Historia, Crisis y Proyecto en la Pareja, 1989

 HISTORIA, CRISIS Y PROYECTO EN LA PAREJA*

Myriam Alarcón de Soler**

Diana S. de Altaraz***

 

INTRODUCCION

Las crisis, tanto individuales como colectivas, personales o históricas, designan situaciones en las cuales la realidad humana emerge de una etapa relativamente organizada, para ingresar en una fase acelerada de sus existencia, fase llena de peligros pero también de posibilidades de renovación. En virtud de tal crisis se abre un abismo entre un pasado que no se considera vigente y un futuro que aún no se vislumbra. O parafraseando a Gramsci: “La crisis consiste justamente en que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer.”

 

Kaes nos dice:” la característica principal de las crisis es aparecer de manera inesperada y en la masividad de lo único. Es disruptiva y nos introduce en la crítica misma de la vida. A través de ella misma y de sus elabororaciones permanentes accedemos al funcionamiento peculiar del psiquismo humano. El hombre adquiere su especificidad por la crisis y por su precaria e infinita resolución. No vive sino a través de mecanismos anticrisis, ellos mismos portadores de crisis ulteriores, y su historia transita entre crisis y resolución, ruptura y sutura.”

 

En un trabajo anterior dijimos: “Las crisis son vividas por el hombre como introductorias, caóticas, inesperadas. Involucran un territorio psíquico amplio. Mientras suceden no hay palabras para nominarlas. Producen dolor psíquico y promueven vivencia de muerte, sumen al yo en un estado de indefensión y desamparo. Por último remitirían a cicatrices históricamente no significadas”. (l988) Tal vez su carácter disruptivo y devastador, comparable a un terremoto, promueva en el hombre fantasías de un mundo idealizado, sin guerras, ni violencia, ni destrucción, en fin sin crisis.

 

Dice Edgard Morent: “Ninguna cosa organizada, ningun ser organizado puede escapar a la degradación, a la desorganización, la dispersión. Ningún viviente puede escapar a la muerte. Los perfumes se evaporan, los vinos se pican, las montañas se aplanan, las flores se marchitan, los vivientes y los soles retornan al polvo…”

 

Llevado esto al plano de la pareja, parece imposible pensarla sin pensar en crisis. Y sin embargo no dejamos de añorar ese estado de enamoramiento inicial, que nos habla de esa fusión entre dos seres donde no hay cabida para la diferencia, para la desilusión , ni para el dolor de la diferencia. La historia de Romeo y Julieta nos recuerda que es preferible morir de amor a tolerar las crisis inherentes a la constitución de la pareja.

 

 

* Trabajo presentado en el XXII Congreso Interamericano de Psicología, Junio de l989, Buenos Aires.

 

** Psicóloga, Master en Psicología Clínica, Miembro Adherente de la AAPPG.

 

*** Lic en Psicología, Miembro Adherente de la AAPPG.

 

 

 

 

Sostenemos que “la pareja entre en crisis cuando se ven amenazados los acuerdos inconscientes que sostienen el vínculo” (l986). Se intenta recrear los acuerdos desde los aspectos más regresivos de la pareja. La salida de las crisis vinculares puede ser la repetición de modos de funcionamiento arcaicos o la elaboración de estos aspectos hacia una modalidad más evolucionada del vínculo.

 

REPETICION, HISTORIA E HISTORIZACION DE LAS CRISIS VINCULARES

 

Los acuerdos inconscientes de una pareja surgen de la combinatoria de la estructura familiar de cada uno de los miembros. La historia individual, unida a un momento singular de la vida de cada uno y del contexto social producirán un ensamblaje único en la vida de cada pareja. La elección que cada uno haga de otro remitirá a las historias de los conyuges, a las características de su estructura familiar inconsciente, y al lugar que ocupa dentro de esta estructura, desde la cual se anticipa un lugar disponible para la pareja psoble. Este lugar virtual, denominado desde lo manifiesto como marido y mujer está signado desde la EFI anticipando su destino: reedición o elaboración de los conflictos vinculares de las estructuras de parentesco.

 

Según Evelyn Granjon , la elección del otro está referida a una cuenta pendiente de la historia de la propia familia de origen. Es así como una pareja se une para saldar y restaurar las deudas o cicatrices que no pudieron ser resueltas en una o varias generaciones anteriores, deuda que a su vez es transmitida a las generaciones posteriores.

 

Resaltamos el conflicto nunca resuelto entre el vínculo de alianza y el vínculo de filiación como punto nodal de las crisis vinculares, conflicto descrito ampliamente descrito por Isidoro Berenstein. Este conflicto de lealtades aparece entre permanecer unidos a las familias de origen o hacer un orden propio en el vínculo de alianza. Conflicto entre vínculos que parece encontrar resoluciones parciales: ser como “ellos”, ser como “yo quisiera”, ser como “nosotros queremos, aunque ellos no lo quieran”, problemática que es expresada en estos términos pero que atañe a la estructura profunda del vínculo de alianza. Así, se elige un marido o una mujer para salir de la endogamia o para permanecer en ella.

 

 

ESPACIOS DE INTIMIDAD

 

Uno de los elementos que suele traer conflicto en la pareja es el desarrollo de proyectos individuales, los cuales parecen a veces irreconciliables con el proyecto conjunto de la pareja.

 

Como producto de la herencia cultural , al formar pareja la mujer siente con frecuencia que ha pasado del padre al marido sin haber logrado un espacio individual. Otro tanto puede ocurrir con el hombre, quien se siente cargado de responsabilidades económicas y afectivas que coartan su individualidad. Se imagina así una vida sin pareja, sin hijos, sin ataduras, generando un espacio mítico ilusoriamente libre de conflicto. Conflicto entre la dependencia que genera un vínculo y el supuesto ilusorio de una independencia sin ataduras, que finalmente remite a la soledad.

 

Llamamos espacios de intimidad a un particular refugio intrapsíquico no compartible sino con uno mismo. Espacio habitado de soledades, sueños, fantasías, evocador de momentos infantiles, de personajes añorados que se reeditan en el tiempo actual. Estos espacios íntimos son celosamente defendidos por los cónyuges. Generalmente están representados por momentos de lectura, juego, descanso meditación o aburrimiento, siempre que sea sin la intervención del otro. Si estos momentos o espacios son tolerados, se podrá construir en la pareja un nuevo espacio de intimidad, ahora inherente al vínculo compartido por ambos. Si por el contrario, el espacio de intimidad individual es atacado por el otro se generan dinámicas diversas. Una podría ser la construcción defensiva de un vínculo hiperdiscriminado donde cada uno defiende un enclave personal. Es posible también que   se intente recomponer estos espacios de intimidad fuera de la pareja, a veces con un tercero, en lo que podría ser en algunos casos la génesis de la infidelidad, como un intento de preservar un espacio de individualidad en un vínculo que en un momento se carga de fusión tanática o de aburrimiento.

 

José e Ivonne llevan veinte años de casados, y hace un año se separaron.

 

J.: El departamento (de Ivonne) está muy lindo, faltan detalles, pero está muy lindo”.

 

I.:Si muy lindo, muy luminoso.

 

Ivonne se acaba de pasar a un apartamento, después de la venta de la casa compartida por

 

ambos. José en cambio, desde que se separaron, no ha podido encontrar un lugar propio.

 

Vive en casa de amigos, “ prestado”.

 

Hablan del departamento de I. como si fuera de ambos y aunque lo eligió ella, el pone

 

mucha energía también. Qué significa que José no tenga casa? Porqué no puede volver a

 

vivir con Ivonne? Porqué no parece haber un lugar posible para los dos?

 

El espacio vincular que esta pareja comparte ahora es la terapia. Después de casi dos años de trabajo terapéutico, José mantiene otro espacio guardado, fuera de la circulación de la pareja, como un desván que cuida y preserva celosamente de toda intromisión externa. Estará en este espacio particular aprisionado y detenido un otro tiempo añorado, pletórico de ilusoria libertad, equivalente al departamento de Ivonne, sola? Recreará esta pareja en la edad media de la vida otra vida más tolerable en tanto excluye de esta manera lo inexorable del paso del tiempo? Será esta la manera que encuentran ahora de preservar algunos aspectos sanos del vínculo , de compañía y cierta disponibilidad sin entrar en una relación de ahogo que empobrece y aprisiona?

 

CRISIS Y NARCISISMO: EL MALENTENDIDO INICIAL

 

Toda crisis se desencadena frente a la ruptura de un cierto equilibrio que hasta el momento le fue útil al sistema. Las crisis de pareja suelen aparecer frente a la ruptura de un cierto equilibrio narcisista. En una comunicación anterior dijimos: “Pensamos que la ruptura de los estados de fusión en la pareja produce crisis en tanto esta sume a cada uno de los miembros en un provisorio estado de indefensión , soledad y desamparo, a veces intolerable debido a la vivencia de que la crisis es irreversible. La sensación de inmediatez y de tiempo congelado puede ser extrema… El otro pensado irrumpe como diferente del otro real . Lo que durante la fusión produjo satisfacción y bienestar se torna ahora amenazante y extraño. Las cosas que antes unían ahora separan. Esta ruptura provoca no sólo un desilusión con el otro sino con la imagen que se tiene de sí mismo. Las crisis provocan la perdida de un estado de idealización pre-existente a la fusión, no compatible con la estabilidad vincular.” (l988)

 

Nunca el otro es como nos imaginamos. Siempre el contacto con el objeto real desilusiona, en tanto el pasaje del espacio intrapsíquico al intersubjetivo implica en sí mismo un reacomodamiento y minicrisis permanentes. Nuestro mundo de relaciones, de vínculos, implica de por sí una desilusión y a la vez un reencuentro. Si en lugar de predominar el reencuentro, el asombro, el Eros, predomina la desilusión, los vínculos se tornan empobrecedores y el conflicto tiñe la mayor parte de los intercambios vinculares. A veces las personas mantienen vínculos ilusorios durante toda la vida, preservados del contacto real con el otro. Recuérdese por ejemplo la obra de teatro “Cartas de Amor”, donde una pareja mantiene toda una vida de correspondencia, donde cada uno busca en el otro un otro que no existe.”Buscaba yo por encima de tu hombro a otro que no estaba allí…”

 

Una de las disfunciones de la desilusión es el malentendido.

 

– Te dije que no venía a almorzar.

 

– No, no me dijiste nada , por lo tanto supuse que vendrías. Te esperé una hora y luego

 

empecé a preocuparme y ni siquiera me llamaste por teléfono.

 

-Como te iba a llamar, si no sabía que me estabas esperando?

 

-Tendrías que haberte dado cuenta que si no te aviso no vengo.

 

Diálogos como este son frecuentes en la cotidianeidad de cualquier pareja. Berenstein y Puget dicen: “Cuando en una pareja uno de los dos prepara una acción tendiente a producir un determinado efecto en el otro, puede suceder que no encuentre al otro en una posición favorable .Se crea un malentendidp intersubjetivo que puede transformarse en reproche.” (l988)

 

-No notas nada diferente?

 

-No…nada. Ah, si… el perro lo bañaste al fín.

 

– El perro?

 

-No? No es el perro? Entonces no sé. Esto está todo igual.

 

-Es increíble. Por más que me esfuerzo no logro que pienses en mí, en mi. Me corté el pelo,

 

el pelooo.

 

Que es lo que él no puede ver? Un cambio? Un rasgo diferente en ella? Que es lo que ella intenta cambiar en el vínculo además del corte de pelo? Puede ser que por lo conflictivo que resulta en la pareja visualizar y efectuar cambios que suelen ser desencadenantes de crisis posteriores , estas se desvíen hacia otros objetos o acontecimientos de la cotidianeidad.

 

CRISIS PROTOTIPICAS

 

Denominamos crisis prototípicas a las evolutivas, a las crisis inevitables en el devenir de una pareja, signadas por las etapas de crecimiento, tales como el nacimiento de los hijos, edad media de la vida, crecimiento y alejamiento de los hijos, con su consecuencia de “nido vacio”. Es decir, incluimos bajo esta denominación las crisis determinadas por la marca inexorable del paso del tiempo. Estas crisis prototípicas tienen una expresión singular en cada pareja, de acuerdo a la historia de la misma. De ahí la importancia de incluir el elemento histórico en el análisis de estas crisis.

 

El nacimiento de los hijos suscita con frecuencia crisis vinculares. A una estructura que hasta ahora había albergado dos lugares, el de marido y mujer, se agrega de repente la necesidad de incluir tres más, con la consecuente complejización de funciones: padre, madre e hijo. El vínculo de alianza, más o menos desarrollado, se ve compelido a incluir el vínculo de filiación. En el mejor de los casos, el vínculo evoluciona hacia una mayor complejidad: se tolera el reordenamiento vincular, se amplían los lugares, emergen otras funciones. Los dos lugares iniciales se transforman en cinco, dando lugar a una familia: marido, mujer, padre, madre, hijo. Con la llegada del segundo hijo se agrega el vínculo fraterno.

Otras veces, hay una pseudo resolución de la crisis. Una de ellas sería la instalación de estructuras duales dentro del vinculo, con diferentes vicisitudes: desaparece el marido y la mujer y aparecen el padre y la madre. La pareja se transforma en pareja de padres, con denominaciones frecuentes entre ellos de “papi y mami”. El espacio de intimidad de la pareja se empobrece y en cambio se amplían los aspectos relacionados con las funciones de padres.

 

Otra vicisitud de pseudo resolución puede ser que se refuerce la relación madre- hijo y el marido queda fuera como tercero excluido. No es infrecuente entonces que aparezca la infidelidad por parte del marido. La dinámica inconsciente remite a que este establece una relación de reaseguramiento dual narcisista con una amante correspondiente a la relación dual entre la madre y el hijo. El hijo se transforma en rival del marido y pareja de la madre. Si esta situación se torna crónica, el marido cede el niño a la madre para que esta lo críe sola. Dentro del mismo orden de ideas, el padre puede hacer una alianza con el hijo o hija, y la madre queda como tercera excluida.

 

Una tercera posibilidad es que la pareja refuerce su vinculo de enamoramiento o fusión y continúen la relación sin incluir al hijo. Son parejas que continúan como “si estuvieran de novios” o “como si fueran amantes” y se ufanan de que los hijos “no les han hecho cambiar su vida”. El lugar del hijo queda anulado, y los padres no logran catectizarlo como tal.

 

La crisis determinada por la adolescencia de los hijos es también una crisis prototípica. Los hijos aparecen como competidores de sus padres puesto que los confrontan con el paso del tiempo, sus propias crisis de identidad, sus problemáticas sexuales hasta entonces dormidas se reactivan frente a la sexualidad de estos. Los padres pueden intentar enfrentar la crisis mediante una identificación con los hijos, negar el paso del tiempo y adoptar conductas “jóvenes” que lo que encubren realmente es una indiscriminación con los hijos. O por el contrario, se pueden acentuar las diferencias generacionales, polarizándose la situación entre una generación y otra. En el primer caso las madres suelen recurrir a la cirugía estética y a rejuvenecimientos varios, a actuar como hermanas de las hijas, amigas de los amigos de sus hijos, etc, en un intento negar las diferencias generacionales. (Recuérdese aquí el excelente trabajo de A. Aberasturi sobre los duelos que en la adolescencia.) Los hombres pueden reforzar la competencia física o deportiva con los hijos varones, y otras veces entran en situaciones mucho más complejas de competencia o complicidad en la conquista de mujeres.

 

 

LA INFIDELIDAD: UNA CRISIS DESPLAZADA

 

 

Generalmente cuando una pareja consulta por infidelidad es casi inevitable encontrar que la pareja está pasando por una crisis vincular que parece desplazarse a la problemática de la infidelidad. De este modo la infidelidad aparece como una solución para evitar o para justificar o enmascarar la crisis vincular. Se intenta restablecer un orden previo, buscando esta resolución en un vínculo fuera de la pareja. Queremos decir con esto que la conflictiva vincular actual se enmascara en una problemática aguda representada por la infidelidad. El motivo manifiesto de conflicto es la infidelidad, pero en realidad es la punta del iceberg de una conflictiva mucho más compleja, en la cual los dos miembros de la pareja se encuentran envueltos.

 

La infidelidad puede ser un intento de resolver crisis, o mejor de evitarla. Se arma una pseudo organización que pretende mantener como igual una estructura previa que ya no es la misma. Es esta una forma de no tolerar las diferencias y el cambio. En este caso, la infidelidad parece ser una crisis encubridora de otras que debieron ser resueltas dentro del espacio vincular y no fuera de él.

 

Breve ejemplo clínico

 

 

Juan llama para pedir una entrevista de pareja. Es urgente, dice al terapeuta. Concurren a

 

la entrevista puntualmente.

 

Juan tiene cuarenta años. Susana treinta y ocho. El dice que están pasando un trance

 

difícil, están a punto de separarse (Parece avergonzado) Susana dice que esto tiene que

 

ver con una historia previa. Según ella , Juan funciona con ella como “toco y me voy”.

 

Susana empezó a oir chismes, cuentos, y se entera que hace dos años Juan mantiene un

 

relación con una empleada de su fábrica. Para qué prolongar esta situación, este ciclo de

 

celos y maltrato, que se ha convertido en una guerra de nervios. Dice ella que se

 

transformó en Sherlock Holmes El fué dejando pistas y este episodio tomó una dimensión

 

muy grande.

 

El clima transferencial que se suscita es el de un espía al acecho de un reo.

 

Este ejemplo da cuenta de un motivo de consulta frecuente, que coloca al terapeuta desde la transferencia en el lugar de juez que ha de dictar sentencia, para lo cual ha de ser puesto en conocimiento de “los hechos”. Desde lo manifiesto, la pareja consulta porque están a punto de separarse , porque han entrado en crisis por el descubrimiento de la infidelidad y vienen para hacer justicia: uno pone la queja y el otro desea desagraviar al ofendido. A veces se crea un clima de secreto, en el cual el terapeuta puede jugar el papel de tercero excluido, otras veces de cómplice y otras veces de espectador impotente. El terapeuta puede quedar entrampado en la misma ilusión de los pacientes: es decir, en considerar de manera simplista que la crisis se produce por la infidelidad y quedar atrapado en la dinámica del secretear de la pareja, es decir, el que ha de indagar o confirmar el secreto, aliado con el excluido de la pareja, y presionando “al infiel para que confiese”. Se corre así de su lugar de analista, pierde su función psicoanalítica, y cae en una situación sin salida, de la cual puede o no rescatarse.

 

Dicen Puget y Wender en un trabajo sobre el secreto: “Recordemos que el secretear adulto es una actividad triádica de relación objetal, real o fantaseada sobre la base de relaciones de inclusión y exclusión en las que el tercero ocupa a veces un lugar virtual, con el empleo de mecanismos de retención, tamización y expulsión. Así podemos considerar que técnicamente pretender incluirse en el secreto no vacía la estructura ni permite conocer la naturaleza íntima del secretear”. (l980)

 

Se tratará entonces de analizar la función del secreto y del secretear en esta pareja: nos encontramos frente a una pareja cuyo acuerdo inconsciente está basado en una espía que espera encontrar una pista y un espiado que quiere que lo encuentren . Juego inconsciente al gato y al ratón, cargado de tánatos, donde todos terminan perdiendo. Susana nos dice al comienzo de la entrevista:”Esto tiene que ver con una historia previa”. Pero la historia de la que nos ocuparemos en el análisis , es de esa otra historia, la historia del vínculo, que dará cuenta de las crisis vinculares, soslayadas, irresueltas en el espacio vincular y que tuvieron como efecto el motivo de consulta.

 

EPILOGO

 

Pensamos las crisis de pareja como multideterminadas. Intervienen en ellas tanto la historia de cada uno de los cónyuges como la historización que de esas historias se arma en la pareja. Incluimos además los aspectos transubjetivos que hacen a la contextualización de las crisis.

 

El tiempo, ese Gran Hacedor, otorga un ritmo particular y singular al transcurrir de la vida en común. El resultado de ese sinuoso y complicado camino es incierto. A veces se intenta un nuevo equilibrio, recreando el vínculo en otro vínculo, armando una pareja nueva.

A veces la pareja logra sortearlo con entereza, dando lugar a una mayor complejidad vincular , y es sorprendida por una vejez plácida que nos recuerda a esa pareja de ancianos en la que él le pregunta a ella: “Vieja, Nosotros que éramos que no me acuerdo? Esposos, amigos, hermanos o qué?”

 

BIBLIOGRAFIA

 

Alarcón , M. , Altaraz, D., Fainblum, S. y Piskorz, S. “Crisis de Pareja, Crisis Histórica”. Rev. AAPPG, l988.

 

Bachelard, G. La poética del espacio. México: Fondo de Cultura Económica, l983.

Berenstein, I. y Puget, J. Psicoanalisis de la Pareja Matrimonial. Buenos Aires, Paidos, l988.

 

Granjon, E.

 

Jacques, E. La forma del tiempo. Buenos Aires: Paidos, l984.

 

Jacques, E. La muerte y la crisis de la mitad de la vida. Rev. de Psicoanálisis, XXIII, 4 Buenos Aires, l961.

 

Kaës, R. La categoría del intermediario y la articulación psicosocial. Rev. AAPPG, VII, 1, Buenos Aires, l984.

 

Morent, E. El método.

 

Puget, J, y Wender, L. Los secretos y el secretear. Rev. Psicoanalisis de APdeBa, l980.

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