Infidelidad en la Pareja Conyugal

INFIDELIDAD EN LA PAREJA CONYUGAL

 

DISCUSION

MYRIAM ALARCON DE SOLER

XII CONGRESO LATINOAMERICANO DE PSICOTERAPIA ANALITICA DE GRUPO

Noviembre 22 , 23 y 24 de l996

 

Ha resultado muy interesante escuchar estos tres trabajos que apuntan al tema de la infidelidad desde diversos puntos de vista..

El trabajo titulado “La Infidelidad en los tiempos de la Posmodernidad”, presentado por los colegas de Córdoba, plantea el efecto de los atravesamientos transubjetivos en el tema de la infidelidad, y propone que la infidelidad es facilitada hoy día por la cultura, una cultura que propone relaciones desechables y etéreas.”El modelo vigente tiende a la evitación del dolor psíquico y a la negación de las crisis como forma de congelar el tiempo y el espacio negando los cambios y las modificaciones inherentes al crecimiento y a la vida”. Simultáneamente proponen la infidelidad como un intento de resolver la tendencia monogámica que en sí misma plantea una situación paradojal: generadora de insatisfacción por lo errático del deseo y por otra parte, remite al la fantasía de ser único para el otro. Por una parte, la infidelidad intenta eludir el dolor psíquico inherente a las limitaciones de las relaciones humanas y al mismo tiempo cronifica el conflicto.

 

El trabajo de los colegas de Rosario, “Infidelidad, un destino de la pareja conyugal”, propone una “Metapsicología de la Infidelidad, centrándose en tres tópicos relevantes: el macrocontexto con sus ideales y metaideales; el deseo y el narcisismo. Retoma la propuesta de Sara Moscona : la infidelidad manifiesta corresponde a la fidelidad a la familia de origen. Hablar de destino, remite al ámbito de lo ineludible, de lo que nos persigue inexorablemente. Al igual que el primer trabajo, retoma el tema de la paradoja, de la resolución de lo imposible. Me resultó particularmente interesante la descripción de las paradojas a las cuales está abocada la pareja conyugal: obligación de pertenecer- opción de elegir, fusión-separatividad, placer-sufrimiento, endogamia-exogamia, y el analisis de los ideales y la infidelidad como un “recurso “ para sostenerlos.

 

El trabajo titulado “La Carta: Horizontes del cambio Posible”, presentado por los colegas de Uruguay, apunta a la clínica de la infidelidad, y a los cuestionamientos técnicos que este tema siempre propone. Plantean: “Pensamos que la regla de abstinencia, la neutralidad, y las consecuencias éticas que implican están en un dinámico cuestionamiento y replanteo, en función de los nuevos modelos y dispositivos de abordaje que la cínica demanda.” El planteo a partir de la clínica confronta al analista con cuestiones que conmueven y cuestionan, especialmente en un caso como éste que a mi juicio se relaciona más con un planteo ético que técnico.

El trabajo clínico me suscitó algunas inquietudes. Circula en esta pareja el tema de la infidelidad pero sobre todo el tema de la mentira y más grave aún el de la desmentida, con consecuencias enloquecedoras. El profesional funciona allí como una mente discriminadora, cuyo compromiso, en todo caso, está en favor de la verdad.

Los tres trabajos convergen en plantear la infidelidad como producto de la dinámica vincular. El trabajo de los colegas de Rosario apunta más hacia el conflicto de estructura. Recordemos aquí, que Sara Moscona, en su trabajo “Infidelidad o Infidelidades de la Pareja Conyugal” habla del conflicto del deseo como condición de estructura. El trabajo de Córdoba apunta más hacia lo transubjetivo y a los efectos de los valores imperantes en relación con el parámetreo de la monogamia.Los tres trabajos implicar el dolor psíquico que de una u otra manera ocasiona la infidelidad si bien la entendemos como un producto vincular.

Los trabajos mencionan el tema de la paradoja. Seguramente lo paradojal de la relación de pareja se centra en el conflicto entre abandono y ahogo, descrito por Freud en Enamoramiento y Amor, cuando habla de la metáfora de los puerco espines. Ilusoriamente los seres humanos queremos conservar la libertad que nos brinda un vínculo estable, con la libertad y el reaseguramiento narcisista que brinda una relación de amantes donde prima la elección narcisista.

 

Hace ya varios años, en el Primer Congreso Argentino de Psiconalisis de Familia y Pareja, Sarita P. de Berenstein presentó un trabajo sobre la Infidelidad en la Pareja Conyugal. Me llamó la atención la nutrida concurrencia de público. Era un salón pequeño, y los profesionales estábamos agolpados para escuchar. Esto contrasta con lo escaso de la literatura psicoanalítica sobre el tema. Cual es el cuestionamiento fundamental que esta temática plantea? Tal vez, la sinsalida a una situación propuesta como paradojal. Como han dicho los colegas, es un tema del que se ha ocupado mucho más la literatura que el psicoanalisis. Ana Karenina, Madame Bovary son algunos de los clásicos. Poco se ha dicho desde lo psicoanalítico, a excepción de los trabajos de Puget, Moscona y Pachuck. Seguramente lo paradojal que plantean los autores sea la explicación de este silencio. Es un tema que está atravesado por la cultrura y que ocasiona profundas reacciones contratransferenciales, que obviamente remontan a los conflictos personales y conyugales del analista. De ahí la importancia de los análisis vinculares para el analista de pareja y familia.

Puget en su trabajo reciente :” El analista y las vicisitudes de la Monogamia. La infidelidad como la resultante de un intento por “responder a varios amos, amo del deseo, amo de las imposiciones

transubjetivas y el mantenimiento de un vínculo estable mediante renuncias a otras posibilidades que otorga la vida”. Con su claridad de siempre sintetiza algunos de los aportes de los trabajos de hoy.

En un trabajo de l989, titulado: Historia, Crisis y Proyecto en la Pareja, Diana Scheneiderman y yo proponíamos la “infidelidad como una crisis desplazada, un intento de restablecer un orden previo, buscando la resolución de la crisis de pareja en un vínculo fuera del vínculo conyugal.” Desde el enamoramiento se propone como eterno un amor que en todo caso es humano. Cronos y Kairos se confunden. El tiempo de intención queda subsumido en el tiempo cronológico. El para siempre de los amantes, sostenido por la omnipotencia contrasta con la finitud y la angustia de la vivencia de tiempo limitado, y agregaría , de relaciones limitadas.

Carolos Pachuck nos dice que el sida resignifica la infidelidad. “El sida asocia de forma directa el goce con la muerte y marca un salto de lo metafísico a lo real.” Propone varias contradicicones:”Por un lado hay una contradicción entre la prevención del sida y la infidelidad. Por otro lado entre fidelidad y erotismo, en un contexto hedonista que promueve el placer sexual y la fobia al contacto como la última defensa a la vida.”

 

Dice Luis Carlos Restrepo, filósofo colombiano, en su libro “el Derecho a la Ternura”: “Son tantas las demandas encontradas que caen sobre la pareja moderna, que construir una relación de pareja parece por momentos una tarea imposible. A más de tener que resolver en unos pocos metros cuadrados lo que la humanidad no ha podido resolver durante siglos, que es la batalla de los sexos, ahora nos toca ser Romeo y Julieta, con la rutina y constancia que impone la vida de familia. Agregemos a esto la imposición de la amistad, que entre los antiguos siempre estuvo separado de la conyugalidad. Y por último, la carga de gestionar un patrimonio mutuo y la tarea de ser padres. Con

estos ingredientes, cada uno de nosotros debe proceder a cocinar su propia versión de pareja, que explotará posiblemente como un bomba atómica casera.”

 

INFIDELIDAD, SECRETO Y CONTRATRANSFERENCIA

 

Al mismo tiempo que la infidelidad parece ser una suerte de destino que intenta resolver la paradoja entre el deseo y la necesidad de pertenecer y ser únicos, el terapeuta de pareja se encuentra ante la paradoja de callar y así parecería transformarse en cómplice, o en develar lo que sabe y transformarse así en delator. Quedaría así incluido en ese triángulo imposible del que mira sin poder hablar.

 

Conocimiento- Desconocimiento:

Desde la vertiente del conocimiento, generalmente el otro “sabe” a algún nivel que su pareja le es infiel. Desde la transferencia el analista percibe con frecuencia lo que el otro de la pareja “sabe” pero no puede reconocer que”sabe”, un malestar sin nombre que la pareja calla. Así, el terapeuta es convocado como juez, o como develador de un secreto que la pareja prefiere ignorar. El destino del analista se torna así en el de los mensajeros de la antigüedad: inmolado, por lo menos en su función analítica, por develar lo que está propuesto para ser callado.

La función del analista es acompañar a la pareja en un proceso de conocimiento, una búsqueda de

significados conjuntos donde se genera un espacio de escucha compartida. Su compromiso ético es con la verdad.

Puget y Wender propone la diferencia entre secreto y secretear, aludiendo a la diferencia del contenido y la función. La función del secretear excluye al otro que queda en el lugar del deseoso de saber, lo que por definición deberá permanecer oculto, para que se sostenga la función.

La infidelidad conyugal es paradigmática del secreto. Desde el narcisismo se niega el dolor psíquico que su existencia desencadenaría y se generan múltiples mecanismos, desde la mentira hasta la franca desmentida. El que detenta el secreto es el que se propone desde el poder como el que retiene un saber que pertenece al vínculo. Es en este lugar en el que muchas veces queda colocado el analista.

Propongo entonces diferenciar entre lo secreto y lo privado. Secretear es un mecanismo que

excluye a alguien de un saber que por definición le pertenece. Si la pareja está basada en un compromiso de fidelidad, el conocimiento acerca de la transgresión le pertenece.. Pero en todo caso, con frecuencia, en aras de evitar un dolor se propone la complicidad o la desmentida, con consecuencias diversas. Lo privado es lo privativo de un espacio vincular y este espacio no pertenece a otros.

Esta propuesta tiene consecuencias técnicas. Un dispositivo individual no puede transformarse en un dispositivo vincular.

He planteado que un punto a considerar en el tema de la infidelidad, y uno de sus sustratos inconscientes, el secretear, es la sensación de entrampamiento contratransferencial que propone al analista.

Se puede hablar de esto en las sesiones de pareja o no se puede hablar de ello cuando no es explícito. La infidelidad afecta el espacio relacional y el analista percibe lo que también percibe el

otro polo del vínculo, pero que no puede decir o reconocer, y lo que el otro actúa pero tampoco dice

Queda sin embargo una cuestión por dilucidar: si la infidelidad surge de la necesidad de un espacio personal, como conjugar esto con el espacio relacional.

 

Los terapeutas de pareja y familia “nos cuidamos” de no involucrarnos en los secretos. Puede el analista cuidarse de los secretos? Esta pregunta plantéa un equívoco. En primer término que quiere decir cuidar. Cuidar no es lo mismo que desconocer. El analista no puede cuidarse de tomar contacto, junto con el paciente, de material conflictivo o doloroso. Cuidarse tampoco quiere decir que en la clínica pueda evitar intervenciones o interpretaciones que puedan desencadenar reacciones agresivas o difíciles por parte de los pacientes.

El espacio de terapia individual se idealiza como un espacio que no propondría este conflicto. El evitar sesiones individuales no nos evita “conocer” o “involucrarnos” en los secretos vinculares. En todas las terapias hay secreto. El terapeuta desde sus funcionamientos infantiles, desde sus conflictos conyugales, desde su propia historia familiar, desde sus valores y desde su atravesamiento transubjetivo queda inmerso en la trama del secreto de la infidelidad. Como dije, o conoce el secreto y es cómplice ( lo cual genera una amplia gama de sentimientos, desde satisfacción vicaria hasta censura) o el lugar del que no lo conoce, y es excluido y burlado como el conyuge. Ej: en una ocasión una paciente, quien había estado en terapia de pareja por un tiempo, y que habían consultado por infidelidad del marido, llama a la terapeuta a decir: “Nos pusieron los cuernos; Pedro sigue saliendo con María”.

El T funciona como un tercero en el juego de la infidelidad. Es la función del secretear la que lleva al T a quedar incluido o atrapado en esta dinámica vincular. La sinsalida para el analista queda plantada desde un falso supuesto: hay verdades que dañan y hay que ocultar a cualquier precio. Propongo que lo que daña es la censura, el supuesto de tener que cuidar a otros de saber. El derecho de permitir o no el acceso al saber no es función del analista. Su función en todo caso es proveer un espacio de reflexión y análisis, un espacio de encuentro. El entrampamiento para el T es creer que puede develar lo secreto como contenido. Si el secretear está sostenido desde el inconsciente, lo que pretende el analista es el acceso a las motivaciones inconscientes que lo sostiene. Lo que el analista podrá en todo caso es señalar la herida narcisista que el secreto pretende ocultar y el maltrato vincular que esta situación genera.

 

En síntesis, propongo retomar la discusión sobre tres ejes principales:

 

1) La infidelidad como destino de la pareja conyugal.

2) La influencia de la cultura postmoderna en el parámetro de la monogamia.

3) Los cuestionamientos técnicos, y agregaría yo, fundamentalmente éticos y contratrsnferenciasles que este tipo de problemática plantea.

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