Separación y Nuevas Organizaciones Familiares

MYRIAM ALARCON DE SOLER, M. A.

Psicóloga Clínica, Especialista en Pareja y Familia

La familia actual enfrenta con mayor frecuencia que hace algunos años el fenómeno de las separaciones matrimoniales y como consecuencia lo que se ha dado en llamar, nuevas organizaciones familiares.

En esta breve comunicación quiero abordar algunas de las dinámicas más sobresalientes de estas situaciones, y su consecuencia en los miembros de toda la familia.

 

1.La separación y los acuerdos inconscientes

 

La pareja matrimonial se constituye a partir de un acuerdo consciente de mantenerse “juntos para siempre, hasta que la muerte los separe”. Se plantea así un proyecto vital compartido, del cual la expresión más acabada la constituyen los hijos, pero también se expresa en otros proyectos comunes como los bienes económicos, el desarrollo profesional, viajes, etc.

Así, la pareja se define por un proyecto vital conjunto, el compartir de una cotidianeidad ( que por otra parte es generalmente lo último que se rompe en una separación ), relaciones sexuales, y una promesa de fidelidad o en todo caso de ser el uno para el otro un objeto de privilegio afectivo. Asímismo, se desarrollan distintas dependencias, emocionales,sexuales y económicas.

Desde lo inconsciente, las parejas sin saberlo han establecido un acuerdo de amparo incondicional donde una de las condiciones es llenar lo que no se tuvo en la infancia. Este acuerdo de incondicionalidad es lo que se rompe en las crisis, y al no poderse replantear otros acuerdos, desemboca en la separación. La pareja experimenta la dificultad de sostener una relación que no cumple las funciones inconscientes para las cuales fué creada.

Esto explica la sensación de traición que con frecuencia aparece en las separaciones. Junto con el dolor y la rabia surge una sensación de profundo desamparo, de extrañamiento , de perder una parte de sí mismo, que ni los mismos conyuges esperan o entienden.

Puesto que la separación se ha anticipado generalmente como una liberación se hace muy dificil comprender que surjan estos sentimientos de profundo malestar. Y es que la separación cuestiona los cimientos mismos de la identidad. Quien soy yo sin mi pareja? Es la pregunta que flota en el ambiente.

La separación conlleva sentimientos profundos de fracaso, que disminuyen seriamente la autoestima. Este fracaso se vivencia consigo mismo pero también frente a los hijos en primer término y en segundo término frente a las familias de origen y al grupo social. Esto es lo que lleva a que la separación se mantenga con frecuencia en primer término oculta. La exigencia social es de formar y sostener una familia, y esta condición se rompe con la separación.

La separación es vivida con culpa y verguenza. El grupo referente social se divide en opiniones en pro o en contra . Se culpa a uno de los dos conyyges, buscando explicaciones facilistas que permitan encontrar una justificación simple a un fenómeno mucho más complejo.

Y es que finalmente una separación se produce por una dinámica construída entre dos, desde las dinámicas familiares de cada uno y desde la combinatoria particular que esta pareja ha constituido.

Esta comprensión lleva entonces a alejarnos de explicaciones simplistas que lo único que ocasionan es un mayor maltrato para toda la familia.La separación pone en blanco y negro conflictivas que a veces habían venido soterradas por años.

El conflicto abierto que emerge con las familias de cada uno muestra a veces la relación de dependencia infantil que se ha sostenido con ellas , impidiendo una construcción más adulta e independiente del vínculo de pareja. Prima así la relación con la familia de origen sobre la relación de pareja y con frecuencia es la oportunidad para que los conyuges retornen a la casa paterna, volviendo a asumir el rol de hijos.

La construcción de una pareja atraviesa una compleja compleja trama que supone dejar la casa paterna para constituir un nuevo hogar. Esto implica una separación de los padres y una ligazón hacia la pareja, ocupar el lugar de esposo y esposa y luego padres de sus hijos. Este situación genera conflictos de lealtades, que se expresan en palabras tales como “primero tuve mamá que marido”. o “mamá que esposa”. Cuando esta situación de conflicto no encuentra una salida adecuada, los conyuges, que nunca dejaron de ser hijos vuelven al hogar de los padres.

 

2.La separación y los hijos

 

En la separación los hijos por su parte entre dos fuegos. Quieren a sus padres y por lo tanto no pueden elegir. Elegir significa perder a uno de ellos, lo cual se constituye en una elección imposible. Sin embargo la dinámica de las separaciones envuelve a los hijos, y estos se contituyen alternarivamente en consejeros, jueces, aliados y en todo caso víctimas.

Algunas veces deben asumir el papel de padres de sus padres. Otras veces son llevados a ocupar el lugar del que se va del hogar, generalmente los hijos varones el lugar del padre, y las niñas el lugar de esposas en el hogar del padre. Otras veces corren con el peso de llevar y traer mensajes del uno y del otro, o de espiar lo que el otro hizo. Separación no significa necesariamente desligarse, y una manera de sostener la relación, así sea cargada de odio, es a través de los hijos.

 

3.La pareja conyugal y la pareja parental

 

Lo que ocurre es que a semejanza de los terremotos, la separación es un fenómeno que envuelve a toda la familia. No podemos pensar que porque la pareja se separa esta separación se asume por decreto.

La separación es un proceso largo y doloroso y se constituye casi en un imposible puesto que los conyuges se deben separar de alguien del cual no se pueden separar. Quiero decir con esto que los hijos crean entre los conyuges un lazo indisoluble: el hijo será por siempre hijo de esta pareja. La pareja se separa como pareja conyugal , pero no puede separarse como pareja parental.

Es muy importante que la pareja alcance una diferenciación entre la parentalidad y la conyugalidad. Muchos la vivencian como “un paquete”Por ejemplo, un hombre deja a la mujer y a los hijos, puesto que no puede pensar un vínculo sin el otro. El vinculo con los hijos es un vínculo de sangre,y por lo tanto indisoluble; el vinculo de pareja es un vínculo de alianza y por lo tanto puede ser disuelto.

Es muy importante que en las separaciónes los hijos puedan tener la certeza de conservar a ambos padres, y que a pesar de las dificultades que pueda haber entre ellos, el amor por los hijos se mantiene.

 

 

4.La separación y el contrato social

 

El conyuge es una persona sumamente significativa en la vida del otro. El matrimonio es una experiencia inaugural que cumple una función dentro del ámbito social. La sociedad espera que sus miembros se casen y tengan hijos. Cuando no se cumple este requisito, el individuo es marcado. El “solterón” es presionado para que se case, el que no tiene hijos, para que los tenga, el separado para que vuelva a casarse. El matrimonio se vuelve así una camisa de fuerza invisible que envuelve a todos los miembros de nuestra sociedad.

La separación rompe ese contrato social, y produce malestar a nivel individual y a nivel social . Las personas separadas expresan la sensación de ser discriminados dentro de un mundo que se plantea como un mundo de parejas. Esto implica para muchos la necesidad de volver a establecer una red social de pertenencia que no siempre es fácil de lograr.

 

5.Nuevas organizaciones familiares:

 

Hoy día son muchas las personas que vuelven a organizarse en pareja,unas veces van a vivir juntos, otras se casan por lo civil en otro pais, otras despues del divorcio se casan frente a un notario, otras hacen pareja pero no viven juntos. Otras personas vuelven a hacer pareja despues de quedar viudos.Todas estas modalidades conlleva dinámicas particulares que es importante tener en consideración.

Estas nuevas organizaciones familiares llevan el peso de la unión anterior y la presencia de los hijos del primer matrimonio constituye un testimonio vivo de esta historia.

Muchas de estas parejas se constituyen a partir de un propósito consciente de hacer borron y cuenta nueva. Sin embargo el resultado que se observa es que con frecuencia estas nuevas uniones no son valoradas por la sociedad ni por los mismos conyuges de la misma manera que fueron valoradas las primeras relaciones. Cargan así con un halo de “segundo lugar” que es muy penoso para todos.

La segunda pareja viene a ocupar en la estructura familiar un lugar ocupado por otra persona. Sea porque el primer conyuge esté muerto o ausente por separación su presencia sigue teniendo efectos insconcientes en la estructuración de este nuevo vínculo. Las segundas parejas reportan con frecuencia una sensación de “ilegalidad”, de incomodidad que no saben como nominar. Los hijos del primer matrimonio cargan sobre sus espaldas el peso de expulsar a la intrusa, o al intruso. La nueva pareja se encuentra atrapada en la necesidad de ocupar un lugar de otro,idealizado y atravesado por sentimientos ambivalentes de amor odio. Se convierte fácilmente en el chivo expiatorio de los conflictos no resueltos del vínculo anterior y del duelo no resuelto. Tiene la sensación de no tener un lugar propio, ni desde la pareja, ni desde los hijos de esta, ni desde las familias de origen, ni desde la sociedad. Los hijos se encuentra en el vórtice de un conflicto de lealtades. Si aceptan a la nueva pareja de uno se los padres traicionan al otro. Y si no lo aceptan esto se marca como rebeldía y traición hacia el que se ha organizado nuevamente. Otras veces quedan colocados en la situación de dar su veredicto de aceptación o rechazo a la nueva pareja. Quedan confundidos las jerarquías y los lugares.

 

A pesar de movernos en una sociedad donde el divorcio y los nuevos matrimonios se aceptan desde la ley, los prejuicios alrededor de este tema producen sufrimiento dentro de estas organizaciones familiares.

Incluso, hace algunos años hablabamos de familias reconstituidas, lo cual implicaba un prejuicio desde el uso mismo del lenguaje.

La toma de consciencia de esta compleja dinámica puede a ayudarnos a todos a identificar las carácteristicas de una problemática que con frecuencia es negada o desmentida por los protagonistas y por la sociedad en general.

 

 

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