SECRETOS FAMILIARES: INTERROGANTES Y REFLEXIONES [1][2]
Myriam Alarcón de Soler [3]
Maggie Gutiérrez de Salamanca[4]
Ligia Gallego de Posada [5]
“Todos los secretos están guardados en un mismo cajón, el cajón de los secretos, y si develas uno, corres el riesgo de que pase lo mismo con los demás.” Laura Restrepo, Delirio, 2004.
El terapeuta y los secretos: dificultades e interrogantes
El terapeuta se encuentra en la clínica con secretos que lo confrontan con dificultades teóricas, clínicas, éticas y contra transferenciales. Los terapeutas que trabajan con parejas y/o familia la temática se ven abocados a situaciones clínicas de alta complejidad. Pueden experimentar la dificultad de hablar de algo, o la prohibición de hablar de algo con otros miembros del vínculo, a partir del pedido expreso de uno de los integrantes de la familia o de la pareja. El tema puede estar rodeado de misterio que suscita curiosidad, inhibiciones, actuaciones y/o dificultad para pensar.
Estas dificultades se transforman en preguntas. ¿Qué se hace con los secretos? ¿ Es decir, se “debe contar” o, se ”debe callar?” O, ¿cómo evitar, si esto fuera posible, que los pacientes nos hagan depositarios de sus secretos. Es decir: ¿podemos “cuidarnos de los secretos?” ¿Qué “hacer” las ansiedades diversas que suscitan los secretos? ¿Cómo pensar los pedidos urgentes de los pacientes, que solicitan que hacer o qué decir respecto a determinados temas, que se han transformado en secretos?”
Las vicisitudes de la clínica, tales como la curiosidad, el temor de hacer daño, los entrampamientos contra transferenciales que llevan a la búsqueda de respuestas fáciles, han de dar lugar a una comprensión más acabada de la dinámica intersubjetiva que subyace a los secretos. Esto permitirá en el mejor de los casos poder pensar acerca de las diversas modalidades de abordar este tema en cada espacio terapéutico, de la posibilidad de callar para preservar un vínculo, de aproximarse a la diferencia, no siempre sencilla, entre intimidad y secreto y el acompañamiento de la familia o de la pareja en un proceso de conocimiento y de encuentro, que permita una construcción vincular nueva. Son situaciones de alta complejidad que requiere una clínica compleja, alejada de certezas o de respuestas únicas, donde el terapeuta implicado se interrogue también acerca de sí mismo.
La clínica:
- Un ejemplo clínico: de eso no se habla
Viene una familia compuesta por 5 miembros: la madre, Catalina, de 40 años, el padre, Alvaro, de 41, dos hijos de Catalina (viuda de un primer matrimonio con Enrique), Magdalena de 15 y Enrique de 14 (Quique) y un hijo de la pareja, Alvarito, de 6. Se le solicita a la familia, como es usual, que cuenten el motivo de consulta, y luego se hace un recuento de la historia de la familia. Consultan por Quique, quien ha estado hace algún tiempo en tratamiento individual. La familia cuenta que Quique es rebelde, presentaba tics, tiene una relación muy tirante con Catalina, es mal estudiante y en general “todo lo hace mal”. La madre se muestra muy irritada cuando habla de Quique, y cuando se molesta con él lo llama Enrique. Cuentan que el padre murió hace 13 años, en un accidente, que Catalina y Alvaro se casaron al poco tiempo, se fueron a especializar al exterior, y posteriormente nació Alvarito, de quien todos parecen muy pendientes y le celebran todo lo que hace. Es como “el payasito” de la familia.
Al terminar la entrevista, que parecía haber transcurrido normalmente, la terapeuta los acompaña hasta la puerta, y Catalina se queda atrás y le dice muy angustiada: ”Mire, Dra, todo lo que le dije es mentira. Yo no puedo hablar de Enrique delante de los niños, él se accidentó cuando iba con la amante, y este secreto jamás se lo podré decir a mis hijos”.
La terapeuta se sorprende, no sabe qué hacer. Le pide a Catalina que la llame para acordar una entrevista individual.
- Ejemplo clínico: quién es el padre
Consulta una mujer, ejecutiva, Adela, de 35 años. Se identifica en los primeros momentos “como madre soltera” con una actitud que se podría describir como desafiante. Tiene un niño de 5 años, Luis Arturo, ”quien no sabe quién es su papá”. Ella le ha dicho que su papá vive en E.U.
Hace un año, Luis Arturo comenzó a presentar problemas de aprendizaje, y la profesora observaba que no sonreía. El servicio de psicología del colegio la envía “para que ella le cuente al niño quien es el papá”. Ella siente que es un secreto que no sabe cómo manejar, y espera que la terapeuta le indique “cómo decirle” al niño, o que le ayude a decirle.
Hasta aquí los ejemplos clínicos que retomaremos más adelante…
Algunos interrogantes
Este y otros ejemplos clínicos proponen interrogantes que podríamos formular así:
1) ¿Qué entendemos por secreto?
2) ¿Qué podemos decir del secreto como producción vincular? ¿Cuál es su función?
3) ¿Cuál es la relación entre el secreto y el poder? ¿Es decir, como se despliega en un vínculo el poder que implica saber algo que los demás desconocen?
4) ¿Qué podemos decir del impacto contra transferencial que los secretos producen en el terapeuta vincular?
Hacia una conceptualización del Secreto
Proponemos el secreto como el producto de un funcionamiento vincular. Consiste en un ocultamiento consciente de algo a otro miembro de un vínculo aduciendo razones conscientes que son utilizadas como defensa y que justifican dicho ocultamiento. “Los secretos hacen referencia a situaciones en las cuales un conocimiento pertinente a un vínculo deja de circular por la censura o la prohibición impuesta por uno o alguno de sus miembros.” (Alarcón, M, 2007, 135).
Secreto es algo se oculta de forma consciente:
Freud (l895) habla del secreto como referido a dificultades que se pueden encontrar en el proceso analítico impulsadas por la resistencia. En ese sentido nos dice que no se puede homologar secreto a ocultamiento inconsciente. El secreto hace más referencia a aquellos aspectos conscientes que el sujeto no quiere comunicar. Esta propuesta de Freud diferencia entre la intencionalidad consciente del no decir, que sería el secreto, el cual Freud denomina como tal, y la no emergencia de contenidos inconscientes. Desde esta perspectiva, el secreto queda pues delimitado a la intención consciente de callar algo. Waisbrot (2002) hace referencia a la relación de Jung con Sabina Spielrein y el ocultamiento que éste hace de la relación sexual que mantiene con ella en sus cartas a Freud. En ese sentido podríamos pensar que el secreto a veces tiene también relación con la mentira, pero esto sería materia para otro trabajo.
Podemos pensar el secreto como una modalidad defensiva frente al dolor psíquico ocasionado por situaciones relacionadas con la enfermedad, la sexualidad y/o la muerte, vivenciadas como peligrosas o vergonzosas. En estos casos se puede equiparar conocimiento con daño y esto lleva al ocultamiento de un evento o situación que atañe a la familia o a algún miembro de la familia. La función consciente del secreto se relaciona con evitar castigo, retaliación, vergüenza propia o ajena.
Diferenciamos lo privado de lo secreto
Lo privado es lo que es propio de un vínculo, pero que no necesariamente es secreto. Los distintos espacios vinculares tienen un espacio de intimidad que les es propio. Para cada ser humano y para cada vínculo hay aspectos incompartibles con otros.
Cuando lo que es privado se vuelve público se producen situaciones de malestar o vergüenza.
Emergencia del secreto
El secreto muestra una dificultad de construir entre los miembros de un vínculo un sentido a un acontecimiento que los implica, y que conlleva una herida narcisista. Se conforma una modalidad vincular, una organización dualista, caracterizada por la exclusión de unos miembros del saber que otros poseen. El grupo queda atravesado por un pacto denegativo (Kaes, 1991) que consiste en dejar fuera de circulación un determinado acontecer, lo cual puede llevar al empobrecimiento vincular, o a la emergencia de diversa sintomatología. Hablamos de producción vincular porque el secreto es producto de una trama vincular en la cual están implicados todos los miembros de un vínculo. Las alianzas inconscientes, que tienen por función mantener la cohesión vincular, constituyen el sustrato inconsciente de los secretos.
El Secreto como Producción Vincular
El secreto es un mecanismo que se apuntala en los tres espacios psíquicos: en lo intrasubjetivo – hace referencia al narcisismo-, lo intersubjetivo– hace referencia a los ideales familiares-, y lo transubjetivo– se
relaciona con el cuestionamiento de la pertenencia social del sujeto (Alarcón, 2000) Las producciones inconscientes de estos tres espacios se entrelazan de manera compleja en la producción o emergencia del secreto. Veamos esto con más detalle.
El secreto como mecanismo intrasubjetivo
A nivel intrasubjetivo la función del secreto se relaciona con evitar castigo, retaliación, vergüenza propia o ajena, movilizando así algunos mecanismos de defensa, que también podemos observar en las resistencias que surgen dentro del proceso psicoanalítico.
El Yo, que cabalga entre narcisismo y realidad[i], construye el secreto, ocultando un aspecto de la realidad que rechaza o pretende desconocer. El secreto se conforma como una pseudo salida mágica que permitiría sostener la ilusión de evitar el dolor psíquico que esta realidad ocasiona.
Ideales y mitos familiares
El secreto y el secretear son síntomas de un funcionamiento vincular narcisista, cuya función defensiva es silenciar aquello que cuestiona los ideales familiares y evitar la herida narcisista que su develamiento ocasionaría.
La familia intenta sostener un ideal que remite en muchos casos al mito familiar[ii]–[iii]: cómo es esta familia, cómo se formó, cuáles han sido sus héroes, sus características. Así, el apuntalamiento intersubjetivo del secreto remite a la preservación de ideales familiares enclavados en mitos que se verían cuestionados por la develación del secreto. Estos ideales y mitos contienen condiciones valoradas en un medio social y conforman una identidad familiar a la cual se debe el sujeto. Lo que oculta el secreto cuestionaría el mito familiar, por lo tanto sus orígenes y las posibilidades de existencia de uno o todos sus miembros dentro de lo que se considera como correcto o acorde al modelo establecido. El secretear emerge como una defensa ante la amenaza de ruptura del núcleo familiar o por el temor de un miembro a ser expulsado del mismo. La transgresión a esos ideales se puede relacionar con la vuelta de lo reprimido y/o denegado.
Lo no dicho, lo silenciado tácita o explícitamente, deja un hiato en la circulación de los significados, que se transforma en silencios, medias palabras, malos entendidos, lapsus, mentiras (“hay que tener buena memoria cuando se dice una mentira”[iv]), síntomas, evitación de temas, lugares congelados o relatos míticos acerca de determinados personajes o situaciones que tienden a llenar fallidamente el vacío de significación dejado por aquello que se ha pretendido silenciar en el discurso. Estos síntomas emergen a manera de locutor del relato familiar.
Los secretos y el contrato narcisista
El apuntalamiento transubjetivo del secreto y del secretear se relaciona con la transgresión del contrato narcisista, lo cual pone en peligro la pertenencia social del sujeto. Este tiene una función continente en los vínculos y su ruptura amenaza la permanencia de los mismos. La trangresión del de ciertos organizadores éticos[v] y la posible puesta en palabras de esta transgresión, implicaría el reconocimiento de su ruptura, se generan así intensas ansiedades relacionadas con el temor a la ruptura definitiva de los vínculos, a la expulsión del grupo social; en fin, a la pérdida de la pertenencia social[vi]. El secreto emerge como una defensa familiar frente a dichas ansiedades.
Secreto y poder
Los secretos pueden usarse como elemento de poder, sostenido en el ocultamiento de un saber. Entendemos poder en su acepción más negativa, como fuerza ejercida sobre otro miembro del vínculo, para someter, dominar, y/o humillar a otro, que queda en el lugar del impotente excluído. (Alarcón, 1997)
Develación del secreto
Entendemos por develación la explicitación del contenido del secreto. La develación de los secretos tienen efectos en la dinámica vincular, algunas veces aparecen, al decir de Puget (1993), como una “nuez vacía”. Otras veces su revelación puede tener efectos catastróficos.
Desde esta perspectiva, la pregunta si los secretos deben develarse no tiene una respuesta única. La develación de los secretos puede llevar a la muerte o a la locura, como en la obra de Ibsen, “El Pato Salvaje”, donde la protagonista muere cuando se entera de su origen. Otras veces la revelación genera alivio, porque permite hablar de aquello que hasta entonces ha sido censurado, o permite pensar aquello que no pudo antes ser pensado, aunque sí presentido.
En algunos casos, la explicitación del secreto alivia. En la película “Sexo, Mentiras y Video”, dice uno de los protagonistas dice: “tanto tiempo guardando este secreto y ahora ya no parece importante.”
En otros casos, se develan secretos con un timing muy poco propicio. Puede surgir como resultado de situaciones de crisis de las familias, en las que la presión puede llevar a “revelar lo callado”, otras veces se revelan en “aras de la verdad”. Estas revelaciones abruptas, tipo “acting” pueden ocasionar rupturas o situaciones irreparables.
Tanto guardar el secreto como develarlo pueden ser violentos. En aras de “compartir” con el otro una zona de intimidad, se introduce violentamente al otro en una zona que debería permanecer privada. La pertinencia o no pertinencia de develar un secreto, si es pertinente este saber para otro, si es o no de su pertenencia, conlleva interrogantes clínicos y éticos.
El análisis de las necesidades inconscientes que llevan a encubrir o a develar lo que hasta ahora ha permanecido oculto puede llevar a encontrar salidas en la encrucijada, siempre compleja, del quehacer clínico.
Secreto y Contratransferencia
Roudinesco define la contratransferencia como “conjunto de manifestaciones del inconsciente del analista relacionadas con las manifestaciones de la transferencia del paciente”. ( 1998, pag 195) En este contexto, entendemos por contratransferencia a las reacciones que experimenta el analista vincular frente al material que aportan los pacientes familia o pareja. Agregaremos que el analista a su vez se encuentra implicado desde su propia situación inconsciente, desde sus vínculos y desde su ideología.
La temática del secreto puede generar en el analista diversas reacciones contratransferenciales que van desde la sensación de entrampamiento entre “denunciar” o “callar” el secreto, al quedar incluido en el polo de la organización dualista de los que saben, hasta la curiosidad exacerbada y voyeurista de los que no saben. El terapeuta puede sentir que es aquel abre la caja de Pandora cuyos males quedarán esparcidos por toda la tierra o como el Cancerbero que ha de cuidar el acceso al secreto. Se constituye al decir de Anzieu, una situación paradojal, que propone una sin salida, un verdadero desafío clínico para el analista. Si a esto agregamos su propia implicación, en términos valores, ideales, creencias, prejuicios, dogmas, conflictos y demás, su capacidad de pensar se ve limitada, y esto puede llevar a “actings” en la forma de dar consejos, contar los secretos, dar fórmulas, opiniones o juicios con las consecuentes dificultades para la familia y para la relación terapéutica.
Así, su lugar de analista, como aquel que permite pensar lo que les pasa, semantizar los conflictos inconscientes, acompañar en el develamiento del inconsciente vincular, se desdibuja y la función terapéutica no podrá ser ejercida.
Los consejos o respuestas fáciles no permiten a la familia acceder a las situaciones vinculares, generadas en forma recíproca, que llevan a la emergencia de los secretos.
Secreto, relaciones extramatrimoniales y contratransferencia
Una de las situaciones frecuentes en la clínica de pareja es la relativa a las relaciones extramatrimoniales de uno o de ambos miembros de la pareja.
La fidelidad confronta a la pareja con la paradoja entre el deseo siempre insaciable, y la necesidad de pertenecer y cumplir con la propuesta de ser únicos para el otro, en relación con la satisfacción de la sexualidad. En Enamoramiento y Amor Freud relata la metáfora de los puercos espines: si se acercan se hieren con las púas, si le alejan sienten frío y la asemeja con la situación de la pareja human. Situación imposible de resolver entre la seguridad que genera ahogo, y la libertad que genera abandono a lo cual se añade la vivencia de traición. Las relaciones extramatrimoniales surgen en la pareja como un intento de resolver esta paradoja.
El intento de evitar el dolor psíquico que supondría su reconocimiento puede generar múltiples mecanismos, desde la mentira hasta la franca desmentida. Hablo aquí de relaciones extramatrimoniales y no de “infidelidad” (Spivakow, 2011) puesto que este término ya tiene implícito un juicio de valor, un juicio moral que da cuenta del espacio transubjetivo en el cual se encuentra inmersa la pareja.
Desde la contratransferencia, el analista puede percibir lo que el otro de la pareja “sabe” pero no puede reconocer que “sabe”, un malestar sin nombre que la pareja acalla. Convocado como juez, o como depositario de un secreto que la pareja prefiere ignorar, el destino del analista puede tornarse en el de los mensajeros de la antigüedad: inmolado, por lo menos en su función analítica, por develar lo que está propuesto para ser callado. Así es incluido en ese triángulo imposible del que mira sin poder hablar; si calla parecería cómplice, si habla denuncia, escenificación de la trama inconsciente del vínculo. El “ofendido” espera que el analista tome partido, juzgue al “culpable”. Si actúa esta demanda inconsciente, o a veces explícita de la pareja, perderá la perspectiva de la trama inconsciente de la pareja, y de la posibilidad de pensar esta situación como una producción vincular.
El analista puede llegar a ocupar el lugar de tercero en la trama inconsciente propia de las relaciones extramatrimoniales. Es decir, estará incluido en la trama vincular como el que seduce a uno de los partenaires y excluye al otro, o como un trofeo de cada uno de los miembros de la pareja para ser seducido y generar celos al otro. En una ocasión una paciente, quien había estado en terapia de pareja por un tiempo y que había consultado por “ infidelidad” del marido, llama a la terapeuta y le dice: “Nos pusieron los cuernos; Pedro sigue saliendo con María”. La paciente intenta hacer pareja con la terapeuta quien también ha sido víctima de la traición del marido.
La función del analista es acompañar a la pareja en un proceso de conocimiento, una búsqueda de significados conjuntos donde se genera un espacio de escucha compartida. No se trata de develar lo intuido, sino más bien de comprender la dinámica del acuerdo inconsciente que sostiene una relación en la cual el uno aparece como quien es “fiel y sufre” y otro quien es “infiel y goza”, de uno que “sabe” y de otro que “ignora”: trama vincular que podrá en el mejor de los casos ser analizada para promover un crecimiento vincular, pero que confronta al analista con sus propios aspectos intra, inter y transubjetivos.
Los secretos y la función del Analista
La función del analista será facilitar un escenario donde se analice la trama inconsciente que llevó a la emergencia del secreto y a sostenerlo, la función defensiva que ha tenido y sus manifestaciones en el vínculo, el juego de poder implícito en el secreto que genera y sostiene relaciones asimétricas, las ansiedades que suscita develarlo o mantenerlo y las consecuencias de su develación la cual debe obedecer, en el mejor de los casos, a un tiempo psicológico y a un contexto apropiado.
Como decíamos, las motivaciones inconscientes del secreto están relacionadas con el mantenimiento de los ideales y mitos familiares. Se oculta, se acalla, se desmiente en un intento de escapar a las ansiedades catastróficas que genera el descubrimiento de la transgresión de ciertos ideales o normas sociales. El supuesto que desconocer es no saber, o continuar como si lo secreto no existiera, lleva a la familia a mantener un equilibrio precario, que dificulta la construcción vincular.
Indagar acerca de la herida narcisista que supondría la develación del secreto, permite a los pacientes pensar no acerca de: “cómo decirlo”, “qué decir” o “cuando decir”, sino que es lo que se ha constituido en no decible, no contable, no pensable. Este análisis permitirá en el mejor de los casos encontrar una salida más constructiva: explicitar lo secreto o guardarlo no como un saber oculto, sino como espacios de intimidad de los vínculos que han de ser preservados.
El secreto se puede hacer explícito cuando las ansiedades que lo llevan a constituirse pueden ser elaboradas e implica la renuncia al poder que supuestamente otorga este conocimiento y enfrentar la herida narcisista que su develamiento supone. Se observa que una vez que el secreto se ha hecho explícito, la fuerza que se adscribía al contenido se desvanece: “lo secreto” deja de serlo y simplemente “cae” de tal manera que un secreto puede ser válido en un tiempo preciso, y con el paso del tiempo pierde vigencia.
Volviendo a la clínica
- De eso no se habla
Con lo expuesto anteriormente volvamos al primer ejemplo clínico.
El padre había muerto en un accidente automovilístico cuando iba con la amante. Estas circunstancias hicieron muy difícil la elaboración de este duelo.
La madre, muy joven, decide no volver a hablar de esto. Guarda las fotos de su matrimonio, el padre no se vuelve a nombrar. Al cabo de un tiempo Alvaro, amigo de Enrique, le propone matrimonio. Catalina accede. Se van a vivir al exterior y esperan que esto se olvide. Nace Alvarito y regresan al país. Sin embargo Quique, quien lleva el nombre del padre, empieza a hacer síntomas. Los hijos “saben” que no deben mencionar al padre. No saben dónde está enterrado, no se ven con la familia paterna.
El secreto acerca de la muerte del padre impide hablar de esto, no se puede preguntar, no se puede saber. En Catalina a la sensación de abandono, de desolación, de incertidumbre por su hijos, se agrega la rabia, la traición y la sensación de vergüenza.
La familia se intenta armar con la nueva pareja, pero lo no “decible” retorna en los síntomas de Quique. Alvarito empieza a tener pesadillas. Se sueña con un monstruo que lo asusta.
Podemos decir que este secreto remite a una producción vincular donde lo que se vive actualmente es una “mentira”. ¿Que es lo cierto? ¿El relato idílico de una familia sin problemas antes de la muerte del padre? Mentira, como opuesto a “verdad”, y secreto, como prohibición a saber acerca del padre. Porque del alguna manera la prohibición a saber acerca de las circunstancias de la muerte se han extendido a la imposibilidad de hablar del padre. La familia se ha organizado en una modalidad vincular donde está desmentido el dolor de la muerte del padre, y donde se ha que obturado la posibilidad de abordar temáticas complejas.
Sin embargo, el impacto contratransferencial del terapeuta ante la afirmación de la madre, podría haberlo dejado en un lugar imposible: si es un secreto, de eso no se habla. Si es una mentira, que “hacer con ella”. Si la madre consulta y al mismo tiempo acalla, ¿qué espera? La sintomatología familiar habla de un sufrimiento, de crisis, de la necesidad de hacer cambios, pero no saben cómo.
El espacio terapéutico se construyó lentamente. La madre asistió un tiempo a terapia individual. Poco a poco se fueron incorporando los otros miembros de la familia. El duelo por el marido y padre muerto, la sintomatología del hijo, el lugar del actual marido de la madre, la dinámica de esta familia como familia ampliada, fueron líneas de análisis que permitieron a esta familia estar mejor.
Con respecto al secreto, simplemente dejó de serlo. La madre compartió con sus hijos las fotos familiares, de su matrimonio, de su historia previa. Los hijos pudieron visitar la tumba del padre. Pudieron hablar del dolor de ser huérfanos. La relación de Alvaro y Quique mejoró.
Suponemos que esta familia pudo continuar su evolución sin la carga de lo silenciado, de lo negado, de lo desmentido.
- Quién es el padre
Retomemos el caso clínico de Adela desde los elementos hasta ahora expuestos:
La relación de Adela con el padre del niño, Jorge, comenzó hace seis años: era su jefe, estaba casado y tenía dos hijos. La relación con Adela fue “siempre clandestina”. A los pocos meses de estar saliendo juntos, queda embarazada, él no quiere saber nada acerca de este embarazo. Sin embargo sigue saliendo con ella, pero mantiene la condición de decir que entre ellos no hay ningún compromiso. Nadie pregunta quién es el padre del niño, ella tampoco lo dice.
A los pocos meses de nacer Luis Arturo, Jorge se separa de su esposa, se va a vivir solo. Continúa la relación con Adela, pero no se casa con ella ni le ofrece ninguna relación estable. No se involucra ni emocional ni económicamente con el niño.
La impresión que tiene la terapeuta es que las personas alrededor de ellos sabían de esta relación y por lo tanto de la paternidad del niño, aunque nadie hablaba abiertamente de esto.
Jorge sale con Adela, Luis Arturo, y sus dos hijos. Lo lleva a su casa, lo presenta a su papá como el hijo de Adela, ¿su novia?, ¿su amiga?
Adela sabe que tiene que decirle al niño quien es su papá: “No sabe cómo hacerlo… No quiere hacerle daño… Teme su reacción.” Jorge asiste a la consulta, dice que está dispuesto a colaborar en lo que sea necesario, en decirle al niño, en darle su apellido, etc. Luego, no vuelve más…
El pedido de ella es “como decirle”. La terapeuta se pregunta, que llevó a Adela a “no decirle” o que es lo que no le ha dicho al niño, que no se puede decir a sí misma. Hablar acerca de lo no hablado, enfrentar aspectos no confrontados. Por esto propone a la paciente, empezar por mirar juntas aquello que la llevó a armar el secreto, a sostenerlo, y a quedar atrapada en él. Descubre que ha pospuesto decirle al niño quien es el padre, con la esperanza de que Jorge se case con ella y pueda “legalizar“esta situación frente al niño, frente a otros, frente a sí misma.
Los dos provienen de familias rotas y desde sus historias traen duelos no resueltos. Ella pierde a su papá a los 16 años y tiene una relación muy distante y conflictiva con su madre. Jorge perdió su mamá cuando tenía cuatro años y tiene un padre distante por las ocupaciones en el trabajo.
Adela busca quien la proteja, quien la ampare, quien le enseñe, quien le dé reconocimiento, tal vez una familia y un mejor posicionamiento social. El se propone como protector, pero muy rápidamente la desampara y desmiente la relación frente a los demás.
En el espacio terapéutico se despliega el mismo funcionamiento: Jorge “hará lo que se necesite, lo que sea conveniente”, pero luego no vuelve.
Adela se siente avergonzada de la relación clandestina con Jorge y por ser “madre soltera”. Aunque su defensa es mostrar que no le importa, esta se derrumba rápidamente ante su sentimiento de desamparo, confusión y angustia.
Desde lo intersubjetivo, asistimos el rompimiento de los ideales familiares soportados en el matrimonio como origen de la estructura familiar, por lo menos desde el mito familiar. Ella esperaba tal vez que al quedar embarazada Jorge se separara y se casara con ella.
Y a nivel transubjetivo, se hace necesario guardar el secreto para no hacer evidente el rompimiento del contrato narcisista que exige, no tener hijos fuera del matrimonio. En este caso existe una doble transgresión, el nacimiento en medio de una relación no reconocida desde lo social y la infidelidad del padre. Jorge no quiere enfrentar este secreto con su esposa. Reconocer a Luis Arturo como su hijo es hacer evidente que lo tuvo cuando aún estaba casado.
Por otra parte, el colegio de Luis Arturo, al remitirlo a una terapia de familia, ocupa el lugar de los ideales sociales; en su demanda se expresa el pedido social de decir al niño quién es el padre, es decir, “legalizar” la paternidad y de alguna manera la relación hasta ahora clandestina entre Adela y Jorge.
Para terminar
La aproximación al secreto como producción vincular puede ser un camino para encontrar luces en el recorrido siempre incierto de ese quehacer complejo del terapeuta vincular.
BIBLIOGRAFÍA
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[1] “Secretos, Vínculos y Contratransferencia “Una versión de este trabajo fue presentada en el congreso de Fepal en Bogotá, Septiembre 2010.
[2] Agradezcemos los aportes y comentarios de los miembros del Grupo de Profundización en Terapias Vinculares:
Ricardo Aponte, Margarita Berdugo, Ligia del Toro, Danilo Diazgranados, Maria Elvira Izquierdo, Carolina Lozano, Elsa Mantilla,
Marta Sarmiento, Carolina Tejada, Carmen Elisa Torres.
[3] Psicóloga, Master en Psicología Clínica. Miembro Titular y Corresponsal de la AAPPG. myriam.alarconj@gmail.com
[4] Psicóloga, Master en Psicología Comunitaria. Profesora de la Universidad Javeriana. Maggui falleció en Febrero de 2011.La publicación de este trabajo la hacemos en su memoria.
[5] Psicoterapeuta. Miembro del Grupo de Estudio y Profundización en Terapias Vinculares ligiag27@yahoo.com
[i] “Es en definitiva la intolerancia al cambio, tanto del yo como del objeto, la principal característica del dolor psíquico. Esto se debe a que el cambio atenta contra la permanencia y la perennidad de la organización narcisista unitaria, así en el espacio como en el tiempo.” Green A. Narcisismo de vida, Narcisismo de Muerte. Amorrortu Editores, 1993
[ii] Mircea Eliade en su libro Mito y Realidad (l991) nos dice que el mito designa una historia que es verdadera en tanto sagrada, ejemplar y significativa. Su función es la de justificar y presentar el modelo de los comportamientos y actividades más importantes del hombre y su grupo social. Se referiere a los orígenes, a lo primordial, elementos que hacen que el hombre sea lo que es hoy- un ser sexuado, organizado en sociedad, que debe trabajar y seguir una serie de reglas-. Lo mítico tiene que ver con la existencia del hombre y su modo de existir.
[iii] Rojas, M.C. piensa los mitos familiares como “ relatos encubridores y al mismo tiempo como vías de acceso a la verdad inconsciente”. (l997) y Berenstein propone a los mitos como integrantes del conjunto fantasmático familiar. Los mitos familiares atraviesan el tiempo familiar y se constituyen a veces en verdades incuestionables, cuyo cuestionamiento genera sufrimiento familiar. (Mito de los Origenes, Silva y Carrasco, Diccionario de Configuraciones Vinculares l998) .
Andolfi M. y Angelo C. En su libro Tiempo y Mito en la psicoterapia Familiar, dedican un capítulo al tema. “Una de las características del mito parece ser justamente la de situarse en una zona intermedia donde la realidad y la historia se mezclan con la fantasía para crear nuevas situaciones en las que los elementos originarios son arbitrariamente utilizados y unidos entre sí….En cualquier relación se llega a crear un mito, ya sea antes o después, por el hecho de que en toda relación queda un margen de ambigüedad, de inexpresado, en el que los huecos de información en el proceso de construcción del vínculo y del conocimiento mutuo son llenados mediante la formación de estereotipos que tratan de inducir a los participantes a comportamientos específicos, funcionales para el mantenimiento del vínculo”.
[iv] Lacan J. En su artículo “La verdad surge de la equivocación” –Libro 1 Escritos técnicos de Freud. Parte de la palabra, en tanto camino para la emergencia de sentidos. Hasta que la verdad no esté totalmente develada se propaga en forma de error y contradicción. Por esto, quien dice una mentira, trata de sostener un significado en medio de una red de significaciones que le contradicen.
[v] Según Janine Puget (Violencia social transgresora-1993), podemos señalar dos organizadores fundamentales, uno se refiere al respeto por la vida en su sentido más estricto y por las diferencias entre los seres humanos, en su sentido más amplio, es el organizador No matarás. El segundo organizador se relaciona con el respeto a la propiedad ajena, No robarás.
[vi] “El sentimiento de pertenencia se basa en la necesidad de estar incluido en un vínculo que opera como sostén frente a la vivencia de inermidad e indefensión del individuo… Pertenecer es sentirse sostenido-sujetado, da permanencia y estabilidad. La necesidad de pertenecer a un vínculo es inherente a la condición de ser. …“La pertenencia tiene que ver con una apropiación del sujeto de un espacio teóricamente existente, de un lugar, y es dado o confirmado por un otro o un conjunto”.Puget J, “En búsqueda de un reconocedor privilegiado” 1993