Las Parejas de Ayer, Las Parejas de Hoy - Blog Pareja y Familia Portada

Las parejas ayer – Parejas de Hoy

 Familias de ayer: Las mujeres en la casa, los hombres en el trabajo.
¿Un arreglo conveniente? Ventajas y dificultades
Las parejas de hoy. Relaciones “flúidas”.
Expectativas contradictorias.
Familias de ayer: Las mujeres en la casa, los hombres en el trabajo

Muchos de ustedes tal vez recordarán que hace ya varios años en la televisión colombiana pasaban una serie que tuvo mucho éxito, La familia Ingalls. (Little House on the Prairie, transmitida entre 1974 y 1983). Era una familia compuesta por un papá que salía a trabajar y a enfrentar las dificultades que se le presentaban para traer el dinero necesario para sostener a su familia. También se encargaba de los oficios de la granja, poner las cercas, cortar árboles, etc. La mamá estaba a cargo de las dos niñas, de su cuidado, de su alimentación, de atenderlas cuando estaban enfermas, de supervisar si iban al colegio. Las niñas, estudiaban y ayudaban a la mamá en las labores de la casa.

En resumen, era una familia clásica, cada uno de los miembros de la familia tenía un papel, un rol, que coincidía con el ideal de familia unida y perfecta, ideal que circulaba en los años cincuenta, sesenta y aún más adelante. Los espectadores se conmovían   con las historias sencillas que representaba la serie. No había novedad en cuando a las características de los roles de género, es decir lo que era esperable para una mujer o para un hombre, en un matrimonio: las mujeres en la casa, los hombres en el trabajo.

Se esperaba que las parejas transitaran por un camino conocido. Es decir, un noviazgo, en el cual la sexualidad no era permitida, la mujer debía permanecer virgen hasta el matrimonio, el matrimonio, en el mejor de los casos con el consentimiento y la asistencia de las familias, y luego los hijos, que debían llegar pronto, pero no demasiado pronto. Y por último la viudez. Casarse “a escondidas” era mal visto, y se recurría a esto por motivos diversos, pero en general porque las familias no estaban de acuerdo. Se sostenía el ideal de“ la pareja para toda la vida”, “hasta que la muerte los separe”, ideal sostenido a ultranza, tanto por las familias como por el entorno social y religioso. La separación era infrecuente y muy mal vista, y si las mujeres se volvían a casar o a vivir con alguien, sufrían un repudio social.

Los hombres por su parte eran los encargados del sostén económico de la familia, era su obligación, y los que tenían el poder sobre el dinero. Las mujeres estaban a cargo de los niños, y de la organización de la casa. No se esperaba que las mujeres trabajaran fuera de la casa, y si ganaban algún dinero era “para sus gastos, para las medias”. Unas pocas mujeres trabajaban y enfrentaban las dificultades de atender a sus hijos, al hogar y al trabajo. Algunos maridos se sentían celosos de esta independencia y de las malas influencias que pudieran recibir fuera del hogar.

 

Una psicóloga argentina, Clara Coria, publicó hace ya varios años un libro, “El dinero en la pareja”, en el cual describe como el dinero da poder, y en este caso el poder era de los hombres quienes tenían el derecho de tomar decisiones respecto a su destino. La opinión de la mujer quedaba reducida a cuestiones menores. El hombre decidía cuando y como se compraba una casa, un carro, como se administraban las finanzas. El dinero significaba, y aún significa poder, y esto hacía casi imposible que la mujer pudiera separarse, aún en casos de sufrir malos tratos, puesto que no podía disponer de recursos propios. Ya decía Virginia Wolf que para poder escribir una mujer necesitaba de “un dinero propio y una habitación propia”.

Los métodos anticonceptivos eran censurados por la Iglesia, de tal manera que muchas familias tenían muchos hijos, y los que se animaban a usarlos, tenían reatos de conciencia.

El adulterio femenino era fuertemente castigado por la ley, y muchas mujeres temían perder sus hijos. Las relaciones extramatrimoniales en los hombres eran menos sancionadas a no ser que pudiera comprobarse convivencia con las dos personas, lo cual se podría equiparar a bigamia y era muy difícilmente demostrable.

Obviamente muchas familias no cumplían con estas expectativas ideales. Tener hijos fuera del matrimonio, o antes de casarse, casarse fuera de la clase social a la que se pertenecía, eran conductas muy criticadas y sancionadas socialmente. En la fe de bautismo, los hijos nacidos fueran del matrimonio eran denominados “hijos naturales”. Las mujeres que se volvían a casar no eran aceptadas por sus familias. Las mujeres que quedaban embarazadas fuera del matrimonio enfrentaban la crítica social y en casos extremos eran repudiadas, o echadas de la casa.

¿Un arreglo conveniente? Ventajas y dificultades

A pesar de las dificultades descritas hasta aquí, esta organización matrimonial tenía algunas ventajas. No Los roles y funciones en la familia estaban determinados por las expectativas sociales. No había lugar a la incertidumbre.   Tanto hombres como mujeres tenían claras las expectativas que la sociedad esperaba de ellos, y trataban de cumplirlas a cabalidad. Las mujeres dependían económicamente del marido y en ese caso no tenían que preocuparse por su productividad fuera del hogar. El hombre tenía a su vez la obligación de mantenerlas, y su vida transcurría fuera del hogar.

Las mujeres creían tener asegurados su seguridad económica hasta tanto no ocurriera algún evento externo, como una viudez, una separación o un abandono por parte del marido. Pero al mismo tiempo dependían totalmente de la voluntad del marido, y a veces estaban reducidas a una dependencia extrema.

Los hombres disponían libremente de sus ingresos sin tener que dar cuenta de ellos. Y además, tenían mucha más libertad, para disponer de su tiempo como les conviniera. Como el poder claramente lo tenía el que tenía el dinero, el hombre decía la última palabra.

Las parejas de hoy

Decíamos que las parejas de ayer tenían un curso esperado. Las parejas que arman los jóvenes de hoy son muy distintas. Muchos comienzan su vida sexual muy tempranamente. Tienen varias parejas sexuales sin que eso signifique un compromiso afectivo. Otros deciden convivir antes de adquirir un compromiso mayor, y otros siguen conviviendo sin casarse. Formalizar la unión desde el punto de vista civil o religioso dejó de ser indispensable, aunque las familias todavía lo esperen. Tener o no tener hijos es una opción y no una obligación. Con frecuencia se pospone el proyecto de iniciar una familia por el desarrollo profesional de la mujer, pero esto trae como consecuencia, en algunos casos, que al esperar demasiado, la mujer, que tiene un reloj biológico, pierde la posibilidad de quedar embarazada o debe recurrir a métodos de fertilización para lograr un embarazo.

Zygmunt Bauman en su libro “ El Amor líquido” (Fondo de Cultura Económica, 2005) habla de la fragilidad de los vínculos humanos actuales, de las relaciones fluidas, no estables, basadas más bien en el consumismo, propios de la era actual. Según Bauman la gente habla más de conectarse, más que de relacionarse. Este temor al compromiso que conlleva el armar una relación, un vínculo con otro ser humano, lleva a la inestabilidad de las parejas, a la ruptura frecuente y sucesiva delas relaciones lo cual genera una profunda soledad. Por un lado se desean vínculos estables y satisfactorios y por otro lado se teme la dependencia que implica cualquier relación duradera.

Otra novedad en las relaciones actuales son los vínculos por internet, o relaciones virtuales, para lo cual se recurre a tecnologías cada vez más sofisticadas. Son otros modos de relación que para los parámetros “antiguos” resultan difíciles de comprender, pero que los jóvenes aceptan sin dificultad. Hace unos meses estuvo en cartelera una película “Her”, que describe la relación afectiva que se establece entre el protagonista, y un sistema operativo, bastante sofisticado, que es capaz en principio de anticipar todos sus deseos y de concretar todas sus fantasías. La voz, de Scarlett Johanson, ayuda son su sensualidad, a crear ese ideal. Sobra decir, que como cualquier relación, tiene su principio, ideal, y su final frustrante.

Sin embargo, muchas parejas actuales mantienen a distancia vínculos, tienen una sexualidad virtual y para algunos esta es una herramienta que ayuda a la distancia, puesto que muchos jóvenes y adultos jóvenes viajan por trabajo o por estudio, o por las dificultades propias de la vida económica y social de hoy.

Dominique Simonnet, en su libro “La Mas Bella Historia del Amor” dice que hoy día le corresponde a cada uno “el cuidado de conciliar nuestros tres ingredientes del amor tan difícilmente conciliables: la sexualidad, el matrimonio, el sentimiento.” (Fondo de Cultura Económica, 2004), Pag 151)

De tal manera, que el panorama actual acerca de amor y la pareja plantea nuevos interrogantes y nuevas incertidumbres. Alejados de las certezas incómodas de antaño, pero al fin y al cabo certezas, las parejas de hoy se encuentran con la tarea de apostarle al amor a pesar de todo, inventar formas de nuevas, renunciando al amor único y eterno, porque el amor ya no es eterno, porque las parejas no duran para toda la vida, empezando por el hecho de que las personas viven más.

En otras épocas, las separaciones se daban con la muerte. Hoy las parejas deciden si quieren o no seguir juntos, más allá de las presiones sociales o familiares, porque hoy el ideal se ha trasladado al bienestar individual. Este individualismo constituye un obstáculo en la tarea, siempre difícil, de construir el amor.

Expectativas contradictorias

Seguramente la descripción que hemos hecho de las parejas de ayer les resulta a muchos conocida porque esos ideales siguen estando con nosotros, por lo menos en lo que tiene que ver con algunas expectativas. No somos tan antiguos como nos imaginamos, ni tampoco tan modernos.

Las mujeres siguen esperando encontrar un hombre que las mantenga, pero al mismo tiempo quieren disponer de libertad, y los hombres siguen esperando tener una mujer que los atienda en la casa, que se haga cargo de las labores del hogar y de los niños, pero que al mismo tiempo trabaje y aporte económicamente.

Estos ideales contradictorios, el ideal de una pareja que dure pero que no ate, el deseo de compromiso pero al mismo tiempo el deseo de libertad, la necesidad de tener seguridades y certezas y al mismo tiempo enfrentar la incertidumbre que conlleva los cambios, son factores que presentan a las parejas de hoy nuevos retos. Y tener alguna claridad acerca de estas profundas contradicciones, tal vez ayude a trazar una brújula que nos oriente en el camino de pensar la pareja de hoy.

 

Algunas preguntas para reflexionar

¿Cómo era la pareja de sus padres? ¿Cómo se relaciona esto con su pareja de hoy?

¿Cómo es la distribución de roles en su pareja? ¿Le parece que ese arreglo es satisfactorio?

¿ Cómo lo cambiaría si es el caso?

Identifique algunas expectativas contradictorias que pueda tener respecto a su pareja.

 

 

 

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