Enamoramiento, del Amor al Odio solo hay un paso

DEL AMOR AL ODIO SOLO HAY UN PASO (blog)

MYRIAM ALARCON DE SOLER

 

Del amor al odio solo hay un paso. Cuantas veces hemos oído esta verdad de perogrullo! Por que‚ esta persona tan amada, en la cual hemos depositado nuestras esperanzas, nuestros mejores deseos, nuestros ideales de futuro, se torna de pronto la más rechazada, frustrante y odiosa de todas las criaturas. Se tratará tan solo de un espejismo por el cual esta persona que ahora vemos no tal cual es, sino mucho peor de lo que es, nos haya parecido en su momento un dechado de virtudes? La sabiduría popular lo ha dicho: el amor es ciego.

¿Habrá entonces alguna manera de comprender los avatares del enamoramiento, enfermedad que todos hemos padecido, por suerte o por desgracia alguna vez? Los poetas no se cansan de celebrar las delicias del amor y las penas que los acompañan. Será inexorable el destino de desilusión en la experiencia amorosa? Parecería que si. Es de esta desilusión de donde proviene el resentimiento y el odio: “No eres lo que me prometiste”. Pero, ¿de qué promesa se trata en realidad?

Cuando una pareja se enamora prometen ser el uno para el otro lo que les falta. Promesa muda pero no por eso menos exigible. La ilusión de ser UNO con el otro, de ser TODO para el otro, remite a un estado imaginado en que dos fueron uno, como la madre y su bebé‚. Nirvana que se intenta recrear. Transitoriamente ( y el tiempo puede ser más o menos largo) el enamoramiento revive este estado de fusión perdido. La comunicación sin palabras, leerse el pensamiento, entenderse con la mirada, querer lo que el otro quiere, posponer el deseo propio ante el deseo ajeno, son característicos de este momento donde la persona amada se constituye en lo único valorado: uno se ve reflejado en la imagen del otro. Esta unión permite a la pareja plantear un futuro de felicidad juntos. Se minimizan las dificultades, se maximizan las cualidades: “Ya va a cambiar esto o aquello, cuando nos casemos va a ser distinto”. Y más aún: “Contigo pan y cebolla”.” Iría contigo hasta el fin del mundo”. “Mi matrimonio va a ser distinto”. Durante el estado de enamoramiento todas las cualidades del otro se exaltan y los defectos se desconocen. Todo se ve color de rosa. Color que tiñe la relación en todos sus aspectos. La pareja vive inmersa en una campana de cristal.

Desafortunadamente este estado ideal no dura, y la ilusión de ser uno se rompe. De muchos escuchamos: “Algo ser rompió entre nosotros”. “Cuando me casé‚ nunca pensé‚ que no iba a ser así”.”No teníamos un s¡ ni un no y ahora…! Se rompe el corazón, metáfora del ser uno con el corazón del otro. Se rompe porque se diferencian dos seres que pretendieron ser uno, como siameses. Las diferencias en gustos, modalidades, proyectos, emergen no como características individuales sino como si fueran CONTRA el otro. Muchos sienten que se casaron con alguien completamente diferente de aquel del cual se enamoraron. El otro se torna egoísta, caprichoso, impredecible, incapaz de dar, sólo de recibir.

El estado de frustración se instala en la pareja. Los dos han roto la promesa imposible de amor incondicional El otro se llena de odio.- Surgen problemas por insignificancias, la menor dificultad constituye un elemento de reproche: “Tu nunca, tu siempre”. “Antes si, ahora no”.

Si nos despegamos del reclamo manifiesto, y nos quedamos con la desilusión y la bronca, podremos tal vez entender que los dos están reclamando a este otro imaginado con el cual se unieron. La frustración proviene de la confrontación con la realidad: el otro es lo que en principio no vimos, no quisimos o no pudimos ver. Mientras m s idealizada la pareja, m s fantaseadas sus virtudes, mayor dificultad para aceptar al otro tal cual es, única posibilidad de reconciliación y de progreso en la pareja. El reconocimiento del otro como diferente permite la comunicación y el interés mutuo.

En el intento de sentirnos plenos, sin carencias, convertimos al otro en el príncipe o la princesa de nuestro propio cuento de hadas, que podrían transportarnos muy lejos, pero que al final ha sido solo un cuento.

 

 

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