Dinero en la Pareja, una cuestión compleja.

EL DINERO EN LA PAREJA, UNA CUESTION COMPLEJA EN LA CONSTRUCCION VINCULAR[1]

MYRIAM ALARCON DE SOLER[2]

El dinero en la pareja es una cuestión compleja. Ganar o no ganar dinero, tener o no tenerlo, tener uno más o menos que el otro, tenerlo o no antes del matrimonio, tener unos bienes con una pareja previa, trabajar juntos, son temas que generan malestar. Algunas veces ese malestar se expresa abiertamente en forma de reproches que invaden el campo vincular y otras veces son temas silenciados, que producen síntomas.

La perspectiva vincular será el marco desde el cual me propongo abordar este tema de alta complejidad, que implica discusiones, brechas, desencuentros, malentendidos, sufrimientos, que en el mejor de los casos permitirá una construcción vincular satisfactoria, y en otros puede instalarse de tal manera que la relación parecería centrarse en esta conflictiva como única, y otras veces lleva a la ruptura, y sin embargo no por eso, el tema parece resolverse. Valga recordar la batalla de la película de “La Guerra de los Roses” donde la casa, como bien construido por la pareja, se transforma en el caballo de batalla para no romper la relación

Para empezar: Un ejemplo clínico

Roberto (40) y Liliana (35 ) vienen a consulta porque “ella ya no puede más”. Dice que ha dado lo mejor de sí en esta relación pero no encuentra en Roberto una respuesta a sus necesidades. Se siente sola, abrumada por la crianza de sus hijos, y una y otra vez, reclama que “ella ha dado mucho más de lo que él le ha dado a ella”. Roberto aparece impávido, como desinteresado, y “como aguantando el chaparrón”. Ella continúa con sus reproches, que no hacen mella. La sensación es que le reclama a una pared. .. Dice: Roberto tiene plata para sus cosas, para gastarlo en sus hobbies, en sus viajes con su mamá y sus hermanas, pero en todos estos años, no ha me ha llevado a celebrar la luna de miel. También tiene plata para viajar con su papá, por supuesto sin mí”. Los reproches continúan sin pausa.

Se casaron hace ya seis años. Ella, muy bonita, nacida en otro país latinoamericano, madre soltera, con una niña que hoy tiene ocho años, fruto de una relación previa. Dejó su hija con su familia, porque quería terminar su carrera. Había empezado medicina, y tuvo que interrumpir sus estudios por su embarazo. Decidió continuar sus estudios en Bogotá, apoyada en esta decisión por sus padres, quienes asumieron los gastos. Llegó a “vivir como estudiante” con todas las limitaciones que eso implicaba. Además estaba triste por haber dejado a su hija, pero por otra parte tenía las libertades de ser soltera.

Roberto, administrador de empresas, es un ejecutivo exitoso. Tiene varios negocios, algunos con su familia, y otros propios. Le encanta la vida social, tiene visión para invertir, y aunque “comenzó de cero” ahora “tiene un buen pasar”. Cuando se conocieron, ella era una “pobre estudiante” y el un ejecutivo, con “carro y apartamento”, aunque insiste, que en realidad él “tampoco tenía tanto”.

A pesar de esas diferencias, se entendieron muy bien, y rápidamente resolvieron irse a vivir juntos y pronto se casaron. Liliana relata con mucha rabia y tristeza que la víspera del matrimonio, él la llevó donde su abogado, para que firmaran capitulaciones matrimoniales.[i] A ella le cayó esto bastante mal. Ella no tenía nada… él tenía lo suyo. Él le dijo que “quería que no tuviera que responder económicamente por los riesgos de sus negocios”. Aunque ella no estuvo de acuerdo, firmó, aunque dice más tarde que pensó en cancelar la boda.

 

A los pocos meses, la familia de Liliana dejó de enviarle el dinero que estaba destinado a los estudios de Liliana, y trajeron a la hija de ésta para que viviera con la pareja. La presión fue enorme. A la exigencia académica, los horarios extendidos, los turnos que hacia Liliana, se tuvo que hacer cargo de la crianza de su hija, y depender totalmente del dinero que le diera Roberto, quien a su vez se sintió engañado por el manejo de sus suegros.

Según Liliana, Roberto continuó con su vida de soltero; pendiente de su familia de origen, de sus amigos, llegando a la hora que le parecía, e incapaz de compartir con ella la vida del hogar. Le dice una y otra vez a Roberto que ella ha dado todo, y le pregunta, si él tiene alguna queja respecto a ella, a lo cual, el responde que no, pero en otros momentos dice que Liliana “se vuelve loca, grita, tira cosas y hasta lo amenazó con un cuchillo.” Ella dice “eso fue antes”.

A pesar de todo esto, Roberto insistió en tener un hijo, y ella accedió. El bebé tiene hoy un año, y los dos pelean porque ninguno tiene tiempo para criarlo. Ella porque quiere tener éxito profesional, quiere ganar plata ahora que terminó su carrera, hace turnos, y atiende consulta, y él porque sus negocios y sus viajes se lo impiden, además de la vida social.

Las discusiones por dinero se vuelven interminables y llegan siempre al mismo punto de partida. Ella dice que pone “todo” lo que gana para los gastos de la casa. El dice que él pone mucho más del doble de lo que aporta ella, y que tiene derecho a tener “su dinero” y hacer con él lo que le parezca. Además que no tiene tanto… Ella dice que esto no es justo, que cuando “uno se casa debe poner todo en una sola bolsa”. El no está de acuerdo. Ella se queja de las capitulaciones, y siente que esto dañó todo desde el principio. Roberto dice que quiere hacer unas empresas familiares con ella, pero Liliana no quiere firmar porque tiene desconfianza respecto a los papeles que él le pide que firmen. El se queja del arriendo que pagan, y que ahora que ella gana más, ella debe poner más. Y así continúan.

Liliana siente que pone “todo” y él no pone todo ni está dispuesto a ponerlo. Ella pone toda su plata, su energía, su tiempo, no tiene tiempo para sus cosas personales, ni gimnasia, ni salidas, ni dinero extra para sus gastos y él tiene su tiempo, su libertad, sus amigos, sus negocios. De tanto en tanto, estas discusiones interminables se cortan porque ella amenaza con separarse, porque no aguanta más, y entonces él la apacigua, cambia un poco, la saca a comer o a un viaje, y el ciclo vuelve a comenzar.

La problemática de esta pareja abre la puerta a múltiples vertientes de análisis, pero voy a privilegiar el tema del dinero como un significante que insiste. Éste será un pretexto para reflexionar acerca de algunas de las cuestiones que plantea el dinero en la construcción vincular y el dinero como construcción vincular.

EL DINERO EN LA CONSTRUCCIÓN VINCULAR

Nos referiremos aquí a algunas dimensiones que atraviesan la construcción económica de la pareja.

1) El dinero como construcción social y simbólica:

La palabra “dinero” viene del latín “denarius”. Es un objeto con valor de cambio [ii]que permite satisfacer necesidades que varían según la época y es condición de pertenencia social. El dinero atraviesa a las relaciones de pareja generando prescripciones, obligaciones, deudas, resentimientos, reconocimientos.

La cohabitación propia de las relaciones de pareja tiene implicaciones jurídicas que incluyen no solo la prescripción de la sexualidad sino las obligaciones de sostén económico del cónyuge. Este aspecto jurídico cobra toda su dimensión en la separación de bienes, en lo relativo a los bienes gananciales. Según Moguillansky y Seiguer (2005):“Bien ganancial es el nombre que utiliza nuestro derecho de familia para el patrimonio del vínculo conyugal. Se diferencia así del “bien propio”, nombre que designa al bien que preexiste a la fundación de la familia, o a lo que pueda recibirse por herencia sin ser producto de la pareja conyugal.”

El dinero, como construcción social y simbólica atraviesa el vínculo de alianza, con ciertas normatividades preestablecidas desde la cultura. Estos elementos transubjetivos tienen especificidades en las diversas culturas y conjugan creencias, mitos, expectativas de género, etc.

Por otra parte, el dinero resulta ser eje de complejas proyecciones donde se juegan no solo aspectos individuales tales como la codicia y la avaricia sino otras dimensiones de lo vincular como el poder, el género, la sexualidad, el odio, etc.

Propongo entonces que el dinero en la pareja es un aspecto donde confluyen lo intrasubjetivo y lo intersubjetivo. Deviene como un producto vincular, en términos de lo que la pareja va construyendo en conjunto y como manifestación de las modalidades vinculares imperantes. A su vez tiene efectos en la construcción vincular, puesto que este intercambio afecta y es afectado a su vez por otras dimensiones del vínculo. La circulación del dinero en la pareja es una de las múltiples manifestaciones de las alianzas inconscientes. [iii]

2) El dinero en la construcción de la subjetividad actual

Ser, tener, pertenecer: El lugar de ser del sujeto de hoy, su pertenencia social, depende de su capacidad de consumo. El dinero cobra así un valor ontológico, puesto que hace a los cimientos mismos de la identidad: “quien no lo consigue no es nada”. Desde esta perspectiva, el reconocimiento del otro del vínculo estará atravesado entre otras cosas por el tener como fundamento del pertenecer. El dinero será factor de status, de pertenencia social para la pareja en conjunto y para cada uno de los miembros de la misma. Así, hay parejas que se construyen o se sostienen con base en el dinero, por el temor no solo de perder la seguridad económica sino el status social que esta garantiza. Según Aisenson Kogan y Fanny de Hoffer en su libro “El mal dinero” (2005) desde la óptica del dinero el otro nunca es un verdadero prójimo. En una sociedad consumista, donde priman los logros individuales, el otro, al igual que los vínculos afectivos, corren el riesgo de transformarse en descartables. En la medida en que las relaciones de pareja no proveen una satisfacción inmediata la construcción de un Dos vincular se torna efímera. Para Berenstein (2005) el Dos denomina en una pareja la conjunción vincular por la cual ambos sujetos producen la vida de pareja a partir de ese conjunto y ningún otro.

El dinero y el contrato narcisista: El contrato narcisista (Aulagnier, 1975) remite a la misión del sujeto de garantizar el conjunto al que pertenece y a su vez le adjudica un lugar en ese conjunto. Kaës (1999, pag 115)) sostiene que el contrato narcisista tiene una violencia estructurante y opone a este el concepto de pacto narcisista como “resultado inmutable a un emplazamiento de perfecta coincidencia narcisista….Tal pacto contiene y transmite una violencia destructora”. Podemos pensar entonces que en el dinero como uno de los elementos de pertenencia a un conjunto social, está atravesado por representaciones que conllevan diversas maneras de pertenecer, que aseguran su apuntalamiento, o pueden transformarse en exigencias tiránicas que se juegan en el vínculo de pareja.

3) Modelos acerca del dinero en el imaginario social: expectativas de género

En el modelo de la modernidad se espera que el hombre asuma la responsabilidad económica de sostén de la familia. Las decisiones económicas son de su competencia. La mujer tiene a su cargo la casa y los hijos. El (poco) dinero que podría ganar le pertenece y puede disponer de él para sus gastos personales. Este modelo se ve reflejado en frases tales como: “Yo no sería hombre si no sostengo la casa”, o “Él no me deja trabajar”, etc. Ciertas costumbres como la dote y el ajuar remiten a la costumbre según la cual la mujer iba a ser sostenida por el futuro marido.

Las mujeres creían tener asegurados su seguridad económica hasta tanto no ocurriera algún evento externo, como una viudez, una separación o un abandono por parte del marido. Pero al mismo tiempo dependían totalmente de la voluntad del marido, y a veces estaban reducidas a una dependencia extrema.

Si bien este modelo aparecería como conveniente, porque no daba lugar a la incertidumbre, sometía a algunas parejas a la obligación de continuar con relaciones insatisfactorias porque la separación no aparecía como opción. Las mujeres quedaban en situación de desvalimiento porque no tenían, como decía Virginia Wolf (1929), ni dinero ni una habitación propia. Eran con frecuencia sometidas a violencias físicas y sexuales, o a tener que aceptar sin queja la infidelidad del marido, para quien las sanciones sociales no se daban.

En la película Las Horas (2002) una de las protagonistas es la típica esposa de la modernidad: el hombre es el proveedor, la mujer permanece en la casa e, y su función se reduce a cuidar la casa, al hijo, -está esperando otro- , y especialmente esperar y atender al marido. Esta mujer, acorralada por las exigencias e insatisfacciones de esta vida, huye, dejando al hijo y al marido, para no suicidarse.

Las parejas postmodernas, aquellas descritas por Baumann (2003) como “amor líquido”, valoran la independencia de cada uno. Esperan igualdad en las responsabilidades económicas y en el desempeño de las tareas domésticas. Se mantienen en la medida que puedan ser de utilidad para cada uno y se rompen fácilmente.

En el imaginario de la pareja actual circulan simultáneamente modelos provenientes de la Modernidad y de la Postmodernidad, simultaneidad que es fuente de conflicto. Estos modelos generan expectativas, prescripciones, mitos y lealtades de diverso orden en lo relativo al dinero y al género. Por un lado los cónyuges se demandan obligaciones que deben ser estrictamente repartidas pero añoran el sostén y la dependencia propia del modelo de la modernidad.

Las capitulaciones matrimoniales, hoy frecuentes, conllevan desde un principio el cuestionamiento de una construcción conjunta del dinero, comunidad que era esperable en el modelo de la Modernidad.

Vale decir que ninguno de los dos modelos podría presentarse como ideal. Cada pareja presenta problemáticas específicas con respecto a estos modelos, que en si no garantizarían ser satisfactorios. En algunos casos, el dinero como representante del poder en la pareja sirve para someter y para lograr que uno de los dos, generalmente la mujer, esté al servicio del otro, lo cual conlleva la anulación de uno de los sujetos del vínculo. Las legislaciones de la época favorecían esta situación.

En otros casos, el excesivo individualismo y la vivencia de lo efímero del vínculo, impiden una construcción económica conjunta, lo cual conlleva frustración y conflicto. Aducir un arreglo igualitario, tipo cincuenta-cincuenta como aspiran algunos, no parecería una respuesta adecuada para una temática compleja.

4) Circulación del dinero en otras dimensiones del vínculo:

En la cultura los intercambios matrimoniales y económicos forman parte de un sistema de reciprocidad. Pero ya señalaba Levi Strauss, citado por Matus (1997, pag. 233), que en el dominio de la cultura se da un desequilibrio: “Se recibe siempre más de lo que se da y al mismo tiempo se da más de lo que se recibe”. En las relaciones de pareja la circulación del dinero, y en el intercambio que conlleva, se espera recibir de acuerdo a lo que se da, surgiendo complejas equivalencias entre afecto, sexualidad, poder y dinero. Si el sentimiento es que no se recibió lo mismo que se dio, queda un plus que ha de ser “cobrado”. El resentimiento, se instala cuando no se recibe algo que en mérito el sujeto considera que debería recibir. Para Kanciper (1992) el resentimiento es sinónimo de rencor, y se refiere al recuerdo amargo y enraizado de una injuria particular.

Sandor Marai (1941) en su novela La Mujer Justa dice que descubrió que su mujer le robaba…Imposibilidad de imaginar algo así en una relación. ¿Por qué le robaba? Ella se apoderaba de las joyas y el dinero de su marido puesto que consideraba que estaba en su derecho. Se cobraba su infancia miserable, los años en que le sirvió como criada, su posición de amo…Tal vez el marido creyó asegurar el amor de esta mujer cuando pagó por ella con la pérdida de su pertenencia social y la ruptura de su primer matrimonio. El odio y el resentimiento impidieron el encuentro. El buscó la mujer justa… no la encontró. “…y de golpe comprendí que la persona justa no existe. Ni en el cielo, ni en la tierra, ni en ningún otro lugar. Simplemente hay personas, y en cada una hay una pizca de la persona justa, pero ninguna tiene todo lo que esperamos y deseamos. Ninguna reúne todos los requisitos, no existe esa figura única, particular, maravillosa e insustituible que nos hará felices. Solo hay personas…” (Marai, S., 2011, pag.130).

Daniel Asiner (2001, pag. 113) considera que “el poder nace en la vincularidad”. Y hace algunas precisiones acerca del poder como potencia, como capacidad y poder como dominio e imposición. El dinero es uno de los campos privilegiados donde se despliega el ejercicio del poder, en su acepción de dominio e imposición, como instrumento para sostener, sujetar, humillar, comprar o someter al otro dando lugar a diversas modalidades vinculares donde el otro del vínculo puede ser quedar reducido a la categoría de “un bien adquirido” o puede ser también un elemento vincular de enriquecimiento y construcción vincular.

En la clásica película La guerra de los Roses (1989), la pelea mortal gira alrededor de la posesión de la casa, pelea que pone de manifiesto la lucha por el poder y la necesidad de afirmar cada uno la supremacía sobre el otro de manera mortífera.

EL DINERO COMO UNA CONSTRUCCIÓN VINCULAR

Entendemos el dinero como una construcción vincular resultado del entre-dos.

Podríamos identificar dos modelos, propuesto por Puget (2006) que tienen diversas manifestaciones en la construcción económica de la pareja.

1) Modelo de la Complementariedad, donde prima el imaginario de fusión, modelo del Uno, que funciona en base a la sumatoria de los aportes de cada uno, equivalencia exacta de lo aportado por cada uno. Esta distribución puede referirse a roles de género, estrictamente delimitados. A pesar de la aparente claridad de este arreglo, son bien conocidos los malestares vinculares que suele ocasionar. Veamos un ejemplo: Una pareja llega a la consulta diciendo: “El arreglo económico que nosotros tenemos es que Juan paga el 57.5% de los gastos y María el 42.5%.” ¿Cómo llegaron a esta cifra? Ambos economistas, consideraban que esta era la proporción exacta de acuerdo al dinero que ganaban! Ni un peso más ni un peso menos! Si bien la suma da 100%, la pareja no parece encontrar este acuerdo satisfactorio. Arreglo “justo” que sin embargo no suma en la construcción vincular, y donde el intercambio resulta poco equitativo.

En el proceso de divorcio se evidencian aspectos que pueden haber sido silenciados que remiten a la falla del modelo complementario.[iv]Las ansiedades concomitantes a la separación hacen surgir la sensación de injusticia respecto a lo que en “justicia” deberían recibir. Cada uno siente que dio más de lo recibió a cambio.

2) Modelo de Suplementación, donde el vínculo y la construcción entre-dos aportan un plus al producto vincular. Además de los bienes gananciales propiamente dichos, el hacer juntos les permite ir construyendo un bienestar vincular de tal manera que al mismo tiempo que se respetan espacios de independencia, autonomía y desarrollo individual, se vaya apuntalando una solidaridad económica y afectiva, todo lo cual implica disponibilidad en momentos de dificultad y reconocimiento de las diferencias. El dinero será así una construcción vincular.

 

COMENTARIOS AL CASO CLÍNICO

El vínculo de Roberto y Liliana aparece teñido de tal manera por las discusiones respecto al dinero que otras dimensiones del vínculo parecerían desvanecerse.

Nos preguntamos cuales serían los obstáculos[v] y las dificultades en el hacer conjunto de esta pareja que se manifiestan en lo económico. Pero es evidente que las dificultades en muchos aspectos, se basan en las diferencias entre ellos y entre lo que piensan que hay que “poner” y lo que cada uno pone.

Alianzas inconscientes: La alianza inconsciente propuesta en el enamoramiento, en la cual Roberto como el que tenía más, dinero, posición, y estaba establecido en el país, podía proveer a Liliana, que estaba sola y desamparada, pero que era muy bonita y podía ser mostrada, se rompe. Roberto no está dispuesto a cambiar su vida de soltero, sigue en el Uno, lo suyo es suyo, su tiempo, su familia, su dinero, sus viajes. Liliana, que siente que “lo dejó todo por él” se siente traicionada, y se instala en el reproche.

Agrego aquí que en esta pareja circulan fantasías de despojo, provenientes posiblemente de situaciones familiares. Los padres de Roberto se separaron y su mamá, a pesar de no haber trabajado fuera de la casa, se quedó con la mayoría de los bienes de la sociedad conyugal. Los padres de Liliana estuvieron separados mucho tiempo durante el cual el padre se desentendió de sus obligaciones económicas. En la relación actual Roberto siente que la relación con Liliana le “quita” la mayor parte de sus ingresos. Liliana por su parte siente que “el la obliga a dar todo” y para ella no queda nada.

Modelos: El esperaba que Liliana fuera sostenida por su familia y “que no le generara problemas.” Liliana esperaba que él corriera con los gastos. Rápidamente, por las circunstancias, y por la convivencia, esta situación cambia, y aparece lo real de la situación de Liliana, su desvalimiento en un país extranjero, su hija, sus dificultades económicas. Ella dice: “mi papá no me manda más dinero porque ya me casé”. Es decir, la familia de Liliana supone que puesto se casó, el marido debe sostenerla. Roberto esperaba que Liliana trabajara y no le generara una carga económica y que su familia le siguiera pagando los estudios.

Ella esperaba un esposo solidario, donde todo,(simbolizado por el dinero),  fuera de ambos. El desde el principio propone un modelo distinto: lo de él es suyo, y con la firma de las capitulaciones hace patente que no desea compartir su dinero, y considera que puede disponer de ese dinero sin consultar a Liliana. Resulta claro que los dos tienen modelos muy distintos respecto al dinero, pero como esperaban que fueran iguales, esto les está generando muchas dificultades.

Un intercambio fallido: El vínculo de Roberto y Liliana está invadido por el reproche y la frustración. Reproche incansable de ella que se tropieza con el muro de la indiferencia y el silencio de él. Cada uno, instalado en su enclave narcisista, es impotente para modificar su queja y su actitud. Cada uno espera que el otro cambie puesto que el intercambio propuesto en el comienzo de la relación está fallido, e intentan inútilmente imponer su modelo, sus creencias.

Cada uno siente que ha dado más que el otro, él pone más dinero que ella, ella pone todo lo que gana, pone su tiempo, no tiene tiempo para nada excepto la casa y los hijos.

Este intercambio fallido genera resentimiento en ambos. Ella tiene ataques de odio, y se torna violenta, pretendiendo así atravesar su distancia, su indiferencia. Roberto la rechaza, la tilda de loca, no la escucha, pasa cada vez más tiempo fuera de la casa, dejándola a ella el cuidado de los niños.

Tal parecería que en el uso y distribución del dinero se repetiría lo que ocurre en otros aspectos de su relación, una relación de intercambio, que no termina de ser equitativo. Valga la pena resaltar el abuso de poder y la violencia que ejerce Roberto sobre Liliana en diferentes aspectos de su relación, apoyado entre otras cosas por su mayor poder económico.

No han podido hacerle lugar al Otro en cuanto es Otro, como nos dice Puget (2009). En tanto que están en un lugar identitario, no es posible construir un Dos vincular.

¿Hay lugar para el dinero individual? No creo que haya respuestas únicas, y cada pareja es única. Sin embargo, las reflexiones planteadas previamente respecto del modelo de la suplementación, donde cada uno aporte lo mejor de sí, y donde cada uno pueda sintonizarse y validar al otro como plantea Spivacow (2011), puede ser un camino para ir construyendo un Dos vincular.

Relaciones simétricas y asimétricas

La situación vincular de esta pareja está atravesada por asimetrías que generan un profundo malestar. El poder está al lado del dinero, y el mayor poder económico lo tiene Roberto. Liliana se siente humillada y paralizada. Esta asimetría con el consecuente resentimiento, hace obstáculo en la construcción vincular. Alianza inconsciente que hace crisis cuando el nivel de asimetría se evidencia.

Cabe aquí la pregunta de cuáles son los aspectos inconscientes que llevan a cada uno de ellos a permanecer en un vínculo de estas características. Liliana está presentando severas dificultades físicas que se han acentuado en la medida que las dificultades de la pareja se han hecho más graves.

Lo transgeneracional

Por último, faltaría preguntarnos si las capitulaciones matrimoniales en esta pareja, como forma jurídica que intenta conjurar la incertidumbre propia del proyecto vincular, da cuenta de entrada del cuestionamiento acerca de la continuidad del vínculo y un modelo donde primaría el funcionamiento del Uno: “lo mío es mío, lo tuyo es tuyo”. Paradoja que estaría en la conformación de este vínculo es decir, que lo que se espera construir es al mismo tiempo anticipado como no posible.

El lugar del analista

El reproche incesante, el maltrato de denuncian, especialmente Liliana, y la incapacidad de escucha, dificultan el lugar del analista, que se ve impotente ante la imposibilidad de romper los enclaves narcisistas.

Agregaría que los temas de género, de abuso de poder, y de maltrato que atraviesan a esta pareja promueven diversas reacciones contratransferenciales, que remiten a lo que Gloria Mendilaharzu y Waisbrot, (1996) denominaron en su momento predominancias estructurales.

Una palabra final

El ejemplo clínico ha servido como pretexto para acercarnos a una problemática de alta complejidad que atraviesa nuestro quehacer cotidiano. Otros temas como el poder y la violencia no se han sido analizados y ameritarían otros desarrollos.

[1] Una primera versión de este trabajo fue presentado en las Jornadas de la AAPPG, 2006. Trabajo presentado para la revista de la AAPPG, 2014.

Este trabajo será publicado en la Revista de la AAPPG, 2014.

 

[2] Agradezco a la Dra. J. Puget y a la Lic. G. Mendilaharzu sus aportes y comentarios.

Agradezco al Grupo de Estudios y Profundización en Psicoterapias Vinculares (Ricardo Aponte, Margarita Berdugo, Danilo Diazgranados, Ligia Gallego, Elsa Mantilla, Carolina Lozano, Maggui Gutierrez (fallecida) Marta Sarmiento, Carolina Tejada y Carmen Elisa Torres) la discusión del tema.

 

[i] Capitulaciones Matrimoniales: Se trata de una figura jurídica en la cual los cónyuges renuncian a que los bienes adquiridos o heredados antes del matrimonio formen parte de la sociedad conyugal.

 

[ii] Valor de uso: utilidad de una cosa, capacidad que posee de satisfacer una necesidad cualquiera que sea, del hombre, de la sociedad. Valor de cambio es aquel asignado a una mercancía y que hace posible la obtención de utilidades y la acumulación de riquezas. (Borizov, (2009).

 

[iii] Según René Kaës (2000) “Llamamos alianza inconsciente a una formación psíquica intersubjetiva construida por los sujetos de un vínculo para reforzar en cada uno de ellos algunos procesos, algunas funciones o algunas estructuras surgidas de la represión, la renegación o la desmentida y de la que sacan un beneficio tal que el vínculo que los reúne adquiere un valor decisivo para su vida psíquica.” (Kaës, 2000, pag. 113).

 

[iv] Los bienes gananciales serían una forma jurídica que remitiría al modelo complementario, proveniente de la ilusión de fusión propia del enamoramiento. Según la ley los bienes gananciales se repartirán por mitad. (Moguillansky y Seiguer, 2005)

 

[v] Puget (2006) ha descrito el obstáculo como algo que “surge en el camino, inesperadamente, se opone a que sigamos en línea recta y por supuesto no podemos eludirlo. Los obstáculos exceden la estructura anterior. Requieren nuevas ideas y estrategias.”

 

 

 

Bibliografía

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Resumen

El dinero en la pareja, una cuestión compleja en la construcción vincular

El dinero en la pareja es una cuestión compleja en la construcción vincular y con frecuencia es motivo de conflictos y malentendidos. Es un aspecto donde confluyen lo intrasubjetivo, lo intersubjetivo y lo transubjetivo.

El dinero deviene como un producto vincular, en términos de lo que la pareja va construyendo en conjunto y como manifestación de las modalidades vinculares imperantes. Este intercambio vincular está marcado por otras dimensiones de la relación tales como temas de género, poder y status.

A su vez el dinero tiene efectos en la construcción vincular, puesto que este intercambio afecta y es afectado a su vez por otras dimensiones del vínculo. La circulación del dinero en la pareja es una de las múltiples manifestaciones de las alianzas inconscientes.

Palabras clave: Dinero producto y efecto construcción vincular. Cuestión compleja. Manifestación de alianzas inconscientes. Aspectos transubjetivos. Complementariedad. Suplementariedad.

 

 

Summary

Money management as a complex issue in couple relationships

Money management is a complex issue in couple relationships, and frequently it leads to conflict and creates misunderstandings. The management of money and assets is an aspect of couple relations in which intra-subjective, inter-subjective and trans- subjective issues are entangled.

 

Money management both constructs and reveals the nature of the conjugal bond and demonstrates the different modalities of the relationship. Discussions of finances have effects on the development of the conjugal bond and, at the same time, the exchange is marked by other dimensions of their relationship bond such as gender, power, and status. The circulation and use of money is one of the outcomes of the unconscious alliances.

Key words

Money in conjugal relationships. Outcome of unconscious alliances. Inter-subjective and trans- subjective aspects. Complementarity. Suplementarity.

 

Résumé

L´ argent est une question complexe dans la construction du lien de couple

L´ argent est une question complexe dans la construction du lien de couple. Il est souvent un motif de conflits el malentendus. C´est un point où confluent l´intrasubjectif, l´ intersubjectif et le transubjectif.

L´ argent devient comme un produit du lien en ce que le couple construit comme ensemble et aussi comme manifestation des modalités qu´y prédominent. Dans le même temps il a des effets sur la construction du lien parce que cet échange affecte et est également affecté par ses autres dimensions.

La circulation de l´argent dans le couple est une des multiples manifestations des alliances inconscientes.

Mots clés

Argent produit et effet construction lien. Question complexe. Manifestation des alliances insconscients.. Aspects transubjetifs. Complémentarieté. Supplementation.

 

O dinheiro no casal, uma questão complexa na construção vincular

O dinheiro no casal é uma questão complexa na construção vincular e com frequência é motivo de conflito e mal entendimentos. É um aspeto onde confluem o intra-subjetivo e o inter-subjetivo.

O dinheiro devem como um produto vincular, em términos do que o casal vá construindo em conjunto e como manifestação das modalidades vinculares imperantes. A sua vez tem efeitos na construção vincular, posto que este intercambio afeta e é afetado a sua vez por outras dimensões do vínculo. A circulação do dinheiro no casal é uma das múltiplas manifestações das alianças inconscientes.

Palavras chave: Dinheiro produto e efeito construção vincular. Questão complexa. Manifestações alianças inconscientes. Aspetos transubjetivos. Complementariedade. Suplementariedade.

 

 

 

 

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