PARADOJAS Y ANSIEDADES EN LA SEXUALIDAD VINCULAR: Su relación con la inhibición del deseo sexual en la pareja[1]
Myriam Alarcón de Soler (Coordinadora)
Grupo de Estudios y Profundización en Terapias Vinculares[2]
“Entre el deseo y la realidad hay un punto de intersección: el amor”
Octavio Paz
INTRODUCCION
Un tema de consulta frecuente en la clínica de pareja es la inhibición parcial o total en la sexualidad.
No nos referiremos a aquellas parejas donde las alteraciones de la vida sexual se pueden atribuir a un franco deterioro de la relación, sino más bien a aquellas que no pueden tener relaciones sexuales a pesar del deseo consciente y manifiesto de tenerlas. Casi siempre atribuyen la falta de sexo a la falta de deseo de uno de ellos, con lo cual creen resolver el problema de un tajo, negando la complejidad presente en un síntoma que se encuentra anclado en el vínculo.
Es un tema de alta complejidad que propone interrogantes teóricos y clínicos: ¿Cuáles serían las paradojas y las ansiedades implícitas en la sexualidad vincular que darían cuenta de algunas de las dificultades observadas en la clínica?
I- La Sexualidad como un producto vincular
El deseo erótico (Kernberg, 1995), cuyo anclaje es la pulsión, es una búsqueda de placer dirigido hacia otra persona hacia la que se tienen fantasías conscientes e inconscientes específicas. Sin embargo la experiencia de la sexualidad implica el encuentro presencial con otro, un vínculo, en un “entre-dos” (Puget, 2003) donde va a configurarse una trama en el interjuego de las fantasías de cada uno de los participantes, de tal manera que se irá conformando una identidad propia y única de tal encuentro. Encuentro que al decir de Badiou (2000) se constituye en la única posibilidad de hacer posible un verdadero punto de contacto entre los polos diferentes: hombre –mujer.
Si la sexualidad en la pareja está atravesada por un interjuego vincular podemos decir que la inhibición vincular del deseo sexual se relaciona con la dificultad de la pareja para armar conjuntamente un escenario donde la sexualidad tenga cabida, un estar con el otro, un hacer con el otro. Pensamos que la inhibición del deseo en el vínculo podría ser rastreada a diversas modalidades de la imposición del Uno, tales como sometimiento, obligación, violencia, poder, etc. En efecto, el narcisismo, como una de esas diversas modalidades de la imposición del Uno, tiene efectos en el despliegue del deseo erótico de la pareja. La imposición narcisista del deseo de uno o de ambos sujetos del vínculo va generando una paradójica trama interfantasmática narcisista, que a la manera de una bola de nieve genera una inhibición vincular del deseo erótico.
II- El papel del narcisismo en la inhibición vincular del deseo sexual
Dentro de las fantasías infantiles que se reactivan en cualquier relación sexual juega un papel importante la idealización del cuerpo del otro, la que acrecienta el deseo erótico, pero que fundamentalmente lleva a la fetichización del cuerpo. Esta idealización asume especial relevancia por su vinculación con el narcisismo y conlleva diferencias en cuanto a la problemática aquí planteada de la inhibición del deseo erótico. En efecto, en el enamoramiento como fase dentro del proceso propio del vínculo, la idealización del otro es característica, incluyendo obviamente su cuerpo, en ese momento novedoso y muy deseable, lo cual permite vivencias sexuales de tipo extático que remiten a experiencias primitivas. Muchas parejas se quejan de que la intensidad de esos contactos no las han podido volver a replicar posteriormente en el desenamoramiento y en el post-enamoramiento (Spivacow, 2005). Las idealizaciones primitivas propias del narcisismo impiden con mucha frecuencia la inclusión de la ternura conjuntamente con el deseo erótico en la experiencia sexual. La ternura es la consecuencia de la preocupación y el cuidado por el otro, surge de una profunda capacidad empática y en últimas de una cabal tolerancia a la ambivalencia inherente a todo vínculo.
Cuando el narcisismo es extremo, el fenómeno de desidealización, normal en cualquier relación de pareja, no es tolerado (Kernberg, 1995). El narcisismo puede imponerse como un obstáculo en la construcción del encuentro entre los sexos, ante la imposibilidad de aceptar la diferencia. La idealización impide modificar la relación de tal manera que se pueda construir algo nuevo.(Badiou, 2000).
III- Paradojas de la relación de pareja y sus efectos en la inhibición vincular del deseo erótico
La inhibición vincular del deseo sexual podría pensarse como una modalidad defensiva ante diversas ansiedades suscitadas por algunas de las paradojas propias de la relación de pareja.
1) Pulsión y Vínculo
Una de las paradojas que circulan en la sexualidad tiene su anclaje en el interjuego entre la pulsión y el vínculo. Berenstein (2004, pag 38-9) ha planteado que la pulsión no es el motor del vínculo con el otro, sino que “es frente a lo ajeno del otro y su presencia que en el sujeto emerge la pulsión, y en ese movimiento tratará de investirlo como su objeto”. Lo paradójico en el planteamiento de Berenstein es que mientras el vínculo tiene un valor no excluyente, es el propio vínculo el que genera la emergencia de la pulsión, que por definición es desvinculizante, en la medida en que reduce y desgasta al “al otro en su ajenidad para terminar siendo semejante al yo”.
2) Individuación e Intersubjetividad
Pachuk y Kleiner (l996) describen el trabajo del coito como una zona de encuentro que da lugar a una producción inconsciente vincular, en el cual se da la presencia máxima que moviliza tanto el placer como las ansiedades más profundas en relación con la fusión y con la individuación. Subrayan así la presencia de otra paradoja: “El coito sería la expresión de la intersubjetividad más radical al mismo tiempo que, paradójicamente, da cuenta de la singularidad más profunda”. (1996, pag 110).La paradoja que conlleva la sexualidad estaría dada por la individuación, de un lado, que se construye únicamente en la implicación mutua con el otro y donde sólo la interiorización de la diferencia así constituida, permitirá reconocer la ajenidad del deseo del otro y, del otro lado, la tendencia pulsional a la fusión.
3) La irreductible diferencia de los sexos
Estas paradojas podemos también vislumbrarlas desde el pensamiento de la diferencia de Badiou( 2000) quien nos habla del amor. Introduce el concepto de U, como punto de intersección entre H y M, o aquello que pueden tener en común el Hombre y la Mujer. Cuando el acontecimiento amor tiene lugar, se dan dos posibilidades al mismo tiempo: …“la visibilidad de U es a la vez la visibilidad del contacto entre los sexos y la visibilidad de su diferencia. Llamaré amor a esta experiencia de encuentro en la que se hace visible a la vez el contacto de los sexos y su irreductible diferencia. Y esta es la doble función de U.” (pg.77).
IV- Ansiedades de la trama interfantasmática presentes en la inhibición vincular del deseo sexual
Las paradojas descritas son fuente de diversas ansiedades que podrían dar cuenta de algunos aspectos de la dinámica de la inhibición de la sexualidad vincular.
1) Angustias frente a la intimidad
La construcción de intimidad se refiere al intercambio vincular que conlleva sentimientos de afecto, de solidaridad, de compañía, de la seguridad de contar con el otro en momentos de dificultad.
Dice Hugo Bleichmar (1999), que “cuando dos subjetividades se relacionan debemos detenernos en las angustias frente a la intimidad”. Afirma que “el sentimiento de intimidad es una construcción subjetiva construida entre los dos participantes”. El sentimiento de intimidad surge en relación a otro al que se reconoce como separado del sujeto -existiendo en la realidad- en el momento en el que manteniéndose este sentimiento de diferencia, simultáneamente se vive como algo importante de la mente del otro, bien sean sus sentimientos, sus ideas, e intereses, los cuales se sienten como propios. Estas angustias tienen relación con el temor de ser violentado corporal, afectiva, instrumental o cognitivamente, temores que consideramos de estirpe narcisista. En el encuentro amoroso se conjugan, por lo tanto, la angustia y el placer, es decir, la intimidad que se desea también se teme.
Para evitar estos temores, algunas veces se propone una sexualidad sin el compromiso de la vincularidad y los riesgos de la intimidad, tal como sucede en la película francesa “Une Liaison Pornographique” (paradójicamente llamada en español “Una Relación Íntima”), en la que los protagonistas se encuentran solamente para realizar una fantasía sexual, donde predomina lo narcisista sin un punto de encuentro que incluya la diferencia. El escenario de la sexualidad, del cual el espectador queda excluido, va dando lugar a un encuentro donde el deseo abre paso al amor. Amor que conlleva el riesgo del dolor, del envejecimiento, del odio y posiblemente la disminución del deseo, sustrato del enganche inicial. La pareja se rompe ante el súbito reconocimiento de la construcción vincular y la imposibilidad de sostenerla; paradoja expresada por los protagonistas: “Lo nuestro fue una ‘relación pornográfica’”.
Bauman, en su libro Amor Líquido (2005) nos habla de las dificultades que tienen las parejas modernas de investir una pareja de manera estable. Son relaciones donde predomina la búsqueda de satisfacción inmediata donde se evitan las dificultades que implicaría una construcción vincular.
2) Evitar el sufrimiento
Freud(1912) en Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa reconduce la génesis del amor a la constelación materna y al complejo de castración. Postula que frente a la frustración ocasionada por la imposibilidad de alcanzar el objeto de amor, donde confluyen el deseo y la ternura, se regresa a los objetos infantiles que se habían dejado, produciéndose así una retracción de la libido.
En el escenario de la sexualidad vincular el confrontar deseo, fantasía y la irremediable ajenidad del Otro, conlleva inevitablemente a cierto grado de sufrimiento. En su obra “El amante”, Marguerite Duras (2004, 140) dice: “Acudía a mi lado, también se tendía, pero se había quedado sin energía alguna, sin potencia alguna… Su cuerpo ya no quería saber nada de la que iba a partir, a traicionar”. El sufrimiento, como un efecto de presencia, puede conllevar a la disminución o aniquilación del deseo.
En las parejas con inhibición vincular del deseo sexual se inhibe el deseo para evitar el sufrimiento que la búsqueda del encuentro o el encuentro sexual mismo puede ocasionar. En efecto, no es infrecuente oír decir a las parejas: “Me cansé de buscarlo (la). Cuando yo quería el (ella) no quería, ahora yo no quiero”. Con la aniquilación del deseo del escenario de la sexualidad queda también excluido del discurso, evitando así la enunciación de la fisura vincular.
3) La ilusión de fusión
Cuando las parejas buscan la fusión, se ilusionan con el encuentro del otro pensado. “Moría el deseo en ese anhelo de ser Uno” nos dice A. Mackintach (2001) refiriéndose al mito de Aristófanes en los “Diálogos de Platón”. El amor que busca la fusión se ahoga en el Uno. Así la inhibición vincular del deseo sexual estaría al servicio de mantener un status quo empobrecido pero estable que evita la desolación del desencuentro y anula el “efecto de presencia” (Puget, 2003).
En el coito se da la presencia máxima, proveniente de la inevitable ajenidad del otro, así como la ausencia máxima, derivada de la investidura pulsional del otro, que movilizan tanto el placer como las ansiedades más profundas en relación a la fusión y a la individuación. La búsqueda de fusión, que remite a un funcionamiento predominantemente narcisista, se confronta ansiosamente con la presencia del otro real. Las fantasías primarias que buscan satisfacción encuentran su tope en la imposibilidad de un encuentro oceánico. Es allí donde la evitación de la sexualidad podría remitirse a un intento de sostener en la fantasía la posibilidad de un encuentro amoroso totalmente absorbente.
La relación sexual podría pensarse como un espacio de fusión temporal que permite la construcción de una “ilusión” de comunión en donde la realidad tiene cabida, permitiendo la permanencia y complejización vincular a la vez que la individuación. La tensión creativa entre lo propio y lo ajeno dará lugar a “un ir haciendo”, espacio donde la sexualidad y la intimidad tengan cabida.
4) Temor a la ruptura vincular
Nos dice Verhaeghe (2003, pág. 28): “Uno es el fantasma del otro y ambos se hallan muy lejos de estar a la altura”. La sexualidad, confrontación irremediable con la ajenidad, pondría en evidencia vacíos en la capacidad de vincularse. La inhibición vincular del deseo sexual puede constituir una defensa para preservar otras áreas de la relación y evitar la posibilidad de una ruptura vincular. Para algunas parejas la relación sexual puede estar atravesada por una profunda soledad, que enunciaría un alejamiento vivenciado como irremediable.
V- Algunos Comentarios Finales: Construir juntos, desear juntos
En la conjunción de los cuerpos, el devenir del deseo produce un trabajo vincular donde la sexualidad puede ser configurada desde la diferencia. Es en el encuentro sexual donde se conjugan fantasía, cuerpo, deseo y amor; lugar de mediación en donde por momentos confluyen el Uno y el Dos dando lugar a la inhibición de la sexualidad o a un espacio de creación conjunta. La fusión, el temor a la intimidad, la búsqueda del Otro especular, así como el narcisismo, resultan obstáculos para el encuentro sexual y se constituyen como aspectos del Uno que configuran una resistencia vincular. En la inhibición de la sexualidad el deseo articulador del vínculo es obturado: sin el deseo del otro, el no-deseado pierde el sentimiento de pertenencia al vínculo. La trama fantasmática narcisista cobra fuerza generando una dinámica que va empobreciendo la sexualidad vincular.
Podemos pensar que el trabajo terapéutico en la clínica de parejas ha de tener en cuenta la necesidad de generar un espacio vincular donde se pueda convivir con la paradoja que implica la ajenidad propia y del otro del vínculo, lo que además permitiría encontrarse y reencontrarse, al mismo tiempo que se preservan ciertos aspectos del narcisismo descrito, que constituyen la mismidad.
Resumen
La inhibición vincular del deseo sexual en las parejas propone interrogantes teóricos y clínicos. Desde la teoría vincular proponemos la construcción de la sexualidad y sus inhibiciones como un producto vincular que remite a una trama interfantasmática. La presencia de lo que hemos denominado una trama interfantasmática narcisista podría ampliar la comprensión de la inhibición vincular del deseo sexual como un síntoma de la pareja. Se analizan las ansiedades que circulan en el vínculo y algunas de las paradojas inherentes a la construcción de la sexualidad vincular. Proponemos que la inhibición vincular del deseo sexual podría pensarse como una modalidad defensiva frente a las ansiedades y paradojas descritas.
[1] Trabajo presentado para el Congreso de Psicoanálisis de Configuraciones vinculares, Mayo 2008.
[2] Ricardo Aponte, Ligia Del Toro, Danilo Diazgranados, Ligia Gallego, Maggui Gutiérrez, Carolina Lozano, Elsa Mantilla, Marta Sarmiento.