. Consideramos contárselo así porque uno no sabe como juegan los chicos con este tipo de información. Cuando me preguntaban, yo decía: soy hijo único… Murió en diciembre del 76. A los cuatro meses murió mi papá con problemas pulmonares… Cuando murió Cristina el llegó a la casa y dijo, “Ya se murió, y de eso en esta casa no se vuelve a hablar”.

Ana:”Cristina no se nombra, no es por decisión. Está incorporado así. Mi suegra nunca la nombra“.

 

Nos encontramos ahora frente a situaciones no nombradas: la hermana desaparecida, la muerte del padre como suceso inmediato, que relaciona calladamente con la desaparición de Cristina, pacto de silencio que va incorporando elementos como parte de un destino familiar. Circulan versiones acerca de Jaime como hijo único, un suicidio que es descrito como que la mató la policía, conductas suicidas del amigo como personaje identificatorio para Jaime. No se nombran tampoco las historias anteriores.

Impacto de los elementos transubjetivos, de la violencia social de una época, que lleva a transacciones de silencio en un momento de la historia, transacciones que no son revisadas posteriormente.

Violencia social que además ha sido significada en esta familia, como la imposición de un silencio que lleva a la muerte.

 

Ana: “El exmarido de mi hermana fue torturado. Blanca estuvo con ellos este fin de semana y volvió preguntando si a su papá le había pasado lo mismo que al tío. Se le había ocurrido que nosotros no se lo decíamos. Preguntó por esos tres días que papá no estuvo. Cuando José se fue yo les mentí. Dije que se había ido por razones de trabajo. Ella relaciona este silencio con mentiras. Hay muchos temas no hablados. Tampoco hemos hablado el tema de la separación con las chicas. Preguntaron en su momento. Damos por supuestas muchas cosas”.

Jaime:”La separación fue un hecho que negué. Cuando vine de Brasil, donde estuve exiliado, me hago cargo de Diego. Y luego Miguel tenía una enfermedad congénita, no podía consumir gluten, estaba muy desnutrido. Luego Teresa, a la vuelta del 81, cuando llevaba a Miguel al colegio, tenía los ojos grandísimos, estaba paranoide, y decía que se estaba quedando sin pecho. Ahí me hago cargo yo. Ya estaba viviendo con Ana. A partir de ahí los chicos viven conmigo.”

 

Duelos no elaborados, muertes, separaciones anteriores, exilios, temas no nombrados que van apareciendo en el relato conjunto de una trama vincular compleja, de lugares en la estructura ocupados ahora en el presente por Jaime como marido, Ana como esposa, y los chicos en el lugar de hijos, pero donde los significantes que circulan son muerte, desaparición, psicosis, madres que mueren, se ahogan o se quedan sin pecho. Situación de orfandad, que inunda el campo transferencial, teñido de desamparo. Adultos-niños que pierden a sus padres, a su hermanos, que intentan organizar una familia, pero habiendo sido cada uno victima de la orfandad y el desamparo, significantes que hoy aparecen en el cuerpo.

Esta primera entrevista da cuenta de las temáticas fundamentales que constituyeron el eje del proceso terapéutico, que continuó durante año y medio.

 

A continuación incluiré algunas de los temas de análisis que emergieron frecuentemente durante el proceso, e ilustraré con algunos trozos de sesión algunos de los temas abarcados.

 

Conflicto De Lealtades En El Ejercicio De Las Funciones Materna Y Paterna

El Cuerpo

El Espacio Habitacional

La Familia Como Un Cuerpo Fragmentado

 

Conflicto De Lealtades en el Ejercicio De Las Funciones Paterna Y Materna

 

En las familias reconstituidas se vuelve a plantear el problema de cual es la familia, lo cual conlleva un conflicto de lealtades.

Cuando dos individuos provenientes de dos vínculos de alianza anteriores se juntan para constituir un nuevo vínculo, son múltiples los elementos que juegan en esta nueva estructura, tornando más compleja aún la constitución de esta nueva pareja. Para los hijos, habidos previamente, la lealtad hacia sus padres biológicos entra en conflicto con el “otro”, con el cual conviven, que ejerce hacia ellos funciones de padre o madre. Es decir, que cuando los lugares de padre y madre son ocupados por otras personas diferentes a las correspondientes según la sangre, esta situación es particularmente resentida. Desde la idealización, se exige que las funciones biológicas y sociales confluyan. Una persona que ejerza las funciones de padre o madre en una estructura familiar sin que sea la madre o padre biológicos se encuentra en medio de un conflicto de lealtades. Los hijos resienten a la persona que ocupa el lugar de padre o madre, y esta a su vez espera reconocimiento y cariño correspondientes a sus esfuerzos, con poca consciencia del conflicto que su presencia ocasiona. Otros miembros de la familia, por ejemplo el marido y la mujer, esperan que el nuevo cónyuge ocupe el lugar del cónyuge anterior, ausente por separación o muerte. En realidad esperan que la persona sea de alguna manera igual al anterior, como si se tratara de una sustitución. En el fondo, el duelo no se ha elaborado y hay dificultad para aceptar las diferencias. Las demandas en toda la familia remiten a “ser como era antes”.

La palabra “madrastra” y padrastro” en el castellano, tiene una connotación especialmente peyorativa que hace pensar en el conflicto inherente a este tipo de situaciones, bien caracterizadas en los cuentos de hadas.

 

Función Paterna

Nos referimos a la función ordenadora en la estructura, que remite a leyes, normas, autoridad, límites. Distinguimos entre la función y la expresión de la presencia de esta función en términos de normas o límites.

La implementación de normas y límites en las familias reconstituidas plantea problemas especiales. En ellas el padre biológico puede estar ausente, y el padre sustituto representa una ley nueva que es resentida por la familia previa.

Las normas impuestas desde la nueva estructura son difícilmente aceptadas. Está en cuestionamiento la ley que impera para estos hijos. Con frecuencia circulan varias leyes, desde distintos niveles. Desde lo manifiesto puede ser acatada la ley del padre actual, pero desde el inconsciente se acata o mantiene la ley anterior, por supuesto de manera inconsciente. Otras veces el conflicto puede ser mas explícito: “antes se hacía así, y ahora por qué de esta otra manera”. Los abuelos, representantes de la estructura anterior, entran también a mantener la ley del ausente. Veamos algunos aspectos del material clínico que nos ocupa.

 

Ana: “Delante de Jaime, Diego dice “Sí, papá”, pero luego hace como quiere. Es como que no tiene una ley interna. Pero esto no es sólo para Diego. Lo hablábamos con Blanca. Cuando me llega una nota del colegio, como que se pasó en las faltas y pedía la segunda reincorporación, cuando yo ni siquiera me había enterado de la primera. Si se enferma y falta una semana pierde el año. Tiene tantas faltas porque llega tarde y se ratea…. El otro día tuvimos una cosa las dos. Cuando llega la nota le digo que lo llame al padre, que él tiene que estar al tanto. Blanca dice que no le importa el padre, que quiere traerme el aprobado a mí.”

Blanca:”Para lo único que me importa mi papá es para mostrarle el boletín.”

 

El padre biológico sirve “para que le muestren el boletín“. Pero quien se hace cargo de las normas cotidianas es la madre. Cuando hay un problema, ¿a quien avisarle? ¿Al padre o a la madre, o a los dos, pero a cual le corresponde tomar las medidas correspondientes?

 

Miguel viene muy molesto a una sesión porque Jaime lo pasó a buscar al colegio para venir a la sesión. Está “mufado”[5] sin saber porqué. Jaime cuenta que el día anterior, la madre de los chicos, Teresa, lo llama para decir que Miguel está muy enojado, que si no será posible que no lo venga a buscar al colegio para ir a la terapia, que el ya adelantó su deberes.

Miguel: “¿Quien tiene más autoridad, mi mamá o vos?”

 

Se confunden las normas con autoritarismo, lo cual los lleva a pasar de episodios de gritos y golpes a un dejar hacer, a falta de cuidado y de límites. Los padres desbordados con frecuencia por los cuatro adolescentes que demandan, que exigen, que rechazan las normas, recurren a la violencia en forma de gritos o golpes, en un intento fallido de ejercer una ley, de la cual ellos también carecen desde lo interno. El resultado parece ser seis adolescentes, caóticos, sin afecto, sin una estructura interna que los contenga, que arreglan sus problemas como pueden. Los chicos pasan mucho tiempo solos sin los padres, mientras estos están en sus actividades políticas o profesionales.

 

Jaime es muy violento físicamente con Diego:” Los problemas se arreglan a las piñas. Cada uno estimula lo peor del otro”. Las peleas de Jaime y Ana también son violentas. Ana agarra de los pelos a Diego para ponerle límites.

El padre de Jaime, alcohólico, depresivo. Jaime recuerda solo los problemas entre sus padres, porque tomaba. El padre se sentía un fracasado, y de alguna manera estimuló la militancia política de su hija sin medir las consecuencias. Tal vez sentía en lo que ella hacía una manera de resarcirse de sus fracasos.

Jaime recuerda que su padre decía “malditos tus hijos y los hijos de tus hijos“. Legado violento, que Jaime descarga sobre Diego.

 

En esta familia observamos por generaciones una insatisfacción frente al orden social, que desean cambiar, lo cual se manifiesta en la militancia política, pero al mismo tiempo esto conlleva situaciones de extremo riesgo, de violencia desde el macrocontexto, que finalmente tiene consecuencias graves para ellos. Conflicto con el orden externo que nos remite a pensar en conflictos en el orden interno.

 

Función Materna

Los siguientes apartes del material clínico ilustran el conflicto de lealtades entre las funciones de madre y la persona que ocupa este lugar.

 

Diego resiente a Ana, porque es “la esposa de su papá pero no su mamá”. Puede aceptar que “María y Blanca sean sus hermanas” (que no lo son), pero no que Ana sea su mamá.

Desgarrado entre la lealtad hacia su madre psicótica con la cual no puede convivir, y la lealtad hacia esta nueva familia, lucha para no integrarse “no puede querer a Ana”. Sostiene, desde su lugar del más enfermo de la familia, la presencia de Teresa. No se siente ligado a la familia actual, protesta permanentemente porque tiene que convivir con ellos, y siente que su casa, en todo caso es la casa del abuelo materno, con quien vive su mamá. Protesta hacia Ana y la agrede, muchas veces como desplazamiento de su resentimiento hacia Teresa.

Por supuesto la presencia de una madre biológica no significa necesariamente que la función sea ejercida de una manera adecuada. En esta familia aparecen muchas madres, pero hay una falla severa en el ejercicio continente de esta función.

Dice María: “Esta es una familia dominada por mujeres: Chola, Teresa y mi mamá. A la una le tienen miedo, con la otra tienen líos, y esta (Ana) ni corta ni pincha.”

Ana es una madre asmática y frágil, quien padece de osteoporosis grave producida por los corticoides. La otra madre, Teresa, es psicótica. La madre de Ana, cuya muerte desencadena el asma de Ana. Chola, la madre de Jaime, a quien recurren infructuosamente en busca de orden.

 

El Cuerpo

Muchos de estos elementos cuyo significante general puede ser pensado como “falta de sostén” tenían su representante en el cuerpo. Si consideramos el cuerpo como un cuerpo vincular podemos pensar que el cuerpo familiar está enfermo.

El desamparo que circula en esta familia, debido a las funciones fallidas de padre y madre, que conjugadas invaden el campo transferencial como una necesidad masiva de ser sostenidos, parece ser depositado en síntomas corporales. Asma, aneurisma críptico, osteoporosis, problema grave de columna, dificultad para digerir gluten, etc. son síntomas de una falta de sostén, de falta de contención y de dificultad para semantizar los conflictos, silenciados por diversas razones.

 

Diego cuenta que cuando era chiquito en Villa Gessel tuvo que cargar a su hermano para que no se ahogara. Tiene una pesadilla recurrente: que se ahoga y que los demás están en la orilla. El pide ayuda y nadie lo escucha. En las sesiones se cae de la silla frecuentemente.

Cuerpo vincular que es depositario del desamparo básico característico de esta familia, de la dificultad para escucharse y para sostenerse. Fue este uno de los ejes principales del trabajo terapéutico.

 

El Espacio Habitacional

La nueva pareja organiza una casa, un espacio compartido que simboliza y engloba su vínculo. Intenta recrear un espacio común, que albergue un código propio. La pareja en formación tiene que investir libidinalmente el vínculo de tal manera que el primer proyecto de la pareja es precisamente establecer una “identidad vincular”, diferente de sus identidades familiares. Esa identidad vincular permitirá empezar la inclusión de un nosotros, y “cosas nuestras” referidas a hechos o cosas. Mi casa, tu casa tendrá que ser transformada en “nuestra” casa, diferente de la “casa de mis padres” y de “tus padres”. En las parejas reconstituidas, este “nosotros” lleva una elaboración mayor, puesto que existe además “nuestras casas” (de las parejas anteriores) representada a veces por la casa concretamente, o por objetos adquiridos durante el matrimonio anterior.

Los objetos adquieren así vida como representantes de vínculos anteriores del cual uno de los dos o ambos fueron excluidos.

 

 

El espacio habitacional permite discriminar a partir de lo concreto el espacio propio de la pareja. Es uno de los puntos que es investido con mayores cargas libidinales y que en sí mismo constituye un elemento de análisis muy importante como eje significante de la problemática conyugal y familiar.

 

En una sesión, los chicos comentan acerca de su casa. Dicen que su casa se cae a pedazos, las paredes sucias y las colchas de las camas rotas. El baño no funciona.

A lo largo de la vida de esta pareja se han mudado muchas veces de casa.

 

Símbolo de una casa familia que se cae a pedazos, que no da estabilidad. A nivel del espacio habitacional observamos elementos semejantes a los observados en los síntomas somáticos. Un cuerpo casa, que no sostiene, que no contiene, depositario de las profundas ansiedades de esta familia.

 

La Familia Como Un Cuerpo Fragmentado

 

En una ocasión la familia trae la siguiente anécdota: “Habíamos estado de vacaciones en el Uruguay. No nos quedaba sino un billete de cien dólares. Estaban circulando dólares falsos. Para” probar” si el billete era bueno Jaime lo toma entre las dos manos y lo estira. El billete se rompió en dos y aunque lo pegaron, no lo pudieron usar.”

Representación del cuerpo fragmentado constitutivo de la identidad de esta familia. Cicatriz que perdura a pesar de todo y que está asociada con la sensación de falsedad, de ilegitimidad, de ilegalidad. La lealtad está ligada con los primeros cónyuges y los hijos también se encuentran atrapados en este conflicto.

La noción de cuerpo fragmentado está presente durante todo el tratamiento, tres y tres que no pueden juntarse, Jaime y sus hijos, Ana y sus hijas. Algunas veces vienen los unos otras veces los otros, al principio del tratamiento rara vez todos juntos. Dificultad para juntar dos trozos para hacer una nueva familia, familia que de todas maneras está marcada con una cicatriz.

 

En el dibujo de la familia, Jaime, Ana y las dos chicas dibujan la familia actual, y algunos incluyen al perro. Los dos chicos dibujan trozos de personas, algunas de las cuales corresponden a primos que viven en la casa del abuelo.

María escribe en el pizarrón el nombre de todos los que hoy viven juntos con sus diferentes apellidos.

Relatan que la semana pasada Miguel había cumplido años, y había tenido por lo tanto dos celebraciones: una con Jaime y Ana, y otra en la casa de madre, que “había sido muy corta“. Diego y Miguel cuentan acerca de un problema que habían tenido en casa de la madre el sábado anterior, donde pasan los fines de semana. El relato es confuso pero resalta lo siguiente: habían unas barras de chocolate, para la celebración del cumpleaños al día siguiente. Miguel abre una de las cajas de chocolate y se come media barra porque la madre le dijo que no podía comer más Una vez abierta la caja de chocolate se la comen los otros. Miguel se “mufa” empieza a gritar y se arma un escándalo. Cuando la madre compra otra caja de chocolate, Miguel la persigue por toda la casa gritando:”Cómetela vos, cómetela vos”.

 

La analista interpreta las dos leyes que circulan permanentemente para todos, la ley del padre y la ley de la madre. La barra de chocolate que no alcanza, simboliza tal vez el afecto y la atención de la madre, que envuelta con sus familiares y en su psicosis, no le puede dar suficiente a estos chicos, especialmente a Miguel que en general hace poco ruido.

Ante la interpretación, Miguel se pone a llorar desconsoladamente, y dice que no solo es la madre, que tampoco tiene padre, porque cuando el quiere estar con él, este está en sus reuniones políticas.

 

Desgarro afectivo entre dos ámbitos de pertenencia, un intento de juntar lo que no se puede.

En las familias reconstituidas esta sensación de fragmentación se despliega también en lo referente al encuadre terapéutico.

El espacio terapéutico como recorte desde la realidad al cual asisten, en el cual tienen cabida unos miembros de la familia, genera situaciones de exclusión en los cónyuges ausentes no siempre fáciles de manejar. Despliegue del conflicto de lealtades inherente a este tipo de familias.

Las cuestiones respecto al encuadre son solamente desplazamiento esta problemática.

En la familia que nos concierne Jorge y Teresa no vienen al tratamiento. El encuadre fue convenido por la definición que ellos inicialmente hicieron de su familia. En otras familias se debate durante las entrevistas diagnósticas quien será incluido y esto mismo permitirá un proceso de reflexión acerca de la identidad familiar, proceso no siempre fácil de llevar a cabo. ¿Cuantas caras han de ser borradas para trazar una nueva línea en la superficie vincular?

 

Blanca dice alguna vez” Que significa cuando alguien toma una foto y borra las caras de los que están ahí? Porque Pedrito (hijo de Jorge con su actual esposa) tomó una foto y borró las caras de María y las mías”.

 

No creo que esto tenga una respuesta fácil. El grupo familiar que consulta al analista representa una opción, un recorte de la superficie vincular que incluye a unos y deja afuera a otros. La opción será incluir a los miembros ausentes a través de la palabra.

A lo largo del proceso terapéutico cada familia, y cada uno de sus miembros tomará consciencia de estos conflictos, y en el mejor de los casos podrá aceptar esta situación con sus limitaciones, aceptación que implica una renuncia a la idealización de las familias previas, y al estereotipo social de “familia ideal” impuesta desde los ideales narcisistas del macrocontexto.

 

 

Resumen

 

A partir de una viñeta clínica, la autora analiza la dinámica inconsciente en las familias reconstituidas. Se enfatiza el conflicto de lealtades característico de las mismas y la dificultad para elaborar la perdida de las parejas previas como uno de los elementos que hacen más complejo el armado de estas familias. “Quienes son la familia” es propuesto como el interrogante alrededor del cual gira la problemática.

 

Comentario del trabajo “Tres más Tres no son Seis: Dinámica inconsciente de las familias reconstituídas

 

 

 

Isidoro Berenstein

 

 

Este trabajo nos introduce en esta peculiar matemática que habla de las operaciones inconscientes en el orden intersubjetivo. Se trata de familias reconstituídas, es decir que pasaron por una restructuración vincular y se reconstruyeron o reconstituyeron. Quisiera plantear una cuestión de comienzo y es la posibilidad, aunque difícil de aplicar, el principio de intercambio, tal como lo habíamos hecho para la constitución de las familias. Así se trata de una re-constitución. LO que hace obstáculo es pensarlo entre las familias que ahora intercambian dos de sus sujetos: los cónyuges separados. De un golpe se instituyen los dos componentes antecesores del progenitor, el genitor y el pater. Cada familia reconstituída lo juega inconscientemente de distinta manera, o el padre separado pasa a la categoría de genitor y la segunda pareja es llevada a ocupar el lugar de pater o Mater pero diferenciado de quién los concibió o a la inversa. Esto tiene como consecuencia, sea un cambio vincular y un cambio psíquico y una obligación de trabajo mental como luego veremos. Y otra consecuencia se refiere al criterio de adopción. La descripción de la página 2 dice:

Esta familia se constituye a partir del proyecto de una pareja fundante, pero que a diferencia de una familia convencional, aporta e incluye hijos de otras uniones, que se ven forzados a aceptar en el lugar de padre o de madre a otro que no es su padre o madre biológico, con quien no tiene vínculos de sangre, y además convivir “fraternalmente” con hermanos que no lo son.”

Se ha dejado el concepto de adopción como una descripción restringida a los hijos no propios. Juana Gutman me indicó una vez que una familia debe adoptar a su terapeuta y recíprocamente este a aquella. Así “adopción” viene a ser un paso mental que apoyándose en el derecho civil se separa para constituirse en un nuevo acto psíquico en la constitución del vínculo, y mucha más en la reconstitución. La cual heredará los problemas no resueltos en la constitución que se intentará resolver en la nueva pareja y familia, sino irá en camino de la repetición. De esta manera es posible extender la adopción: se adopta un marido o una esposa, un padre o una madre. En la página 6 cuando Myriam considera el conflicto de lealtades en el ejercicio de las funciones paterna y materna, señala la lealtad hacia los padres biológicos. Ya consideré en otro lugar, el apoyo de la convicción de pertenencia familiar en la marca llamada de sangre, área que la mente considera fija, inamovible y por lo tanto, no sujeto a revisión ni análisis. He hallado mucho más de lo que hubiera imaginado previamente creencias delirantes circunscriptas acerca de la filiación, en pacientes con otro tipo de sufrimiento. La lealtad en el vínculo de sangre puede erigirse como una defensa ante el contacto con el otro en un vínculo incipiente. El vínculo de sangre, denominación fuertemente antropológica cubriría el área de lo que llamamos relación de objeto a la cual el Yo puede volver al servicio de la defensa ante el contacto vincular con el otro.

Quizá los términos “madrastra” o “padrastro”, ciertamente peyorativos, refieran al rechazo siempre presente a admitir el nuevo contacto y la reapertura del proceso de adopción fuertemente acentuado en las familias reconstituidas. De cualquier manera y siguiendo con el trabajo, sugeriría que no pocas veces “las normas impuestas desde la nueva estructura son difícilmente aceptadas”… y circulan nuevas leyes. Sugeriría que donde una nueva ley no es aceptada probablemente la anterior tampoco lo fue, es decir que no hay nueva ley sino la anterior y sus conflictos actualizados con los nuevos representantes.

Ciertamente las familias reconstituidas replantean la dimensión que planteé en el Complejo

de Edipo, las dimensiones del parecer y el pertenecer.

La ilusión del parecer parece obligar a un nuevo trabajo en estas familias, al igual que la lealtad.

La ilusión del parecer parece obligar a un nuevo trabajo en estas familias, al igual que la lealtad. ¿A quién se parecerán los hijo? ¿Aceptarán “parecerse” y mirarse en el esperjo de la nueva familia, nueva pareja? ¿Es posible sin pasar por un serio sentimiento depresivo vinculado a la pérdida de la ilusión de unicidad sostenida por los padres y los hijos y la sangre como inherente al vínculo? Dice el material:

“Diego resiente a Ana porque es la esposa de su papá pero no es su mamá. Puede aceptar que María y Blanca sean sus hermanas (que no lo son), pero no que Ana sea su mamá.

 

Desearía citar un párrafo de la familia. Una visión etnológica del parentesco y la familia, por Francoise Zonabend, en Historia de la Familia (Alianza Editorial, Madrid, 1988), 24.

“Así pues cabe decir que un consanguíneo es alguien a quien la sociedad define como tal y

que el vínculo sanguíneo, en sentido genético, no entra para nada en la definición, aunque en general tiende a coincidir en la mayoría de las sociedades del mundo” (Fox, l967, 34). La adopción, que es una forma de establecer parentescos muy extendida en todo el mundo, aporta otra prueba fehaciente. Aunque no existen lazos de sangre entre el hijo y los padres adoptivos, éste se convierte a efectos legales en hijo suyo y se le trata, jurídica y socialmente, como si aquellos lo hubieran engendrado.

El parentesco, aunque tenga en cuenta los condicionamientos biológicos de la concepción y la procreación, se presenta en todas partes como un hecho esencialmente social, objeto de manipulaciones y elecciones de orden simbólico. Así es como las sociedades han creado sistemas de parentesco que se conocen en el mundo, es evidente, pues, que éstos “no exiten sino en la conciencia de los hombres”. ( Levi-Strauss, 1958, b.p.61)

 

Lo cual habría que entenderlo como del orden del significado inconsciente y lejos ya de la cualidad supuestamente biológica.

Pasaré ahora a la consideración del “cuerpo”. Aquí Myriam nos introduce en un territorio problemático. “Cuerpo familiar enfermo” dice como una manera de hablar de los síntomas en el área corporal de los diferentes sujetos, problema cerebral de Jaime, problemas asmáticos en Ana así como en Diego. Hablamos del cuerpo como algo ciertamente recortado, como una entidad fantasmática relacionada con el cuerpo erógeno; hablamos de cuerpo vincular, la autora agrega cuerpo familiar en la página 6.

Mientras leía el trabajo pensaba que el cuerpo del relato, el cuerpo como objeto de enunciación deberíamos poder diferenciarlo del cuerpo que enuncia. El cuerpo del relato como diferente al relato del cuerpo que admite esa segmentación dada por la piel o algún tipo de piel. Segmentación diferente de la fragmentación: en la página 7 el parágrafo está encabezado como La familia como un cuerpo fragmentado, aludiendo a al dificultad reiterada de poder juntarse, de poder emplear otra matemática que la de tres más tres.

Pero donde el cuerpo se junta con la pertenencia es en la puesta en juego de lo transubjetivo. No debiera entenderse como distintos aspectos a resaltar sino como un conjunto siempre presente pero que uno alumbra parcialmente. Voy a la página 4 donde Jaime habla de “un amigo que tuvo cinco síncopes, compañero de militancia peronista. Se comió y bebió todo…” Un aspecto de la pertenencia hablada como una entidad devoradora. Lo cual da lugar a una hermana desaparecida de Jaime. El dice: “No es desaparecida. El cuerpo sí…” Estaba embarazada, un cuerpo dentro de otro cuerpo, así como uno está incluido en la pertenencia que lo contiene y alimenta la identidad. De allí que puede devenir de una representación que alimenta en una que devora. Puede devorar la representación, puede hacerlo con las palabras. Entonces comienza a haber una sincronía mortífera: desapareció el familiar y entonces desaparecen las palabras, extraña identificación con el perseguidor. Opera en la familia un sistema equivalente al social, al encubrimiento, de suicidio al significado de “buscar suicidarse” como está referido respecto del amigo militante. La pertenencia mortífera consiste en devorarse, tragarse el discurso social y asimilarlo y enunciarlo como propio, enunciado por el padre: “Ya se murió, y de eso en esta casa no se vuelve a hablar”. Privado de la representación de palabra. Queda abierto el camino para las representaciones del cuerpo, con el cuerpo o en el cuerpo. ¿De quien o de quienes? Allí cada uno ha de optar por la identificación. Por ejemplo, cuando Jaime dice, describe que Miguel tenía una enfermedad congénita y estaba muy desnutrido y Teresa, su madre, la ex esposa de Jaime, decía que se estaba quedando sin pecho, ahí es donde se hace cargo él.

El relato va distribuyendo personajes amenazados de ser devorados, el pecho de Teresa que deja los aspectos infantiles desnutridos allí donde la pertenencia social es un verdadero alimento mental y vincular, en tanto fuera pasible hacerla pasar por palabra, lo cual quiere decir, como decía Sara Amores que se hace en su pueblo, llamar al pan, pan y al vino, vino,llamar al suicidio, suicidio y al homicidio, homicidio, hablar de la agresión social y no silenciarla como dijo el locutor social que fue el padre.

[1] Trabajo para Miembro Titular, publicado en la Revista de la AAPPG, Tomo XV, 1991

 

[2] Hoy, 2010, hablaríamos más bien de familias ampliadas, puesto que reconstituidas remite a la necesidad de rearmar un orden anterior que ha sido roto. Hoy haríamos más bien énfasis en una nueva construcción vincular. (Nota de la autora).

 

[3]Psicóloga, Miembro Titular de la AAPPG, Corresponsal en el exterior de la AAPPG myriam.alarconj@gmail.com   Carrera 5No.92ª-61 Bogotá, Colombia   57-1-6218448

[4] Aguantarnos.

[5] De mal humor.

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