El Dinero y la construcción vincular, Jornadas AAPPG, 2006

EL DINERO Y LA CONSTRUCCION VINCULAR*

Myriam Alarcón de Soler[1] 

La clínica de pareja nos lleva con frecuencia a escuchar conflictos relativos al dinero en la pareja. En estos tiempos en los cuales la pertenencia social está regulada por la capacidad de consumir, este tema amerita una reflexión más cuidadosa. En la pareja ganar o no ganar dinero, tener o no tenerlo, tener uno más o menos que el otro, tenerlo o no antes del matrimonio, tener unos bienes con una pareja previa son algunos de los temas que circulan generando malestar.

Tema que ha sido también abordado desde diferentes ópticas por el cine de los últimos años. La película de Woody Allen, Match Point, abre el debate acerca de la función del dinero en la elección de pareja, la ambición, y la justificación de los medios que permitan continuar disfrutando de los beneficios que el dinero ofrece.

Nos preguntamos cuales serían las especificidades que hacen que lo económico tenga una preponderancia en el vínculo y atraviese y esté atravesado a su vez por otros elementos vinculares.

Nos planteamos como eje de esta reflexión, qué entenderíamos por “hacer juntos”, cuales serían algunos de los elementos específicos que nos permitirían pensar el dinero EN la construcción vincular y el dinero COMO construcción vincular.

 

Un caso clínico:

Alfonso (45) y Amparo (44) consultan remitidos por la terapeuta de ella. Llevan quince años de casados. Tienen un hijo de12 y una niña de 10 años, quienes han tomado partido por cada uno de sus padres respectivamente.

Alfonso es un ejecutivo prestante de una empresa multinacional. Su trabajo requiere de viajes frecuentes, asesorías a otras empresas.

Amparo a su vez es socia y alta ejecutiva de una empresa familiar que por generaciones ha sido importante. Esta empresa le ha significado a su familia enfrentar varios secuestros. Sus ingresos son cuantiosos, y a los honorarios que percibe como ejecutiva se agregan los dividendos de las acciones de la empresa que son repartidos anualmente.

Ni Alfonso ni Amparo saben cual es el monto de los ingresos de cada uno. Amparo considera impensable compartir esta información. A pesar de la solvencia económica de ambos y del nivel de vida que llevan, gran parte de sus dificultades se centran en el manejo del dinero. Discuten violentamente e infructuosamente sobre este tema. Alfonso se queja de cuanto gasta ella en el mercado, insiste en que Amparo sea más cuidadosa con los gastos de la casa, que compre en negocios más baratos, que haga un presupuesto. Amparo considera que Alfonso es tacaño, que no tiene tiempo para hacer presupuestos, que donde ella compra es más cómodo, de mejor calidad, y más cerca a su trabajo. Gran parte de estas discusiones se canalizan a través de sus asistentes personales, quienes están encargadas de mandar las facturas de compra de una oficina a la otra, lo cual genera molestias entre ellas. Cuando Alfonso trata de concretar un acuerdo ella evade el tema, se calla e ignora sus pedidos. El dice: “Es que con Amparo no se puede” y mira a la terapeuta diciendo “Con ella no hay caso” Ella no parece escuchar, cambia de tema y continúa haciendo lo que le parece.

Las vacaciones de los hijos y las actividades extracurriculares las paga Amparo. Como ella paga han acordado que ella es autónoma en las decisiones que toma. Sin embargo este acuerdo que parece razonable les genera conflictos y reclamos mutuos.

Alfonso y Amparo hicieron capitulaciones matrimoniales[2] cuando se casaron. Además acordaron, según el modelo tradicional de la región de donde ella es oriunda, que Alfonso correría con todos los gastos de mantenimiento de la casa. Este acuerdo se mantiene aunque hoy día les genera un gran malestar.

A pesar de la insatisfacción de ambos la separación no es considerada como una alternativa por razones culturales y religiosas.

 

EL DINERO EN LA CONSTRUCCIÓN VINCULAR

 

Nos referiremos aquí a algunas dimensiones que atraviesan la construcción económica de la pareja.

 

1) El dinero como construcción social y simbólica:

El dinero, como construcción social y simbólica atraviesa el vínculo de alianza, con ciertas normatividades preestablecidas desde la cultura.

La palabra “dinero” viene del latín “denarius”. Es un objeto con valor de cambio[3] que permite satisfacer necesidades que varían según la época y es condición de pertenencia social. El dinero atraviesa a las relaciones de pareja generando prescripciones, obligaciones, deudas, resentimientos, reconocimientos. La cohabitación propia de las relaciones de pareja tiene implicaciones jurídicas que incluyen no solo la prescripción de la sexualidad sino las obligaciones de sostén económico del cónyuge. Este aspecto jurídico cobra toda su dimensión en la separación de bienes, en lo relativo a los bienes gananciales.[4]

Por otra parte, el dinero resulta ser eje de complejas proyecciones donde se juegan no solo aspectos individuales tales como la codicia y la avaricia[5] sino otras dimensiones de lo vincular como el poder, el género, la sexualidad, el odio, etc.

Podemos pensar al dinero en la pareja como un elemento borde donde confluyen lo interno y lo intersubjetivo. Deviene como un producto vincular, en términos de lo que la pareja va construyendo en conjunto y como manifestación de las modalidades vinculares imperantes. A su vez tiene efectos en la construcción vincular, puesto que este intercambio afecta y es afectado a su vez por otras dimensiones del vínculo.

2) El dinero en la construcción de la subjetividad actual

Ser, tener, pertenecer: El lugar de ser del sujeto de hoy, su pertenencia social, depende de su capacidad de consumo. El dinero cobra así un valor ontológico, puesto que hace a los cimientos mismos de la identidad: “quien no lo consigue no es nada”.Desde esta perspectiva, el reconocimiento del otro del vínculo estará atravesado entre otras cosas por el tener como fundamento del pertenecer. El dinero será factor de status, de pertenencia social para la pareja en conjunto y para cada uno de los miembros de la misma. Así, hay parejas que se construyen o se sostienen con base en el dinero, por el temor no solo de perder la seguridad económica sino el status social que esta garantiza.

Según Fanny Hoffer (2005) desde la óptica del dinero el otro nunca es un verdadero prójimo. En una sociedad consumista, donde priman los logros individuales, el otro, al igual que los vínculos afectivos, corren el riesgo de transformarse en descartables. En la medida en que las relaciones de pareja no proveen una satisfacción inmediata la construcción de un Dos[6] vincular se torna efímero.

 

3) Modelos acerca del dinero en el imaginario social: expectativas de género

En el modelo de la modernidad se espera que el hombre asuma la responsabilidad económica de sostén de la familia. Las decisiones económicas son de su competencia. La mujer tiene a su cargo la casa y los hijos. El (poco) dinero que podría ganar le pertenece y puede disponer de él para sus gastos personales.[7]En cambio, las parejas postmodernas, aquellas denominadas por Baumann como “amor líquido”, valoran la independencia de cada uno. Esperan igualdad en las responsabilidades económicas y en el desempeño de las tareas domésticas. Se mantienen en la medida que puedan ser de utilidad para cada uno.

En el imaginario de la pareja actual circulan simultáneamente modelos provenientes de la Modernidad y de la Postmodernidad, simultaneidad que es fuente de conflicto. Estos modelos generan expectativas, prescripciones, mitos y lealtades de diverso orden en lo relativo al dinero y al género. Por un lado los cónyuges se demandan obligaciones que deben ser estrictamente repartidas pero añoran el sostén y la dependencia propias del modelo de la modernidad.

 

4) Circulación del dinero en otras dimensiones del vínculo:

En la cultura los intercambios matrimoniales y económicos forman parte de un sistema de reciprocidad. Pero ya señalaba Levi Strauss que en el dominio de la cultura se da un desequilibrio: “Se recibe siempre más de lo que se da y al mismo tiempo se da más de lo que se recibe[8]. En las relaciones de pareja la circulación del dinero, y en el intercambio que conlleva, se espera recibir de acuerdo a lo que se da, surgiendo complejas equivalencias entre afecto, sexualidad, poder y dinero. Si el sentimiento es que no se recibió lo mismo que se dio, queda un plus que ha de ser “cobrado”. El resentimiento [9]se instala cuando no se recibe algo que en mérito el sujeto considera que debería recibir.

El dinero es uno de los campos privilegiados donde se despliega el ejercicio del poder, como instrumento para sostener, sujetar, humillar, comprar o someter al otro dando lugar a diversas modalidades vinculares donde el otro del vínculo puede ser reducido a la categoría de “un bien adquirido”. [10]

Dice Sandor Marai, en su maravillosa novela La Mujer Justa: “ Lo que descubrí es que mi mujer me robaba”… Imposibilidad de imaginar algo así en una relación. Por qué le robaba? Ella se apoderaba de las joyas y el dinero de su marido puesto que consideraba que estaba en su derecho. Se cobraba su infancia miserable, los años en que le sirvió como criada, su posición de amo…Tal vez el marido creyó asegurar el amor de esta mujer cuando pagó por ella con la pérdida de su pertenencia social y la ruptura de su primer matrimonio. El odio y el resentimiento impidieron el encuentro. El buscó la mujer justa… no la encontró.[11] 

 

EL DINERO COMO UNA CONSTRUCCIÓN VINCULAR

Entendemos el dinero como una construcción vincular resultado del entre-dos.

Podríamos identificar dos modelos, que tienen diversas manifestaciones en la construcción económica de la pareja.

1) Modelo de la Complementariedad, donde prima el imaginario de fusión, modelo del Uno, que funciona en base a la sumatoria de los aportes de cada uno, equivalencia exacta de lo aportado por cada uno. Esta distribución puede referirse a roles de género, estrictamente delimitados. A pesar de la aparente claridad de este arreglo, son bien conocidos los malestares vinculares que suele ocasionar. Ej: Una pareja llega a la consulta diciendo: “ El arreglo económico que nosotros tenemos es que Juan paga el 57.5% de los gastos y María el 42.5%.” Como llegaron a esta cifra? Ambos economistas, consideraban que esta era la proporción exacta de acuerdo al dinero que ganaban! Ni un peso más ni un peso menos! Si bien la suma da 100%, la pareja no parece encontrar este acuerdo satisfactorio. Arreglo “justo” que no suma en la construcción vincular.

En el proceso de divorcio se evidencian aspectos que pueden haber sido silenciados que remiten a la falla del modelo complementario. [12] Las ansiedades concomitantes a la separación hacen surgir la sensación de injusticia respecto a lo que en “justicia” deberían recibir. Cada uno siente que dio más de lo recibió a cambio.

2) Modelo de Suplementación, donde el vínculo y la construcción entre-dos aportan un plus al producto vincular. Además de los bienes gananciales propiamente dichos, el hacer juntos les permite ir construyendo un bienestar vincular de tal manera que al mismo tiempo que se respetan espacios de independencia, autonomía y desarrollo individual, se vaya apuntalando una solidaridad económica y afectiva, todo lo cual implica disponibilidad en momentos de dificultad y reconocimiento de las diferencias. El dinero será así una construcción vincular.

 

COMENTARIOS AL CASO CLÍNICO

El vínculo de Alfonso y Amparo aparece teñido de tal manera por las discusiones respecto al dinero que otras dimensiones del vínculo parecerían desvanecerse. Nos preguntamos cuales serían los obstáculos[13]y las dificultades en el hacer conjunto de esta pareja que se manifiestan en lo económico.

La escucha: Tienen ideas distintas respecto al dinero, cómo se debería disponer de él. Como estas diferencias son sostenidas desde la premisa de que cada uno debería pensar o hacer como el otro, los pedidos no son escuchados. No hay lugar para que estas diferencias puedan ser tramitadas. Las piensan como dificultades que podrían ser resueltas con un modelo ideal, que nos remite al modelo complementario: si pudieran acordar un presupuesto, acordar en qué gastan el dinero… el problema ser resolvería. Si pensamos estas dificultades como obstáculos podríamos decir que se trataría más bien de qué hacer con estas diferencias, que hacer con lo que el otro dice, cree o piensa.

La queja: ambos se quejan de la falta de afecto, de la falta de tiempo, de la dificultad para encontrarse. Qué es lo escaso en éste vínculo? Que quiere decir tacaño? Ambos han puesto sus afectos en los logros profesionales, en sus familias de origen, están atravesados por duelos recientes. Cada uno transita en lo suyo y el entre-dos no parece posible. Las discusiones respecto a las vacaciones parecer dar cuenta de la dificultad de estar juntos y del temor del encuentro y del desencuentro. La queja remite a una búsqueda de reconocimiento que el otro de la pareja no provee. Prima la falta, lo que no se dan, lo que no pueden hacer juntos; se han instalado en el reproche.

Modelos: Siguiendo los ideales propios de la Modernidad y de su entorno social acordaron una distribución de funciones y obligaciones. Estos acuerdos no parecen servirles en su realidad actual. Sin embargo, la lealtad hacia estos modelos, que cobran la dimensión de mandatos, les ha impedido un intercambio novedoso. Su modalidad vincular se ha caracterizado por el posicionamiento narcisista, donde cada uno lucha por tener la razón. La construcción de un Dos vincular es escasa.

Lo transgeneracional: el dinero ha sido símbolo de status, poder y muerte en la familia de Amparo. Alfonso valora el dinero pero lo considera un bien escaso, difícil de disfrutar. El dinero circula como forma de poder donde cada uno se posiciona para “defenderse” del otro, temor a quedar atrapados en una relación de cercanía de la cual puedan salir heridos. El resultado es la insatisfacción afectiva, la irritación, la violencia, y la sensación de estar atrapados en una sin salida.

Por último, faltaría preguntarnos si las capitulaciones matrimoniales en esta pareja, como forma jurídica que intenta conjurar la incertidumbre propia del proyecto vincular, da cuenta de entrada del cuestionamiento acerca de la continuidad del vínculo y un modelo donde primaría el funcionamiento del Uno: “lo mío es mío, lo tuyo es tuyo”, modelo preponderante entre ellos. Paradoja que estaría en la conformación de este vínculo. Lo que se espera construir es al mismo tiempo anticipado como no posible.

 

Una palabra final

El ejemplo clínico ha servido como pretexto para acercarnos a una problemática de alta complejidad que atraviesa nuestro quehacer cotidiano.

 

Bibliografía

Aisenson Koga, A., y de Hoffer, F. El Mal Dinero. Buenos Aires, Ed Biblos, 2005.

Berenstein, I. “El Debate que propone la vincularidad”, 2005.

Baumann, Z. El Amor Líquido. Fondo de Cultura Económica, 2005.

Borísov, Zhamin Y Makárova. Diccionario de Economía Política.Encicopledia Virtual de Economía

Coria, C. Dinero en la Pareja, Algunas desnudeces sobre el poder. Paidos, 1998.

Kanciper, L. Resentimiento y repetición. Editorial Paidos, Buenos Aires ,1992.

Márai, S. La Mujer Justa. Editorial Narrativa Salamandra, 2005.

Matus, S.” Intercambio”, Diccionario de Configuraciones Vinculares, 1997

Moguillansky, R. y Seiguer, G. “Los Bienestares del Amor de Pareja”, APdeBA, 2005.

Puget, J. “Obstáculos y dificultades para construir lo común: decidir entre varios”,2006

Abstract Jornadas XXII, 2006

EL DINERO Y LA CONSTRUCCIÓN VINCULAR 

Myriam Alarcón de Soler[14]

 

A partir de un caso clínico se aborda el tema del dinero en la pareja como construcción vincular y en la construcción vincular.

Nos planteamos como eje de esta reflexión, qué entenderíamos por “hacer juntos”, cuales serían algunos de los elementos específicos que nos permitirían pensar el dinero EN la construcción vincular y el dinero COMO construcción vincular.

 

EL DINERO EN LA CONSTRUCCIÓN VINCULAR :

1) El dinero como construcción social y simbólica: El dinero en la pareja es un elemento borde donde confluyen lo interno y lo intersubjetivo. Deviene como un producto vincular, en términos de lo que la pareja va construyendo en conjunto y como manifestación de las modalidades vinculares imperantes. A su vez tiene efectos en la construcción vincular, puesto que este intercambio afecta y es afectado a su vez por otras dimensiones del vínculo.

2) El dinero en la construcción de la subjetividad actual: El reconocimiento del otro del vínculo estará atravesado entre otras cosas por el tener como fundamento del pertenecer.

3) Modelos acerca del dinero en el imaginario social: expectativas de género: En el imaginario de la pareja actual circulan simultáneamente modelos provenientes de la Modernidad y de la Postmodernidad, que incluyen ideales sociales, mitos y prescripciones de género, simultaneidad que es fuente de conflicto.

4) El dinero en otras dimensiones del vínculo: En el intercambio de la pareja se espera recibir de acuerdo a lo que se da, en complejas equivalencias entre el dinero, el afecto, la sexualidad, y el poder.

El dinero puede ser instrumento de poder para sostener, sujetar, humillar, comprar o someter, donde el otro del vínculo puede quedar reducido a un “bien adquirido”.

 

EL DINERO COMO UNA CONSTRUCCIÓN VINCULAR

Entendemos el dinero como una construcción vincular resultado del entre-dos, en la cual podríamos identificar dos modelos:

1) Modelo de la Complementariedad, donde prima el imaginario de fusión, modelo del Uno, que funciona en base a la sumatoria de los aportes de cada uno, equivalencia exacta de lo aportado por cada uno. Esta distribución puede referirse a roles de género, estrictamente delimitados. Modelo del Uno.

2) Modelo de Suplementación, donde el vínculo y la construcción entre-dos aportan un plus al producto vincular. Además de los bienes gananciales propiamente dichos, el hacer juntos les permite ir construyendo un bienestar vincular de tal manera que al mismo tiempo que se respetan espacios de independencia, autonomía y desarrollo individual, se vaya apuntalando una solidaridad económica y afectiva, todo lo cual implica disponibilidad en momentos de dificultad y reconocimiento de las diferencias. El dinero será así una construcción vincular.

 

* Jornadas Anuales XXII, AAPPG, 2006.

[1] Agradezco a la Dra. J. Puget y a la Lic. G. Mendilaharzu sus aportes y comentarios.

Agradezco al Grupo de Estudios y Profundización en Psicoterapias Vinculares (Ricardo Aponte, Danilo Diazgranados, Ligia Gallego, Elsa Mantilla, Carolina Lozano, Maggui Gutierrez, Marta Sarmiento y Carolina Tejada) la discusión del tema.

[2]Capitulaciones Matrimoniales: Se trata de una figura jurídica en la cual los cónyuges renuncian a que los bienes adquiridos o heredados antes del matrimonio formen parte de la sociedad conyugal.

[3] Valor de uso: utilidad de una cosa, capacidad que posee de satisfacer una necesidad cualquiera que sea, del hombre, de la sociedad. Valor de cambio es aquel asignado a una mercancía y que hace posible la obtención de utilidades y la acumulación de riquezas. (Borizov, et. al. Diccionario Virtual de Economía).

[4] Según Moguillansky y Seiguer (2005):“Bien ganancial es el nombre que utiliza nuestro derecho de familia para el patrimonio del vínculo conyugal. Se diferencia así del “bien propio”, nombre que designa al bien que preexiste a la fundación de la familia, o a lo que pueda recibirse por herencia sin ser producto de la pareja conyugal.”

[5] Las modalidades subjetivas frente al dinero pueden ser la codicia y la avaricia, que pueden ser consideradas como adicciones.

[6] Para Berenstein, Dos: “denomina en una pareja la conjunción vincular por la cual ambos sujetos producen la vida de pareja a partir de ese conjunto y ningún otro”.

[7] Este modelo estaría reflejados en frases tales como:”Yo no sería hombre si no sostengo la casa”.Ciertas costumbres como la dote y el ajuar remiten a la que la mujer iba a ser sostenida.

[8] Intercambio. Matus, S. (1997)

[9] Según Kanciper (1992, 17) “La palabra resentimiento se define como el amargo y el enraizado recuerdo de una injuria particular. Su sinónimo es el rencor. El sujeto resentido puede dejar de recordar, no puede olvidar…y lo traumático permanece como cuerpo extraño, que quedará aislado del curso asociativo con el resto del yo”.

[10] Es clásica la película la Guerra de los Roses. Es claro que la pelea mortal no giraba en torno a la posesión de la sino en torno al poder y a la necesidad de cada uno de afirmar su supremacía sobre el otro. Competencia a predomino de goce que los llevó a la muerte.

[11]“…Y de golpe comprendí que la persona justa no existe. Ni en el cielo, ni en la tierra, ni en ningún otro lugar. Simplemente hay personas, y en cada una hay una pizca de la persona justa, pero ninguna tiene todo lo que esperamos y deseamos. Ninguna reúne todos los requisitos, no existe esa figura única, particular, maravillosa e insustituíble que nos hará felices. Solo hay personas…” Marai, S., 2005.

[12] Los bienes gananciales serían una forma jurídica que remitiría al modelo complementario, proveniente de la ilusión de fusión propia del enamoramiento. Según la ley los bienes gananciales se repartirán por mitad. (Ver Moguillansky y Seiguer, 2005)

[13] Puget (2006) ha descrito el obstáculo como algo que “surge en el camino, inesperadamente, se opone a que sigamos en línea recta y por supuesto no podemos eludirlo. Los obstáculos exceden la estructura anterior. Requieren nuevas ideas y estrategias.”

[14] Agradezco a la Dra. Janine Puget, a la Lic. Gloria Barros de Mendilaharzu y al Grupo de Estudios y Profundización en Terapias Vinculares sus aportes y comentarios.