La apuesta por el amor en las parejas contemporáneas
NUEVAS FAMILIAS, NUEVAS PAREJAS
Myriam Alarcón de Soler
Qué entendemos por familias ampliadas
Nuevas organizaciones familiares: oportunidad de desarrollo de sus integrantes
Denominaciones del parentesco en las familias ampliadas
Las nuevas parejas y las marcas de las relaciones anteriores
Los hijos en las familias ampliadas
Los hijos de las relaciones previas constituyen un testimonio vivo de esta historia.
Lugares y funciones
Conflicto de lealtades
En las familias ampliadas se vive intensamente la exclusión
El espacio habitacional
El dinero
Algunas reflexiones
Algunas sugerencias
Qué entendemos por familias ampliadas
Entendemos por familias ampliadas o nuevas organizaciones familiares a las familias que se conforman entre dos personas que han tenido vínculos previos, rotos por una separación o por la muerte de uno de los integrantes de la pareja. En estas familias se unen los hijos de uno o de ambos miembros de la pareja conformando así una nueva familia que se ha dado por llamar coloquialmente: “los míos, los tuyos y los nuestros”.
Nuevas organizaciones familiares: oportunidad de desarrollo de sus integrantes
Estas familias constituyen una oportunidad para que las personas que han atravesado una separación, puedan establecer una nueva relación que les permita llenar de una manera más adecuada las necesidades y expectativas que fueron frustradas en las uniones previas, pero también vale anotar que la construcción de los vínculos de estas nuevas familias conllevan dificultades específicas, un verdadero desafío del cual nos ocuparemos en este capítulo.
La experiencia vivida, la mayor madurez, el adecuado tránsito de los duelos por aquello que se ha perdido y el replanteo serio de lo ocurrido en las relaciones previas pueden proveer un terreno propicio para armar estas nuevas parejas y estas nuevas familias sobre bases más sólidas.
Denominaciones del parentesco en las familias ampliadas
En las familias ampliadas se conforma una red de relaciones entre sus miembros que el lenguaje habitual no tiene una manera adecuada de denominar. Esta dificultad en la nominación remite a la compleja trama de relaciones que se establece entre sus miembros. En estas algunos vínculos son producto de la alianza, es decir del matrimonio o unión de los padres y otros vínculos que son efectos de la alianza, tales como las relaciones entre los hijos de uno o de ambos. Estos hijos conviven como hermanos, pero no lo son.
El lugar del padre o de la madre lo ocupa una persona que no es el padre biológico. Palabras como madrastra, padrastro, hermanastro, que tienen una connotación peyorativa, son palabras que intentan poner nombre a estos lugares, denominar estas relaciones, pero no parecen lograrlo de manera adecuada.
Hay quienes dirían que los padrastros o las madrastras son solamente aquellos donde el padre o la madre han fallecido, como en el cuento de Cenicienta. Pero esta afirmación parece más bien una salida fácil frente a la dificultad inherente a la construcción de unos vínculos atravesados por la ambivalencia, los celos, la rivalidad, etc.
Las nuevas parejas y las marcas de las relaciones anteriores
Las relaciones que una persona construye a lo largo de su vida dejan marcas, huellas, experiencias de vida que influyen necesariamente en la construcción de nuevas relaciones o de nuevas parejas. Sea porque el primer cónyuge esté muerto o ausente por separación, su presencia sigue teniendo efectos conscientes e inconscientes en el armado de este nuevo vínculo.
Estas nuevas parejas y familias se ven atravesadas por las características de las relaciones previas, de los aspectos más satisfactorios que se vivieron y se perdieron, de los resentimientos o carencias que dejaron, de los duelos no resueltos y también del deseo y la búsqueda de nuevas formas de relacionarse.
Algunas personas creen ingenuamente que como ya se tuvo una experiencia anterior, armar una nueva pareja será más fácil. Esta es una verdad a medias. Se tiene más experiencia, pero se también hay historias previas que conllevan el peso de los errores y del fracaso de las anteriores relaciones.
Los integrantes de estas nuevas parejas pueden sentir que la relación con la pareja anterior no se ha cerrado, puede sentir celos por los encuentros con la pareja anterior o sentirse comparados de una manera implícita o explícita con la primera pareja. Se experimenta la sensación de tener que “ser más que”, o “no tan”…
Las nuevas parejas pueden experimentar una sensación de “ilegalidad” o de incomodidad que no saben cómo expresar claramente. Pueden sentir que están ocupando el lugar de “otro” o de “otra”, que puede estar idealizado o cargado de sentimientos ambivalentes de amor y de odio. De esta manera la nueva pareja se puede convertir en el chivo expiatorio de los conflictos y duelos no resueltos del vínculo anterior. Puede tener la sensación de no tener un lugar propio, ni desde la pareja, ni desde los hijos de esta, ni desde las familias de origen, ni desde la sociedad misma, rodeados de un halo de “segundo lugar” que es muy penoso para todos.
Si la nueva pareja se hace con una persona viuda el proceso también es difícil. “No hay muerto malo, ni novia fea…”se dice por ahí. Con frecuencia, quedan muchas cosas silenciadas en relación con la persona fallecida. Se idealizan sus cualidades, se olvidan sus defectos, se silencian ciertas vivencias o experiencias, que quedan transformadas en secretos, en cosas sobre las cuales no se puede hablar. Puede existir una sensación de terrenos o temas prohibidos de los cuales la nueva pareja queda excluida.
Tomar consciencia de estas dificultades ayuda en el camino de la construcción de estas relaciones nuevas.
Los hijos en las familias ampliadas
El lugar de los hijos en las familias ampliadas es muy complejo. Por un lado tienen que ir avanzando en el camino de la madurez física, emocional e intelectual correspondiente a su edad y al mismo tiempo hacer el duelo por la separación de sus padres, y construir nuevos vínculos con la nueva pareja y con los hijos de esta. Veremos esto con mayor detenimiento.
Los hijos de las relaciones previas constituyen un testimonio vivo de esta historia.
Como hemos dicho, algunas veces las nuevas parejas han tenido hijos de sus uniones anteriores, que quedan integrados – o no- en la nueva familia. La nueva pareja puede sentir celos de estos hijos, con quienes tiene que compartir la cotidianeidad y el afecto. Esta situación puede llevar a extremos como exigirle a la pareja que abandone a los hijos para seguir con la relación.
Sobra decir que esta situación puede tener efectos muy nocivos para todos, para los hijos porque se sienten abandonados, y para la pareja porque se siente culpable, y también sometido a condiciones que acepta porque no quiere ser abandonado a su vez.
En algunas oportunidades, la persona separada que arma una nueva pareja puede sentir que al hacerlo está traicionando a sus hijos y se siente forzada a “compensar” a todos por el tiempo, la dedicación o el dinero que les da, como si tuviera que hacer una repartición “equitativa” entre los hijos y la nueva pareja. Pero muchas veces este equilibrio no se alcanza porque unos u otros quieren más, quieren otra cosa, quieren compensar lo perdido, cobrar deudas previas, donde las motivaciones inconscientes alcanzan niveles inimaginables.
Los hijos de las uniones previas pueden sentir que deben expulsar a “la intrusa o al intruso” porque tienen la fantasía de que si no fuera por esta persona, sus padres podrían estar nuevamente juntos. Además sienten que la presencia de esta persona les ha sido impuesta, sin ser consultados, y sin poder elegir, lo cual puede lugar a berrinches, malas contestaciones o aislamiento.
Algunas veces se forman bandos, unos “contra otros”, por ejemplo los que son de una familia previa, contra la otra, o los padres contra los hijos.
Cuando se trata de dinero estas situaciones pueden transformarse en verdaderas guerras, donde todos salen perdiendo.
Lugares y funciones
En algunas familias se pretende que la nueva pareja sea “el papá” o “la mamá” de los hijos anteriores. En realidad, la nueva pareja no puede reemplazar al padre o a la madre pero en la práctica ejerce las funciones del papá o de la mamá que no están. Por ejemplo, debe atender las necesidades básicas de los niños pequeños o de los hijos no tan pequeños, organizar la casa, los horarios, etc. También deben dar afecto y poner límites. En ese sentido es importante aclarar que para ciertas funciones esa persona ocupa el lugar del padre o de la madre, pero que no lo es. Forzar esa situación solo lleva a generar mayor resistencia en la aceptación de esta persona.
Los miembros de la pareja pueden resentir que el otro regañe a sus hijos, o resentir que no se meta con ellos, y esperar que tengan una buena relación sin que se den el tiempo y las condiciones para esto. Los hijos a su vez pueden sentir como si “tuvieran dos madres o dos padres”, que traicionan a uno de los dos si sienten afecto por la nueva pareja de sus padres.
Para los hijos, tener dos casas, dos hogares, el del padre y el de la madre, significa tener que adaptarse a dos sistemas familiares distintos. A veces los hijos no tienen muchas veces claro cuál de los dos es el suyo, o si deben elegir por uno de los dos, o tal vez sienten que finalmente no tienen ninguno.
Aceptar que tienen dos familias con distintas características, distintas reglas, distintas maneras de vivir, distintas maneras de ejercer la autoridad, los límites, distintas maneras de dar afecto, aceptar que estas familias están conformadas por distintos seres humanos, sin que esto implique que una es mejor que la otra, constituye un proceso que requiere tiempo, paciencia y amor.
Los hijos experimentan un conflicto de lealtades
Los hijos pueden sentir un conflicto de lealtades. Si aceptan a la nueva pareja de uno de los padres sienten que traicionan al otro. Y si no la aceptan se les acusa de rebeldía y traición hacia el padre que se ha organizado nuevamente. Otras veces los hijos quedan colocados en la situación imposible de dar su veredicto de aceptación o rechazo a la nueva pareja.
En otras situaciones desafortunadas los hijos no caben en la nueva familia y son dejados a los abuelos o a la familia extensa, o son enviados a colegios internos. Pierden así al padre y a la madre, y se van a vivir a una casa que no es la suya con el consiguiente desarraigo.
Los hijos enfrentan el peso de enfrentar las tareas propias de su edad más el peso de adaptarse a una nueva familia
Así, los adolescentes deben enfrentar las tareas de alcanzar mayor autonomía y distanciamiento de los adultos, y al mismo tiempo tienen que crear lazos de unión con la nueva pareja de sus padres, construir lazos de convivencia con otros “hermanos”.
Y por último, responderse a una pregunta fundamental… ¿cual es la familia? Pregunta para la cual no hay respuestas fáciles.
Los nuevos hijos cargan con la culpa de tener papá y mamá
Los hijos biológicos de las nuevas uniones cargan con el peso de sostener a la nueva pareja, pueden ser como el eje de unión entre las dos familias previas y experimentan la culpa por tener papá y mamá cuando sus hermanos tienen al uno, pero no tienen al otro.
Nuevas familias: intento de unión de dos familias previas
¿Cuál es la familia? Para cualquier familia delimitar los bordes de lo que la familia es una tarea difícil. Será la familia de origen, o será la familia construida a partir de una pareja. Y si no hay pareja, ¿la familia será el padre o madre con sus hijos?
En las familias ampliadas esta cuestión es aún más difícil. Será “mi familia” aquella nueva, conformada por “los míos, los tuyos y los nuestros”? ¿Y qué sucede con la familia anterior, que se ha visto rota por la separación? ¿Qué pasa con los vínculos con los suegros, con los cuñados, con aquellos familiares de la anterior pareja?
La familia ampliada está signada por una ruptura previa, que se hace más evidente en ciertas circunstancias, como los eventos familiares importantes, como el grado de uno de los hijos, los casamientos, o las navidades o el día de la madre. Especialmente en esas circunstancias se replantean viejos conflictos, añoranzas respecto a la idea de “familia intacta” y “perfecta”.
Todas estas situaciones generan duelos y separaciones que cada pareja y cada familia tendrá que afrontar y resolver de la manera más adecuada. Será necesario aceptar que nada será como antes pero eso no quiere decir que esto sea mejor ni peor, simplemente distinto.
La generosidad y la flexibilidad pueden ser de gran ayuda para que los hijos puedan sentir que pueden estar en los dos hogares, pero con la certeza de tener un lugar incuestionable en ambos.
En las familias ampliadas se vive intensamente la exclusión
Es frecuente que en las familias ampliadas se exacerben los celos o la rabia, a partir del sentimiento de exclusión que se experimenta. La nueva pareja se siente excluida de la relación de su pareja con su primer cónyuge. La primera pareja se puede sentir excluida y celosa de la nueva relación de su pareja. Los hijos de la primera unión se sienten excluidos de la relación de sus padres con sus nuevas parejas. Las nuevas parejas se sienten excluidas de la relación de sus cónyuges con sus hijos.
Todo esto hace que aparezcan sentimientos de malestar, celos, reclamos, confrontaciones y a veces violencia. Se puede llegar a extremos como solicitar que la madre elija entre sus hijos y su nuevo marido, que la nueva pareja acepte sin objeción una relación de amistad y cercanía entre los miembros del primer matrimonio, que en las dos familias se maneje el tema de la autoridad, o del dinero de la misma manera en las dos casas, etc.
La manera en que se transitó por la separación anterior incide en la forma en que se enfrentan los conflictos que conlleva la nueva forma de relación que plantean las familias ampliadas.
El espacio habitacional
Entendemos por espacio habitacional la casa en la cual transcurre la vida de las parejas o de las familias.
¿Cómo se vive en este nuevo espacio, como es usado por la nueva pareja, por los hijos de las parejas anteriores? ¿Cuál es el lugar de cada uno en la mesa, en la cama, en los espacios recreativos? ¿Los cónyuges anteriores pueden entrar a esta nueva casa y visitar a sus hijos?
En algunas familias, los hijos de las anteriores relaciones tienen “prohibido “entrar a la habitación de la nueva pareja. Otras veces la pareja anterior entra a esta casa como si todavía le perteneciera, formas extremas que hablan de las problemáticas subyacentes.
La forma en que se habite la nueva casa es compleja y no hay recetas. Solamente el respeto mutuo, el diálogo y un intento de comprensión profunda de las dificultades y de las ansiedades que esta temática genera podrán permitir una aproximación al manejo más adecuado de la manera en que se construye el espacio habitacional.
El dinero
El manejo del dinero, al igual que el espacio habitacional, está marcado por aquello de “los míos, los tuyos y nos nuestros”. Difícil demarcar que es de quien, algunos se aferran a la ley, otros al criterio de justicia, otros finalmente a la historia, o a quien necesita más por estar más desprotegidos.
Las nuevas parejas se cuestionan como lidiar con los bienes adquiridos previamente y que consideran que les corresponderían a sus hijos. A veces la pareja opta por hacer capitulaciones matrimoniales, pero muchas veces tampoco esta figura resulta satisfactoria, porque se alteran de alguna manera los proyectos económicos de la nueva pareja.
Y cuando el tiempo pasa, y se acerca el momento de tomar decisiones acerca de la herencia, los temas no resueltos saltan a la luz, a veces de forma inesperada.
Buscar una asesoría psicológica y legal puede ser una vía para encontrar salidas mejores, si no optimas, a este tema.
Algunos comentarios finales
A pesar de movernos en una sociedad donde el divorcio y los nuevos matrimonios, homo y heterosexuales, se aceptan desde la ley, los prejuicios alrededor de este tema producen sufrimiento en estas organizaciones familiares.
La toma de conciencia de esta compleja dinámica puede a ayudarnos a todos a identificar las características de una problemática que con frecuencia es negada o desmentida por los protagonistas y por la sociedad en general.
Solo el amor, el respeto por las diferencias, la comprensión de la complejidad de estos procesos, la tolerancia hacia las dificultades propias y ajenas puede permitir construir vínculos más satisfactorios.
Algunos puntos para reflexionar (anexo)
Con respecto a formar una nueva pareja
Las nuevas parejas constituyen la posibilidad de armar otra relación que pueda tal vez responder a otras necesidades vitales.
Pueden ser la oportunidad para construir una relación más satisfactoria satisfactoria, puesto que se cuenta con mayor experiencia, con mayor madurez.
Son una buena oportunidad para aprender de los fracasos.
Al igual que las primeras uniones estas nuevas alianzas tienen características propias, una de las cuales es que en general uno o los dos tienen hijos de uniones anteriores.
Estas nuevas parejas, o familias ampliadas enfrentan la tarea de una convivencia compleja con los hijos de ambos, y otras veces, las decisiones difíciles de tener o no tener hijos cuando uno de los dos no los ha tenido.
Más y más parejas se separan hoy día y hay cabida en la sociedad para estas nuevas alianzas.
Las parejas del mismo sexo se hacen públicas amparadas por la ley que valida estas uniones. Sin embargo, estas parejas tendrán que enfrentar los prejuicios inherentes a sociedades más conservadoras y tradicionales.
Con respecto a su nueva pareja
-Tome conciencia de la forma en que su relación anterior afecta esta nueva.
-Dialogue con su nueva pareja acerca de sus expectativas y sus dificultades.
-Sea respetuoso de los sentimientos que genera esta nueva situación.
-Acepte que cada uno tiene un pasado que debe ser respetado.
-No pretenda hacer una familia grande sumando su familia anterior con la que tiene ahora.
-La nueva pareja no puede suplir las carencias o las deficiencias de la pareja anterior.
– En lo posible, no se precipite. Tome en cuenta que construir una nueva familia implica tiempo y esfuerzo. Son muchos los elementos que entran en juego.
Con respecto a sus hijos
-Reconozca que esa nueva situación es difícil para sus hijos. Usted ha tomado la decisión de volverse a casar o de unirse a alguien, pero esa decisión los afecta directamente. Acoplarse a esta situación implica tiempo, paciencia y mucho amor.
-No confunda los lugares: su pareja no reemplaza al padre o a la madre de sus hijos.
-Si ha vuelto a armar pareja, no espere que esta de la ordenes o tome decisiones respecto a la disciplina de sus hijos. Hágalo usted en lo posible, por lo menos en un principio. Esto evitará confrontaciones inútiles y confusiones respecto a la autoridad.
-No exija afecto hacia los hijos por parte de su pareja ni de estos hacia ella. El amor, la comprensión, el tiempo, la comunicación, y la tolerancia por las diferencias puede permitir construir una relación sólida entre ellos, o por lo menos de respeto mutuo.
-Si sus hijos no viven con Usted, propicie espacios diferentes de encuentro con ellos. Muéstreles su afecto. Cuando usted se vuelve a casar o arma pareja estos se sienten desplazados y con frecuencia rabiosos. Piensan que han perdido su amor y por eso se comportan de una manera agresiva.
-Dialogue con su pareja y con sus hijos acerca de las dificultades que están enfrentando y las ansiedades que estas despiertan. Comparta con ellos sus ambivalencias, sus temores. Sea lo más claro posible respecto a sus proyectos.
– Las medias palabras y las actuaciones solo crean malentendidos y resentimientos. Solo el dialogo sincero, la voluntad de aceptar las diferencias son una base sólida para construir estos nuevos lazos familiares.
Con respecto a las familias ampliadas
En las familias ampliadas, los nuevos cónyuges desempeñan el papel de papá o mamá de los hijos de su pareja. Pero no son ni el papá y la mamá biológicos, ni pueden reemplazarlos.
-En las familias ampliadas es normal que sus miembros sientan celos unos de otros, y es normal sentirse excluidos. La construcción de los lazos afectivos entre los miembros de las familias ampliadas requieren tiempo, respeto por las diferencias, y mucho dialogo.
-La nueva pareja puede exigirle al otro entregar a sus hijos a padre o a la madre, que a su vez tiene otro hogar. Piensa con esto solucionar los problemas de convivencia. Analice a fondo esta propuesta y no se deje chantajear: no se puede elegir entre el hijo y la pareja. Enfrente valerosamente los conflictos con su pareja que llevan a hacer esta solicitud. Si la acepta por temor al abandono, seguramente a la larga se arrepentirá de su decisión y sus hijos le reclamaran su abandono.
-Es importante reflexionar acerca del lugar que se le da a la nueva pareja.¿ La aprecia, le muestra consideración y respeto? ¿O tal vez la trata como “pareja de segunda”?
-No intente hacer una pareja nueva para reemplazar a la que perdió. Cada pareja es diferente y plantea una nueva oportunidad.
– El amor y la aceptación del otro (como ser humano) son la puerta de entrada hacia la construcción de vínculos más satisfactorios.